20 agosto, 2018

Dolina de Zenzano (6 ciclistas)


5 de Agosto de 2018
Distancia: 60 km
Desnivel acumulado. 1227mt
IBPindex: 100


UN PORTENTOSO RELATO DE
TOÑO PLEITOS


6 CICLISTAS

(Ana, Pepón, Javi Bartolo, Tate, David y Toño Pleitos)

A las 7.30 horas nos damos cita en Las Gaunas un escuálido grupo de ciclistas. La escasa acogida de la ruta tiene varias causas. La primera de ellas es las fechas agosteñas propicias para que nuestros

compañeros disfruten de unas merecidas vacaciones con la familia (ya que los fines de semana del resto del año no la ven, al sucumbir a la vorágine ciclista). La siguiente posible causa es el calor que ha venido, al fin, pero que nos ha cogido con el pie cambiado, a traición, sin que al cuerpo le haya dado tiempo a aclimatarse generando la consiguiente pereza estival.

La tercera es que parte del grupo, los que no tienen familia o los que no quieren ni verla en verano están disfrutando de un stage estival en el Pirineo Aragonés.
A pesar del escaso número de ciclistas congregados, han de reseñarse varias notas relativas a alguno de  los presentes; la más destacada, el retorno y recuperación del lesionado Pepón. La más agradable; que Anita nos deleitara con su presencia y por último las incorporaciones de nuestro querido Guarda de La Grajera y de Bartolo que últimamente ha pasado de ser “palmero oficial” a “papa del artista” o sea del futbolista afincado en Gijón y que todavía no se ha dignado a ver su espectacular universidad.
Dicho lo cual procedo a narrar lo sucedido con brevedad, a la manera de los nuevos autores 

emergentes, nada de tocho-crónicas, nada crónicas poéticas, lo que se lleva ahora es la mini-crónica o la no-crónica. Yo, como no soy tan trasgresor como para optar por esta última, me he decantado por la anterior.

Constituimos un grupo ligero y bien compacto, motivo por el cual avanzamos rápidamente por la
conocida ruta del OVAP con destino al cruce con la carretera de Soto. Lo único que nos ralentiza
ligeramente son las malas condiciones en que, las lluvias caídas este año, han dejado los caminos por los que tantas veces hemos transitado; bancos de arena, roderas abismales, piedras sueltas por doquier o
matojos que se han convertido en selva tropical amenizan nuestra marcha la cual, no obstante, continúa imparable.
Llegamos así a la carretera de Soto, que cruzamos y descendemos por un camino que nos lleva al puente
Laidíez, decidiendo bajar por la senda y sin solución de continuidad comenzamos el ascenso de la llamada Cuesta de la Sal.
Subimos a buen ritmo pero sin la tensión competitiva que existe cuando el grupo es más numeroso y propicio para picadillos y escaramuzas. Nos encontramos, contrariamente a los caminos anteriores, un piso, no vamos a decir que bueno, pero sí en similares condiciones al que existe habitualmente, lo que es de agradecer porque la cuestita de por sí ya se las trae.
Reagrupamos arriba, comemos y bebemos, oyendo como Javi nos va narrando todos los manjares, viandas, bebidas, licores y dulces con los que nos pretende obsequiar el día que, por fin, celebre su onomástica (que por si alguno no se acuerda fue a primeros de mayo…Ya ha llovido!!!).

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Seguimos la ascensión primero a ritmo alegre, que permitía una fluida conversación y después al ritmo que puso ese ser angelical, con cara de no haber roto un plato de apariencia frágil y quebradiza pero que esconde a una killer del  demonio que te va asfixiando con su ritmo cada vez más alto.
Menos mal que cuando ya estaba al borde del colapso apareció una recua de perros sueltos, a cada cual de una raza más peligrosa (de esas que tiene la palabra “bull” en alguna parte de su definición) pero que a mí me parecieron una aparición divina, como si de seres celestiales se trataran, por cuanto su aparición motivó que Anita Dinamita redujera un poco el ritmo, simplemente por prudencia (porque los  perritos, conocedores de su inferioridad con ella bajaban sus orejas y escondían el rabo entre las piernas 
mientras buscaban a su amo, que apareció unos metros más arriba).
Así, sin mayor novedad y tras constatar que la fuente del camino de Zenzano no da para más que para cubrir el expediente; como los malos alumnos que hacen lo mínimo para no suspender, esa fuente siempre echa unas gotitas de agua (da igual que haya sequía como inundación) simplemente para que sigamos llamándola fuente.
Continuamos nuestro camino hacía la Hoya, no sin antes hacernos un peeling en la sendita que nos llevará hasta ella.
Alcanzada la Dolina contemplamos extasiados el  gujero que hizo Miguel Ángel al caer (ver http://andanzasenbtt.blogspot.com/2016/08/rebelion-en-la-gasolinera-6-ciclistas.html). Lo de que se trata de formaciones kársticas y tal y tal, no deja de ser una leyenda (como lo de que en algún momento  en la fuente del camino manaban chorros de agua).
Bajamos a Zenzano, reponemos fuerzas y nos lanzamos para abajo, al principio más cautelosos por cómo podía estar el camino para poco después dejarnos caer como vacas sin cencerro.
Llegados al cruce con la carretera ponemos rumbo a Murillo por caminos de parcelaria guiados por el GPS que lleva Pepón entre ceja y ceja (No os habéis fijado que, casualmente, rima con oreja y oreja,).
Llegados a Logroño, protagonizo con Pepón el almuerzo más reducido al que nunca he asistido en este grupo, acompañados por Ana y David, que se tomaron una pinta y se comieron unos torreznos.
Eso es, eso es todo amigos…

FOTOS


2 comentarios:

vitinbtt dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
vitinbtt dijo...

Toño, cimo siempre, da gusto leer tus crónicas, igual da que estén 20 (a cada uno le sacas un rosario) que media docena, da mucha envidia que escribas tan bien, a ver si mejoras en "las patinetas" para asi converirte en el verdadero PORTENTO.
Una pena perderme estás rutas pero las salidas con la "cuchipandi" me reclaman en estas fechas