25 de febrero de 2018
Distancia: 78km
Desnivel acumulado: 1430mt
IBPindex: 120
Crónica por Alvaro
David, Alvaro, Ricardo, Pepón, Pablito, Miguel “cuñao”, Igor,
Jero, Santi, Dieguito, Luis, Diego “nieva”, Toño, Fer, Iñaki, Vitín.
Un día para recordar, para fotografiar, para enmarcar, pero
sobre todo un día para disfrutar de nuestro vicio, el btt.
Aunque los privilegiados conocedores del orden de las rutas
dominicales ya nos habían vaticinado la llegada de la esperada ruta de Bezares,
pocos esperaban a las 8 de la mañana en la gasolinera de las Gaunas lo que se
iban a encontrar.
Como viene siendo de costumbre y tras el cafecito para los
más madrugadores y los correspondientes pasamanos para los más sobones, el
señor David se encarga de asignar la tarea de elaborar la tan ansiada por todos
“Crónica de la ruta”. En este caso recayó sobre mi persona y como si de una
nominación en el programa de Gran Hermano se tratase la acepté sin rechistar.
En esta ocasión la cuadrilla abrió paso dirección a tierras
del Cid, siguiendo el Camino de Santiago marcando un ritmo cómodo y sin
alardes. La mayoría de los comentarios se centraban en la impresionante cuesta
que prometía ser más dura que el famoso petacón. Pasamos el parque de la
Grajera dirección a Navarrete, para seguir paralelos a la autovía con viento de
cara.
La maquinaria empieza a funcionar y con la ayuda del grupo conseguimos
mantener un buen ritmo hasta Ventosa.
Una pequeña parada para reponer fuerzas y rellenar agua, si
se le podía llamar así y en entonces vemos como pasan de largo la mitad del
grupo. No puede ser que se pierdan las buenas costumbres. Aunque más adelante
todos nos pudimos responder a la pregunta ¿para qué tantas prisas?
Retomamos la marcha y volvemos a agruparnos llegando a Santa
Coloma, donde ahora si tomamos un respiro y posamos para la foto de grupo. La
primera avería estaba al llegar. Nuestro amigo Santi tenía una holgura en las
bielas que se pudo solucionar rápidamente (menos mal) gracias a Diego y
colaboradores.
El fantasma de la avería es un espectro que nos ronda en
todas las salidas y nunca sabes cuándo te puede tocar, te preguntas si serás tú
el siguiente. Es como cuando hay
elecciones y rezas para que no te toque el marrón de estar presidente o de vocal. A excepción de si
vives en Pinillos como Tate, que sabe que te va a tocar fijo.
Ponemos rumbo a Bezares y empiezan las rampas, rampas para
todos los gustos: tendidas, empinadas, pisteras, asfaltadas… de camino nos
topamos con un grupo nutrido de runners que saludamos y adelantamos para llegar
al pueblo que abriría paso al núcleo duro de la ruta. Empiezan las rampas entrando en un hayedo donde el terreno parece congelado por las temperaturas
que a esas horas de la mañana no castigaban.
La respuesta al por qué de tanta prisa estaba en la textura
del terreno, debido a las últimas nevadas y su correspondiente deshielo el
suelo presentaba un aspecto fangoso, pero gracias a que estaba congelado nos
permitió avanzar por las primeras rampas. De repente, un giro a la izquierda y
comienza el camino a la ermita. De nuevo la orientación norte del camino hace
que tengamos un agarre muy bueno, pero en cuanto topábamos con algún tramo
soleado la cosa cambiaba y resultaba complicado seguir una trazada.
Las subida a la ermita tenía tramos del 19- 20% obligando a
todos a apretar los diente para poder llegar al último tramo que daba acceso a
un pequeño prado donde las lugareñas esperaban al sol a que fuéramos llegando
todos los miembros.
A partir de este punto la cosa cambió, el barro empezó a
hacer de las suyas, la subida que daba acceso a la guinda del día estaba algo
anegada, hielo, barro… todo un festival. Algunos amigos decidieron tomar otra
subida para encontrarse con nosotros más adelante y evitar este tramo.
Una pena porque ahora llegaba el plato fuerte, menudo
subidón, ya solamente el comienzo requería una exigencia técnica importante
para superarlo. Rampas del 23-24%, ramas, piedras y algún que otro tramo con
hielo. Como dirían en mi tierra “la madre del cordero”.
No recuerdo bien las veces que grite cagándome en todo pero
al final entre voces, risas ánimos y algún que otro mamón haciendo fotos a
todas las patinetas habidas y por haber conseguimos llegar todos arriba.
Una vez en el mirador, las vistas eran espectaculares, a la
altura de la hazaña de nuestro amigo Diego que consiguió subir todo el tramo
sin poner el pie. Hay que ir a hacerla para comprender estas palabas. No
conozco semejante paredón.
Solucionamos una pequeña perdida de aire de nuestro amigo
Jero "el pollón de oro" y nos ponemos en
marcha.
Ahora si empezamos a pisar algo de nieve, seguimos todo el
cordal y cada vez el espesar de la capa es mayor. Parecía que no íbamos a poder
continuar, pero gracias a la capa helada de la superficie, aunque con grandes
esfuerzos nos permitía avanzar. Nunca he pilotado una fat por la nieve, pero
debe ser una sensación muy parecida. ¡Qué gozada!
En una de las rampas de nieve aparecen dos motos que nos
adelantan como si no les costase, eran nuestros amigos Pablo y Santi que habían
conseguido encontrarnos y ahora iban a unirse para disfrutar de la bajada.
Paralelos a una valla de ganado avanzamos unos cuantos
kilómetros, pero las voces y comentarios empezaban a augurar una temida salida
del trazado marcado por el track. Es casi un sacrilegio en una salida
dominical, pero la capa de nieve, la hora que era y el cansancio acumulado por
avanzar en esas circunstancias y la casi segura imposibilidad de subir a las
antenas del Moncalvillo hizo que bajáramos por el abrevadero.
Menuda pasada de bajada, una falda de montaña nevada lisa y sin imperfecciones nos hizo disfrutar
de un descenso digno de ser grabado. Fotos , risas y algún que otro bolazo
acompañaron la llegada al congelado abrevadero. Un pequeño mordisco, con los
orejones de Pepe que compartió con todos y a seguir bajando. La nieve y las
roderas hacían de algún tramo pasos complicados, al igual que las placas de
hielo ya en la zona más baja. Pero por suerte no hubo ningún percance.
Debido al deshielo los pequeños arroyos que normalmente tienen
una caudal razonable, ahora eran pasos de agua en los que hubo que meter los
zapatos al remojo para conseguir llegar hasta Castroviejo.
Desde el pueblo hasta Santa Coloma el descenso fue por carretera y para continuar deshaciendo
el camino hasta Logroño. En este tramo que ahora se hacía corto por del
desnivel negativo y las ganas o prisas por llegar y evitar la temida bronca en
casa para algunos; también hubo anécdotas para contar, pero si me tengo que
quedar con una es con la avería de nuestro amigo Jero que tuvo que recurrir a
Tate para que le cambiase la montura ya que estábamos cerca de su casa. Lo
mejor de todo como Pepe recordó técnicas de transporte con la btt ya olvidadas
por muchos de nosotros y cual paseo de quinceañeros enamorados aparecieron por
la Grajera montados sobre una misma bicicleta nuestros dos protagonistas. A
este hecho la gente que se paseaba por el parque no daba crédito y tras una
buenísimas fotos para el recuerdo pudimos llegar a la sede del la OR andanzas
situada en la calle Serradero número 11 donde pudimos disfruta algunos de un
tentempié para saciar el hambre que nos atenazaba.
Me gustaría hacer una mención especial en esta ruta a
nuestro amigo Ricardo, que tiene los huevos muy negros y terminó este pedazo de
rutón gracias en parte a frases célebres como: “No pares no pares que aquí no
vamos a parar” o “vamos Ricardo que
estamos todos igual de cansados”.
Una vez más gracias a todos por dejar a un forastero como yo
disfrutar de estas pedazo de rutas con vosotros, pero sobretodo de vuestra
compañía.
6 comentarios:
Muy buena crónica Álvaro, aunque tardía, a ver si la próxima vez te pones las pilas "linterna".
¡Qué gran mañana!, no sé si nos tocará alguna otra vez andar sobre nieve como en esta ruta; mucha nieve, pero ciclable casi al 100%, y de la bajada de esa "pala" que se puede decir, una gozada. Lástima que no pudimos hacer la ruta prevista completamente, pero, debido a la nieve, el tiempo se nos echó encima y tuvimos que acortar (no en kilómetros, pero si en desnivel) bajando a Castroviejo.
Santi y Pablo se perdieron el subidón que ya me hubiese gustado verlos ahí, una lástima que le tengan tanto miedo al barro (que no muerde) que, por cierto, nadie pudo subir del tirón, ni tan siquiera el Portento que tuvo que hacer un poco la patineta, tanto ahí como en alguna zona nevada, aun así, nos dio una lección de "pilotaje"
Gran ruta, gran día y " gran" Álvaro.Estupenda cronicr.
Ruta muy recomendable. Gracias a todos por vuestra paciencia conmigo.
Salud,
Barrancas
Muy bien "Alboroto"aunque no debes de considerarte extranjero, debes considerarte simplemente asimilado.
La ruta fue para no olvidar en la vida y sino al tiempo.
Otro gran domingo y van......
Gran crónica, Álvaro!!! Progresas adecuadamente, sigue así y llegarás a la excelencia. Amables y divertidas palabras para describir fielmente lo que aconteció (salvo algún pequeño error geográfico o de denominación -eso te pasa por no consultar con Jero; él prácticamente ha construido todos los caminos, senderos, pueblos y ermitas de La Rioja).
La verdad que fué una gozada, pudimos enfrentarnos al plato gordo de la jornada (hay que ponerle un nombre a ese cuestón ya!!!) y superarlo pese al barro y el hielo, gracias a un tiempo excelente que nos acompañó todo el día (la climatología, el viento, la lluvia, el calor; son compañeros del ciclista y hay que saber convivir con ellos, me dijo hace un poco un sabio de la btt con dos orejas como serones y dos gemelos superlativos).
No pudimos llegar a las antenas pero los kilometros que hicimos sobre la nieve; unos placenteros y otros esforzados, compensaron con creces la dureza de la subida y, eso sí, nos hicieron disfrutar como chiquillos.
Jornada memorable, para comprobarlo solo hay que echarle un vistazo al impresionante álbum fotográfico con el que nos han obsequiado nuestros reporteros.
Qué envidia, me perdí lo mejor. Buena crónica maestro. Ya no eres forastero en esta tierra.
Buena crónica Álvaro. Efectivamente resultó una ruta para recordar, por donde logramos ciclar y los paisajes que vimos, ni se hacen ni se ven desde la cama o desde la barra de un bar, así que los que madrugamos tuvimos nuestra recompensa. Algunos sabios del grupo, como Ricardo y yo, sin ir más lejos, a los que los años nos han dado cierta experiencia, sabíamos perfectamente que estos momentos y paisajes eran irrepetibles, así que nos dedicamos toda la mañana a comentar estos lugares, realizando innumerables paradas para deleitarnos con las imágenes que esta espectacular ruta nos ofrecía, y disfrutarlas como si fueran la última vez que las fuésemos a ver. Por eso y no por otras razones, el grupo lograba sacarnos en ocasiones algún metro de distancia.
Toño, buen comentario de ese compañero tuyo, pero con las pistas que das, ahora mismo no caigo quien puede ser.
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