10 de diciembre de 2017
Distancia: 47km
Desnivel acumulado: 747mt
IBPindex: 58
Crónica por Jorge “Buitre”.
Diego, Javi Blasco,
Miguel “cuñao”, Iñaki, Igor, Fran, Jorge, Vitín, Dieguito, Pepe, Israel,
Roberto “Montemediano”, Toño, Fer, Pablito, David, Luis, Santi, Dalmau y Berto
Creo que había dormido
demasiado bien, y las sábanas me agarraban con fuerza para que no saliese de la
cama, pero las ganas de bici ganaron ese pulso.
Mientras tomaba mi
colacao mañanero, asomé la cabeza por la ventana, con los ojos medio abiertos y
las legañas aún en los párpados, el cielo estaba cubierto, las nubes amenazaban
lluvia, pensaba que ropa ponerme si la ciclogénesis me pillaba desprevenido, o,
hacía más calor de lo esperado, pero aun así tanto Rober (Padre) como yo,
decidimos aventurarnos.
Ambos teníamos ganas y
curiosidad de esta ruta tan especial, no lo digo por las sendas o por el recorrido,
sino porque hoy, OR andanzas llevaba a cabo la puesta del Belén y ningún año
habíamos podido asistir. Nos habían hablado muy bien de esta experiencia, es un
“domingo sagrado” como dice Santi, que no te puedes perder, ni interrupciones
familiares, ni rollos con los exámenes, este domingo es de frio, bici y amigos.
Legué un poco antes de
las 8:00 a la cafetería de las Gaunas, allí estaban Dieguito, un par de Buitres
y otros ciclistas, apurando su café antes de salir a dar pedales. Minutos antes
había chispeado un poco, he de decir que me planteé la retirada a la cama, pero,
aun así, nos reagrupamos con los demás, y entre saludos y apretones de manos,
David me adjudicó la crónica, con una sonrisa en la boca, solo me podía
“librar” si Jesús o Alvarito aparecían montados en su bicicleta, pero por
desgracia o por fortuna… Aquí estoy tecleando.
Comenzamos la ruta
rodando dirección Alberite, salimos tranquilos, sin prisa alguna, hablábamos
unos con otros, cada uno a su rollo. Enlazamos con la subida a la Unión, a
priori el ritmo era tranquilo, pero poco a poco, se fueron formando grupos a
medida que la subida exigía, subir piñones y dejar el charloteo. Llegamos a la
fuente de la Unión, paramos 5 minutos a coger aire mientras esperábamos al resto
de compañeros.
Tras la interrupción,
empezamos la ascensión a Clavijo por la pista verde, una subida con preciosas
vistas y no muy exigente hasta llegar a la parte final, que se empinaba un
poco… A más de uno le volaba el corazón y le chirriaban los dientes.
Como veía la cosa
aburrida… Subía y baja el grupo buscando algo que contaros en esta crónica…Intenté
avivar el fuego, y creó que lo conseguí, ya que Pepón, me calificó como espantarrifas
(por favor el que sepa la definición que la deje en los comentarios) Mientas le
comentaba a padre, el rifi- rafe con Pepón, este apareció detrás de nuestras
ruedas, entre gritos y juramentos… Todo se quedó en risas y tanteos, que me
ayudaron a coronar el castillo un poco más contento y menos cansado.
Foto “postu” de la Orbea
Alma de Pablito, aprovechar para comer barritas, plátanos y rellenar los botellines.
Además, hacía más calor de lo esperado, y muchos incluido yo, nos quitamos
bastantes prendas intentando no cargar mucho peso en la espalda.
Otra vez puestos en marcha,
iniciamos la subida a la Hoya, teniendo precaución con el terreno y disfrutando
lo que se podía de las vistas, otra vez, cada uno cogía su ritmo y sensaciones,
hasta desviarnos por el Atajo de Ramón.
Aquí empezó la fiesta, atasco
en la N-111, el monte estaba húmedo, una suave llovizna empapaba nuestras
ropas, en tanto, continuábamos por la estrecha vereda, las ramas rozaban
nuestros brazos, los arbustos dificultaban la trazada correcta y limpia de las
ruedas delanteras, mientras el barro y las curvas cerradas obligaban a zigzaguear
la rueda trasera en nuestra contra.
Así hasta llegar al
puentecito de madera, que a muchos se les atascó, Vitín, Pablito… Mientras
conversábamos esperando al resto de compañeros, unos descansaban, otros
aprovechaban para sacar fotos, míticos selfies de Santi y Diego “Nieva”, en los
cuales todos salimos de espaldas, sin enterarnos del momento de la instantánea.
Tomamos una vertiente,
que desembocaba en Senda Negra, terreno sinuoso, resbaladizo y muy difícil,
cada uno intentaba mantener la bicicleta recta, los frenos a punto de sal para
no deslizarnos por la senda, el barro se pegaba a las cubiertas haciéndolas
cada vez más anchas, era muy importante mantener la distancia de seguridad con
el compañero de delante y poder engancharte a una rueda experimentada que te
guiase por el buen camino.
Entre sustos,
equilibrios, golpes en la amortiguación, deslizamientos varios, patinetas, y
derrapes de película, nos reagrupamos tras superar el escalón.
Continuamos, pedaleando,
todo el grupo se avisó simultáneamente del peligro que albergaba la senda el Monolito,
muchos de nosotros hemos tenido o conocemos de alguien que ha sufrido alguna
caída, por lo tanto, nuca está demás ir seguro, mejor prevenir… que curar.
Sorprendentemente, el Monolito
me pareció mucho más seguro que con el terreno seco, solté freno y me dejé
llevar por las rocas y la tierra, parando de vez en cuando para dar tiempo a
los compañeros de delante. La cadena chocaba repetidamente contra el cuadro,
esta crujía en cada curva y peralte que superaba, mantenía la postura perfecta
para no precipitarme, al suelo… Todo lo contrario, a lo que debió de hacer
Toño, tuvo que hacer falta la ayuda de Igor para sacarle de aquel “tatachín”
aunque, como relata el mismísimo accidentado: “el arbusto se puso en medio”.
Continuamos bajando hasta
topar con el camino, allí nos reagrupamos de nuevo y ascendimos hasta las
ruinas donde “la cúpula” decidió montar el Belén, el niño Jesús, María y José
también tenían ganas de almuerzo, así que todos sacaron, champán, turrón,
mazapanes, productos típicos de navidad.
Vitín nos deleitó con una
preciosa frase… “Que no haya más "difuntos" y que sigamos aquí el año que viene” Estallido
del corcho, las burbujas chisporroteaban mientras se brindaba, entre sonrisas,
cada uno ofrecía lo que había traído, Pablito y yo, nos adjudicamos el turrón,
luego nos lo arrebató Vitín… Igor llenaba vasos de colacao, por otro lado, se
desenvolvía el mazapán.
Todos los ciclistas
ansiábamos hacernos fotos con el Belén, a padre y a mí nos costó un rato… No
sabíamos que a Javi Blasco le gustaba tanto este escenario, se nos coló en unas
cuantas fotografías J. Ádemás Dalmau,
había dejado su pequeño granito de arena en el hueco de la roca.
Inmortalizamos el
momento, todos con los brazos en alto, levantando nuestro vaso o trocito de
turrón. Recogimos el jolgorio y de nuevo nos montamos en la bicicleta, muchos
notamos el aumento de peso… Aproximándonos a la bajada de senda ruina, esta es
una bajada bastante empinada, con pocas curvas y ondulaciones, pero un terreno
sinuoso, el barro hacía bastante complicado el descenso, algunos pioneros como
David aterrizaron por intentar seguir la trazada, otros como a mi padre, se le
debió de caer la lentilla otra vez, como en el Mantible, porque me lo encontré
descabalgado en medio de la bajada.
Ultima reagrupación, y
comienzo de la bajada a Nalda, en la cual nos cruzamos, con el galardonado
Carlos Coloma, ciclista de influencia internacional, a la altura de Nino Schurter,
Julien Absalon o Toño Pleitos (El portento). Muchos aprovecharon para descargar
las mochilas de envoltorios y botellas en el pueblo.
Tomamos la vía romana y
el regreso a casa se hizo más complicado de lo que parecía, comenzó a llover,
la tierra se juntaba con el agua, y cada vez se salpicaba más barro,5 o 6 se
escaparon del grupo a un ritmo contundente, metí el plato, bajé piñones y poco
a poco conseguí pillar a los adelantados junto a Beltrán, pero rápidamente me
percaté de que ir a detrás era un gran error, las ruedas escupían fango y la
visibilidad era prácticamente nula, de vez en cuando me pasaba el guante por la
gafa, para quitar el agua, el frío empezaba a hacer mella, y después de unos
cuantos pretones, llegamos a las Gaunas con las caras llenas de barro, la ropa
empapada, manos y pies helados.
Lavamos las bicicletas,
intentando dejar bien limpia cada parte, y nos despedimos de los compañeros.
Unos nos fuimos a casa, otros almorzaron.
Otra vez más es un placer
compartir rutas con vosotros, en especial, esta última ya que montar el belén
es una tradición que seguro repetiré el año que viene.
Gracias amigos.
6 comentarios:
Muy buena crónica Jorge, se notan los estudios.
También decir que nos acompañó Fran desde la senda de la ruina, "como andas Fran..."
No me enteré de lo de Toño aunque tampoco es que me sorprenda en demasía, se parece cada vez mas a uno que conozco que nunca tiene la culpa, ahora resulta que la tiene el arbolito ¡¡que pena!!.
Otro año mas colocando el Belén, una tradición que no se pierde y que esperemos continue por muchos años mas.
Gran día una vez mas.
Buena crónica Jorge esta ruta de montar el
Belen la esperaba con cariño me encanta compartir con todos vosotros estos momentos mi toñito un portento como mejor baja de cabeza algún día parte el
Casco como Dalmau son malas fechas para arriesgar ya lo dice pepe un abrazo a todos
Muy buena crónica Jorge.
¡¡¡Vaya tela!!!
Muy buen esteno, Jorge!!! como se nota que has salido a madre...
Una sola crítica; la descripción del paseíllo de un tal Roberto (de Montemediano, para más señas) debería haberte ocupado, al menos la mitad, de la crónica. Desconozco si habrás tenido presiones o sobornos (en forma de Tarmac) para que pasaras tan por encima de este gozoso episodio.
Las fotos de Vitín y sus dificultades para sortear el puentecito de salida de la senda de Ramón, también son impagables.
Lo de montar el Belén es divertido, pero tampoco hay que perder el norte, como Igor. Si por el fuera montaríamos un Belén todos los domingos (debe ser deformación profesional).
Buena crónica Jorge. Divertida la rutilla con Belén, cava y barro, una gozada.
Muy buena crónica Jorge y te pido disculpas por hacer el comentario tan tarde, pero tengo esta mala costumbre. En mi descargo diré que otros ni siquiera las leen.
Es una delicia que gente joven participe de estas aventuras, sobre todo si los conoces desde que eran unos mocosos dando patadas a un balón.
David y yo no tenemos perdón por olvidarnos del vermut, pero es que nos estamos haciendo mayores y nos falla la memoria. Menos mal que las piernas siguen funcionando para poder seguir a tanto fenómeno.
Un a brazo a todos
Publicar un comentario