21 de Septiembre de
2017
Distancia: 37km
Desnivel acumulado:
620mt
IBPindex: 36
Crónica por Fer.
Senditas por Logroño y Oyón.
Victor, Dieguito, Pepón, Isra, Ricardo, Javi
Bartolo, Toño, Javi Costero, Jonatan y un servidor Fer Alcalá.
Las ocho menos cuarto, creo que ya va siendo hora
de levantarse…….. Las ocho menos diez, te estás pasando Fernandito…, ya te
vale, deja ya de perrear en la cama y levántate de una vez……... Las ocho menos
siete minutos, ahora o nunca. ¡Qué cuerpo Virgen Santa! , definitivamente los
vermuts toreros y la bici no combinan nada bien, tengo que seguir con los Gin tonics de toda la vida.
Más puntual que nunca estoy en Franco Españolas y
viendo la jeta o la mala jeta de algunos compruebo que los cambios de tiempo y
los San Mateos van dejando huella,
¿verdad Toñete? .
Diego, nuestro maestro mecánico, me coge por
banda y me pregunta que por dónde quería meter el aire a mi amortiguador el
martes: - Pues ….pues…yo…yo…..por donde creía que se podía, pero meter meter…..pues
no sé… por donde se puede…..o por donde a uno le dejan…- ¡Ala, déjame en paz,
que uno está todavía dormido para poder pensar con claridad!. Resulta que mi
amortiguador tiene válvula de entrada y válvula de salida y yo, con la ayuda de
Santi, ¡no es poco cabezón! venga a darle por la de salida ¡Qué bochorno!
Estamos diez, ni muchos ni pocos para ser San
Mateo. Si a todos les ha costado tanto levantarse como a mí, somos multitud,
así que sin ninguna esperanza de que aparezca nadie más, nos vamos a buscar las
senditas prometidas para la mañana de hoy.
El primer tramo es bien conocido: desde el camino
de Santiago arreamos por el empinado camino que va a la cumbre del Monte
Cantabria. Contemplamos desde lo alto un Logroño tranquilo y silencioso, varado
en un meandro del Ebro, aún reposa después de una noche festera. Pese a ser el
mejor puesto de observación posible de la ciudad, no logramos ver un alma por
la calle, parece como si la alcaldesa hubiese promulgado un edicto, por el que
se prohíbe a los logroñeses salir a la calle hasta la hora de la misa y el
concejal de festejos –no estaría nada mal- hubiese requisado todos los bombos y
demás artefactos de percusión de las peñas.
El lugar nos parece el más adecuado para hacer la
foto de grupo. Además ya hemos intuido que Joni, uno de nuestros acompañantes
de hoy, tiene ganas de despeñarse, así que mejor hacer la foto ahora que
todavía estamos todos.
El descenso lo iniciamos por la radical senda que
arranca desde la cumbre, sin perder de
vista Logroño. Vitín se lanza primero y se para unos metros abajo para hacer fotos.
¡Bajar, bajar, que está muy bien! nos grita el malvado. Incauto y confiado
inicio alegre y rápido el descenso; demasiado rápido tal vez. La sendita está
curiosita, seca y traicionera como nunca; intento frenar un poco, las dos ruedas
patinan, pierdo adherencia y caigo hacia
un lado sin mayores consecuencias que las de tener que apartarme y disfrutar
viendo la cara de susto con la que bajan todos los demás al sentir cómo sus
ruedas traseras se deslizan patinando sobre las piedrillas que tapizan la inclinada
senda, y que juguetonas, se empeñan en querer seguirles ladera abajo.
Nos dirigimos ahora a Oyón, para realizar las ya
conocidas sendas por sus alrededores. Iniciamos la serie subiendo por el
siempre complicado camino al montecito donde está la cruz. Esta corta subida es
uno de los sitios que siempre nos
motivan, porque el que más o el que menos, ha tenido que echar el pie en alguna
ocasión, así que siempre hay que estar concentrado, dejar distancias para no
molestarse, elegir el sitio por donde menos piedras sueltas haya, y pedalear fuerte.
Vamos…. ¡como la vida misma!.
Una vez en la Cruz, hay dos opciones para bajar:
senda por la izquierda: Guatemala; senda por la derecha: Guatepeor. Yo me
decanto por ir detrás de Dieguito, que ya os podéis imaginar cual es la que elige
este cafre.
Vamos enlazando el resto de recorridos habituales
y la complicación de la subida de una de ellas, con sus innumerables
escaloncitos, hace que nuestro amigo Isra vuelque hacia atrás, igualito que los
remolques con uva en la bodega. Menos mal que dos años de clases de aikido a distancia le han dejado el instinto
innato de rodar y terminar de pie, mirando al tendido como los buenos toreros.
A partir de aquí, iniciamos un recorrido
enosenderoturístico por los viñedos de la zona, transitando y enlazando fincas
por lomas, promontorios y altozanos que seguramente no han sido pisados desde
que se inventaron los tractores. Me imagino a José Mota diciendo “Si no es por
no ir, pero ir por aquí, empudiendo ir por allí, es pa na” . No me lo imagino,
se lo oí decir a un siempre prudente
Javi Costero: -veo que a vosotros os gusta poco la carretera-.
Pues has dado en
el clavo amigo, y por no pisar la carretera, ni siquiera caminos como hoy,
vamos a terminar todos en locos. Yo enseguida me doy por vencido, pues a mi
edad, la retentiva ya está muy deteriorada. Ricardo, último explorador de la
tribu Arapajoe, por mucho que se baja de la bici, para según él, reconocer mejor el terreno, no es capaz de encontrar
un rastro conocido. Javi Bartolo, cada vez que lo miro, tiene los ojos como
idos, sus hombros incrédulos en continuo movimiento compulsivo hacia arriba y hacia abajo…. y mascullado siempre la misma
frase: - yo juraría que por aquí no he estado nunca -.
Qué pena que no esté
aquí otro gran conocedor de las tierras riojanas que yo me sé.., pero resulta
que ahora se dedica a ir a la caza del famoso, - mejor le iría cazando pokemons
con Miguel Angel.- y claro…..como
trasnocha el señorito, ahora adjudica
las crónicas sin ningún pudor ni compromiso, desde la cama.
Recalamos en una espectacular viña, cobijada y
escondida en una bonita vaguada. Dice un conocido mío, cuando ve a algún
“gachó” bien vestido y con buen color: “este tiene color de rico”. Pues estas
viñas también tienen ese inconfundible “color”. En la esquina más alta de la
viña hay una construcción singular: sobre una base de piedras encementadas, de
aproximadamente dos metros de altura, se alza una terraza descubierta, a la que
se accede por una rampa y escaleras, alicatadas con un gres “imitación madera”,
que más de uno lo quisiera para el salón de su casa. En el centro, una pila de
palets bien barnizados hace de mesa “underground” y una barandilla te invita a apoyar los codos
y contemplar el viñedo. Tras sesudas deliberaciones entre mis compañeros,
llegan a la conclusión de que este lugar sirve, previo escote de cien euritos
por barba, para traer a turistas, darles una copita de vino, cuatro aceitunas y
una charlita de lo bonito que es vendimiar, pues al final resulta ¡qué asco de
dinero!, que hay que pagar al banco el emparrado de la viña, el riego, la mesa
“underground” y el gres imitación
madera.
A mí, que
tengo la manía de ver o imaginar cosas que otros no ven, se me antoja el
capricho “megalomaniático” del dueño de estas impresionantes viñas, que
intentando imitar y modernizar al Tío Pimiento, ha dejado en su testamento que
lo han de incinerar sobre esta pila de palets , contemplando por última vez sus
dominios plantados de excelente tempranillo.
Yo, sigo imaginando y veo a su viuda, seguramente más joven que él y a sus
hijos, seguramente con las manos más finas que él, como descorchan
desconsolados unas botellas de la mejor cosecha de la bodega, le prenden fuego a
la pila y al difunto y ven como las cenizas se elevan y se esparcen sobre sus queridas
vides, las de ellos, porque ahora ya son de ellos y se incorporan al eterno
ciclo de la vida. ¡Vamos!, el sueño de cualquier buen padre y también de cualquier
vinatero: convertir la grasa en vino.
Perdonarme por estas divagaciones, pero como no
sé deciros por donde vamos, voy improvisando. Volvemos hacia Logroño y
recalamos en El Corvo. Por una vez conseguimos
convencer a nuestros degenerados guías de no visitar la zona
vicioturística de este monte, sino una que sea cicloturística.
Pepe nos incita
a buscar en la ladera orientada al este, un circuito que él conoce y que encontramos escondido entre los tupidos
arbustos que tapizan el lugar. Consiste
el circuito, como no, en una senda zigzagueante pero sin dificultad alguna, que
va apareciendo delante de tu rueda a
medida que la recorres.
Bajamos a la gasolinera, prudentes la mayoría,
decidimos no arriesgar, pues como dice Igor – son malas fechas- y bajamos por la senda buena, mientras que
algunos, que se nota no les están esperando los hijos para que les des la paga para ir a las
barracas, ni mujer que les llore, deciden
bajar por la más ancha pero
arriesgada de la izquierda. Joni, insistente hasta el final, casi consigue
poner la guinda al pastel y libra por los pelos.
Se decide, juro que sin mi participación, pues
cruzar el Ebro también es arriesgar, almorzar en un bar al lado de la pastelería
de nuestro amigo Tomás. Javi, seguramente trastornado por transitar por tantos
lugares por donde nunca había estado, se despista y termina intentando almorzar
en “La Terraza”, sin móvil y sin amigos, mientras nosotros, tremendamente
preocupados, le esperamos comiéndonos
unas suculentas sartenadas en la otra punta de Logroño. Por fin aparece y
aunque intenta echarnos la culpa, el tiro le sale por la culata, pues para su
desgracia, la idea de almorzar en este sitio ha sido de la “cúpula” y recibe
por todos los lados. Algunos incautos
que intentamos echarle un capote, también recibimos lo nuestro y hasta creo que
me llamaron “chupa nardos”, que todavía no estoy seguro de su significado, pero
que teniendo en cuenta que me lo dijo mi amigo Pepe, probablemente sea porque
conoce mi gran afición a la botánica.
Hasta la próxima amigos
Fotos
5 comentarios:
FerVantes lo ha vuelto a hacer, de una ruta de pocos kilómetros hace una crónica de muchos "kilates"; ¡¡¡GRANDE!!!
Casi que estas crónicas no se pueden (ni deben) comentarse, ya que se deja muy pocas cosas en el tintero, una de ellas ha sido que Igor San Juan "arriesgó" en demasia viniendo a almorzar y como ya estaba, se metio entre pecho y espalda el almuerzo que se debia haber comido "El Marques", que menuda cabeza tiene, él esperando en "La Terraza" y nosotros almorzando en el "Nuevo Gurbindo" (Ni en un guión de Berlanga...)
Alcala nos vas a tener que dar clases de crónicas eres un maestro de las letras pobre Bartolomé se quedó sin lmorzar pero a mí bien me vino
Se me saltan las lágrimas, cada vez, se me acaban los adjetivos. Sin duda, como siempre, una gran crónica y un gran día de MTB.
Bartolo espabila para otro día.
Salud,
Barrancas
Buena crónica Fer!!! Buena rutita para despejar las mentes nubladas por los excesos etílicos propios de esas fechas mateas.
Resaltar que mientras Bartolo, que hizo toda la ruta con nosotros, se perdió para el almuerzo -hubiera pagado por verlo por un agujerito esperando sin móvil en La Terraza- otros (Víctor Llop e Iker), en cambio, que no nos encontraron durante toda la ruta por más que fueron en pos nuestra, para almorzar estaban los primeros sin haberles dicho donde lo pensábamos hacer.
Magnífica crónica Fernando y una ruta bien divertida aunque en plenos SanMaetos un poco mareante tanto requiebro y revueltas.
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