10 diciembre, 2017

Oteruelo-Carbonera-La Villa (11 Ciclistas)

POR EL VALLE DE OCÓN
6 de diciembre de 2017
Distancia: 87km
Desnivel acumulado: 1530mt
IBPindex: 108

Crónica por Richi “Barrankas”

Una vez más me toca la crónica (y ya van dos). Después de varios días deliberando, la cúpula ha creído conveniente realizar este recorrido, pues con los días de nieves que hemos tenido no se sabia muy bien hacia donde ir. Gracias a nuestro gran álbum de rutas se puede elegir y disfrutar todos los domingos.

 Da un poco de pereza levantarse, pues daban frío, pero una vez arriba no parece que haga tanto (me pienso). Gran error el mío, en cuanto bajo a la calle lo que veo me confirman las previsiones, la hierba blanca, los cristales de los coches helados y sobre todo el termómetro de la marquesina de la parada del bus me lo confirman: 2grados bajo cero. Frío, sin duda.

 Aún así en la gasolinera nos reunimos once comprometidos (después de las últimas salidas espera ver a más). Estos somos:
 Luis, Miguel (sobrino), Pablo, David, Toño, Igor San Juan, Diego, Israel, Víctor, Pepón y yo Ricardo.



Hoy esperamos lo justo, no estaba la mañana para estar allí plantados. Partimos hacia Alberite de charla, tranquilos, comentando sobre todo como iba bajando la temperatura según salíamos de la ciudad, como podéis imaginar los campos totalmente helados, según los “cuentas” de unos y de otros alrededor de los -5º.

 Nos presentamos en Alberite en un momento, subimos la cuesta de las bodegas y nos dirigimos a cruzar la carretera de Ribafrecha para enfilar el camino que nos dejara en Murillo. En este camino se aumenta el ritmo, unos más que otros, lo hacemos rápido y aunque la helada continúa el cuerpo ya lo nota menos. Bajamos por la sendita que nos deja en la carretera (en las curvas del Perchas) a la entrada prácticamente del pueblo, lo cruzamos en dirección Ventas Blancas y después de un repechito dejamos el asfalto y nos metemos en un camino por donde está la ermita de Santa Ana. En este camino se vuelve a aumentar el ritmo y ya estamos en Ventas Blancas sin apenas darnos cuenta.


 Este pueblo marca prácticamente la entrada al valle de Ocón. Nuestro protagonista de hoy.
A partir de aquí es totalmente nuevo para mí, ya que no me había tocado hacer esta ruta nunca, espero poder transmitiros lo que vi ya que creo que es un valle que merece mucho la pena.
Sin apenas dar tiempo a comer algo, pues la ruta es larga, salimos por un camino que continúa con la escarcha, por detrás del pueblo. Nos dirigimos a vadear el río Jubera. Cruzamos entre unas viñas y nos plantamos en, ¿¿¿el río??? Ni gota de agua. Esta vez no habrá problemas, pues me cuentan que alguna otra vez si los hubo, aún así en algunos tramos cuesta pedalear por la cantidad de cantos rodados.

A partir de aquí, todo para arriba. Sin descanso el camino se va empinando, eso sí, está en perfectas condiciones. Se ven recientemente arreglados y se puede pedalear sin ningún problema. Cruzamos la LR-471 dejando a nuestra derecha la ermita de Nuestra señora del Carmen y un poco más adelante girar a la izquierda. Vamos entrando y saliendo por varias carreterillas comarcales, enlazándolas con caminos.


Ya llevamos un tiempo viendo a nuestra izquierda “un gigante” como le  diría nuestro hidalgo Don Quijote a Sancho. En efecto es un molino de viento, como todos ya sabéis. Unos de los motivos por los que visitar el valle, ya que aquí se celebra todos los años la fiesta de la molienda finales de Julio o principios de Agosto. Llegamos hasta enfrente de él y paramos, por fin, a comer algo y hacernos la foto de grupo, pues aquí nos abandonan Luis, Miguel, Diego y Toño.
Después de despedirnos arrancamos dirección Oteruelo. Un lugar que, para alguno que no lo sepa, diré que en los años 80 se ubicó aquí una comuna y se utilizó como lugar de desintoxicación para los jóvenes (sobre todo), ya que fue una época de infausto recuerdo. Antes de llegar a este lugar creo recordar, hay cantidad de señalizaciones  e indicadores dirigiéndonos a más lugares de interés, y aunque yo no lo vi, hay un indicador de un acueducto, de San Julián, creo que se llama.


Para llegar a Oteruelo, después de dejar una de las comarcales, entramos por un camino flanqueado de robles bajos, que se hace corto pero muy bonito, donde los charcos están completamente helados.
 Ni que decir tiene que para estas horas de la mañana la temperatura ambiental ya ha subido, la corporal hace rato, pero eso tiene sus ventajas e inconvenientes como vamos a ver.
Pasamos por Oteruelo sin detenernos (a mi no me hubiera importado parar un momento) y continuamos hacia Carbonera, punto más lejano de esta ruta. 

El camino un poco más roto que los anteriores nos deja en un alto donde el sol de la mañana ya esta haciendo de las suyas y nos deja el camino con un barrillo que se empieza a pegar a nuestras monturas y a nuestras ropas.
 Dos acontecimientos en este lugar. Primero, vemos dos corzos (creo), correr a nuestros pies, por la pradera que divisamos desde el alto y segundo, nos cruzamos con dos moteros, que si llega a ser esa curva más cerrada no se que hubiera pasado. Sin novedad llegamos a Carbonera.



 Nuestra intención era coger agua en la fuente. Ja. Ni gota, bueno no, eso era lo que caía una gota. Descansamos un momento, comemos un poco y ya de vuelta dice Víctor, pero con lo que ello conlleva, la vuelta va por sierra La Hez, lo más duro de esta etapa. Antes de continuar tengo que decir que me sorprendió la cantidad  de placas solares instaladas en este pueblo. Otros lugares podían tomar nota.

No hemos dejado de ascender y estamos a unos 800 metros, y lo que nos queda. Salimos hacia la sierra. Hasta que cumbreemos, hay ya no se si 4 ó 5 subidas con sus correspondientes bajadas que paso a relatar. La primera en la frente, una rampa importante para empezar, que con calma, no puede ser de otro modo, consigo superar. A los demás empiezo a perderlos de vista. El camino va entrando y saliendo del bosque de robles en el que nos encontramos, que aunque pelados esta muy bonito, y según la orientación nos vamos encontrando con gran cantidad de hielo consecuencia de las últimas nevadas, o barro consecuencia del deshielo. Así que con prudencia en las bajadas y pretando en las subidas llegamos al último rampón, según me cuentan tiene un 29% de desnivel, así que no me extraña que no pudiera con él. Cuando di la curva y lo vi, me dije: este no es para ti, así que a pata.


Todos los demás lo subieron montados, son unos artistas, aunque dicen las malas lenguas que hubo algunos calambres y subida de bolas, a mi también se me subieron, pero hasta la garganta.

Una vez todos arriba una vista al paisaje, que por cierto es una pasada. Desde aquí se divisan los pueblos que forman parte de este valle, algunos son: La Villa, Pipaona, Las ruedas o Santa Lucía, todos denominados de Ocón por su puesto.
Ya desde aquí “todo favorable” dice el jefe, y así es, excepto alguna pequeña rampita.
Nos tiramos por una sendita muy marcada y con escarcha para llegar sin problemas a La Villa. Un poco de agua en la fuente y continuamos hacia Santa Lucia. Llegamos en un “pis” “pas” ya que el descenso es rápido y noble. Aquí tenemos otro punto de interés ya que este es el pueblo de las esculturas y cada año se celebra una exposición de éstas efectuadas con los materiales del terreno. Digno de ver sin duda. Como ejemplo el pueblo nos recibe con una cosechadora de madera, recuperada y expuesta permanentemente.

 No quiero decir adiós al valle sin antes recordar que también tiene su lado gastronómico, no va a ser solo cultura, y que en Pipaona se puede comer un excelente cochinillo asado. Se denominan “jornadas gastronómicas del lechón de Ocón”.

 El relato va a llegar a su fin, pues desde aquí volvemos ya a Ventas Blancas y por donde fuimos, volvemos. Murillo, Alberite Y Logroño. La vuelta se hace a buen ritmo, demasiado en algunos momentos para mi pues voy en la reserva, pero me van llevando en volandas entre todos (que majos) y sin novedad nos plantamos de vuelta en la gasolinera, a lavar la bici, que vaya días que llevamos.

Nada más, solo espero que algún día disfrutéis de este valle como yo lo hice.
Salud,

Barrancas.

5 comentarios:

vitinbtt dijo...

Muy buena crónica Ricardo, muy bien explicada, aunque podías haber hurgado un poco en la herida de los que se hicieron "caquitas" para no hacer la ruta completa, y además llegan a Logroño y se van al bar ¡¡QUE PENA!!
Gran mañana y ruta bastante exigente, sobre todo por la kilometrada; sigo pensando que prefiero hacer esta ruta ahora que no en pleno verano y volver con 40 grados hasta Logroño, para gustos los colores.
Seguimos añadiendo kilómetros a nuestro rutómetro particular, ya se va acabando la temporada y enseguida comenzaremos la siguiente.

Pepón dijo...

Gran crónica Ricardo, digna para una gran ruta. Te vi muy en forma.
Pasamos una buena mañana aunque un "poquito" fría.
Otro gran domingo y van....

Toño Pleitos dijo...

Buena crónica Ricardo. Como te documentas, no queda ermita o pueblo al que no le pongas nombre. Eres un fenómeno.
Respondiendo al Visir sobre la época indicada para realizar esta ruta, le recomiendo que no use artimañas de tertuliano político, y que todos estaremos de acuerdo en que entre los -5 a los 40 grados hay una amplia horquilla y que se podría realizar también en otoño o primavera con temperaturas no tan extremas.
Como Ricardo es bueno y no quiere hacer sangre, ya lo hago yo que soy malo y tengo el comillo retorcido, hay que hacer constar dos cosillas; 1ª) El bueno de Fernando Rica Hijo con el que compartimos camino hasta Alberite, inocentemente, nos chivó la deserción y traición de Edu Jabalí que decidió ponernos los cuernos con los chicos de Ciclosport y 2ª) La extraordinaria forma física mostrada por Israel durante toda la ruta y que consiguió sacar de punto a Igor Calamidad, que para justificarse lo único que nos dió es un chorreo inagotable de excusitas.

Fer Alcalá dijo...

Estupenda crónica Ricardo, muy bien descrita. Todavía se oyen los comentarios de la extraordinaria forma física que demostrasteis Israel y tú. Se ve que os motiva el frío y apoya mi teoría de que hay que ir ligerito de ropa y fresquito para rendir más.

israelogro dijo...

Magnífica crónica Ricardo y como bien dijiste a los que se fueron antes, ni nombrarlos.
La ruta bien divertida y exigente tuvimos un día espléndido.