24 de agosto de 2014
Distancia: 53km
Desnivel acumulado: 1388mt
IBPindex: 115
Crónica por Jose Eugenio.
Ha pasado ya un año de la última
ruta que preparamos la cuadrilla por este bonito paraje del Parque Natural de
Cebollera y aquí nos encontramos otra vez, dispuestos a afrontar el nuevamente
duro recorrido que nos deparará este lugar. Casi con total seguridad, vayamos
por donde vayamos la dureza siempre nos va a acompañar así como los hermosos
paisajes que de ellos la zona está prácticamente saturada.
Habíamos quedado a las 6:30 h. en
los Golem con la intención de salir de Villoslada una hora después, y con buena
puntualidad emprendimos la ruta 10 madrugadores amigos en una fría mañana con
apenas 8º de temperatura. La expedición estaba compuesta por Vitín, David,Israel, Roberto, Eduardo, Santi, Jesús, Diego, Tate y Pepón.
La más que transitada Senda de la
Virgen hizo que al poco rato entráramos en calor y no comenzamos con buen pie,
pues en apenas un par de km. tuvimos el primer percance de la mañana. A Santi
se le rajó la cubierta por el flanco y tuvo que colocar una cámara para
solucionar la avería. Empezábamos la ruta con un poquillo de mala suerte pero
después de una pequeña demora, salimos de la senda con el primer atracón de
piedras en nuestras espaldas.
A continuación subimos por el
bello camino del Arroyo de las Rameras, era la primera vez que lo hacíamos en
una quedada del grupo y resulto ser bastante entretenida y hermosa la subida
hasta que se acabó el terreno ciclable y hubo que subir un poco con la bici en
la mano para empalmar con la Pista del Sillar.
Llenamos los bidones en un
caudaloso manantial y continuamos hasta el Collado de Sancho Viejo, un lugar
con unas vistas formidables en las que se divisa gran parte del parque y que
aparece en innumerables fotos que con el paso de los años hemos ido plasmando
el grupo, casi hasta nos saluda su letrero de las veces que lo hemos visitado.
Este año la bajada al pantano la
íbamos a realizar por el Sendero de Pajares el cual no está muy transitado y
resulta un poco pestoso en su descenso. Nuevo percance al quedársele a Vitín la
cadena atascada en los piñones y aunque relativamente sencilla su reparación
nos llevó un tiempo solucionarla. No fue la última avería en esta zona ya que
al “reservado” Roberto se le estropeó la nuez de la tija del sillín y “horror”,
ya se veía con la obligación de tener que hacer el resto de la ruta sin sillín
con lo incomodo que se siente en esa circunstancias. Apareció el “manitas” de
Diego y en un santiamén le solucionó el problema pudiendo continuar la ruta sin
no más que algún reajuste de vez en cuando para matizar la reparación. Reseñar
que esta “simple” avería se llevó a cabo gracias a la “buenísima” herramienta
de la que dispone Roberto. -Hombre prevenido, vale por dos-.
Terminamos la senda campo a
través y cogimos el camino que rodea el pantano para llegar a la carretera de
Soria en el cruce con la de Laguna de Cameros. Llegado a este punto
aprovechamos para comer y Santi, visto que no solucionaba el problema de su
cubierta rajada, opto con paciencia y por carretera, regresar a Villoslada
dando por finalizada la ruta. Más tarde subiría en coche a esperarnos a la
Venta de Piqueras.
Unos 500 m de carretera y tomamos
el desvío hacia la Casa Forestal la Pineda, para tomar, primero por un
cortafuegos y luego por un empinado camino el rumbo que nos llevaría a la
cresta de la Cañada Real Soriana.
En este tramo ya iban apareciendo
los primeros síntomas de cansancio pues aparte de la pendiente, la temperatura
era de la que espabilaba a los tábanos, alguno ya los sufrió en sus carnes, y
no ayudaba a rematar las cuestas. Un mal apañado camino de “saca” de madera nos
dejó en la zona de la cañada llamada Cumbrero de Valdetejada y en una corta
distancia y por una pista en muy buen estado por la que se agradecía pedalear,
llegamos a la cima del Puerto de Piqueras.
En este punto cumplimos con la
obligación casi más importante de la jornada, llamar al restaurante Corona de
Villoslada para que nos guardara sitio para comer. Así lo hizo el bueno de
Eduardo y después de confirmarnos la reserva y comer unas barritas nos lanzamos
en fila india por la vía romana que desemboca en la Venta de Piqueras. Este
tramo es bastante sencillo de realizar y en apenas unos minutos ya estábamos en
la Venta para coger algo de resuello.
Unos botellines de cerveza nos
refrescaron el gaznate y el ventero que conocía a Vitín le dijo que esperáramos
un poco que nos iba a sacar algo para picar. Sin tiempo material para
entretenernos, nos agasajó con unas buenas lonchas de jamón no sin las
protestas de un servidor, pues como ya conocéis a la cuadrilla, en cuanto les
nombras que nos van a sacar comida se acomodan y ya no los mueve nadie. Apenas teníamos el tiempo justo para realizar
la ruta y una demora en ese lugar quizás hubiera hecho que no la pudiéramos
realizar entera. Aparte de ese motivo, también había componentes del grupo que
tenían que cumplir con la obligación de comer con su familia y no debíamos
retrasarnos bajo ningún concepto. Hubiéramos hecho “la madrugada del pellejero
que le da el sol en la barriga y se piensa que es el lucero”, así que seguimos
por la calzada romana para en unos pocos minutos llegar a San Andrés.
Nos quedaba apenas hora y media
de ruta y en este lugar confirmamos que nos daba tiempo para hacer todo el
recorrido. Israel aunque cansado mostraba su cara de satisfacción por como iba
realizando el recorrido y con un poco más de esfuerzo se veía capaz de
culminarlo.
El tramo de San Andrés a
Lumbreras es un poco sinuoso y con un par de repechos de cierto porcentaje, aun
así se hace con relativa facilidad, lástima que para estas alturas alguno ya
empezaba a estar harto de tanta piedrita y se le notaba con ganas de acabar.
Bueno... Lumbreras y para abajo
por el camino del río, repechón técnico y a la carretera para, ahora sí, hacer
el tramo último y archiconocido por la mayoría del sendero de la Laguna de la
Nava.
Este año también tenía un poco de
agua lo que hace que el paraje tenga más belleza, y lo que le da más belleza en
sí, son la cantidad de rocas que lo hacen verdaderamente entretenido a la hora
de circularlo. Lástima que a David una de esas rocas le dejara una señal
parecida a la que le dejaría Sergio Ramos después de hacerle una entrada con
los tacos por delante.
Paradita en la portilla y a por
el complicado último tramo. Este año se pasó sin apenas incidentes y culminamos
la ruta a las 2 de la tarde cansados pero satisfechos por la jornada.
Destacar el mérito de Tate pues
hizo la ruta con una mítica bicicleta “coronas” con sus relativas limitaciones
lo que no le impidió acabar como un campeón a pesar de las dificultades por las
que atravesamos.
Jesús se dio cuenta de las
benevolencias de su 29 y de lo bien que se comportaba en estos complicados
terrenos, los escalones comentaba que los superó como nunca.
Guardamos las bicis en los coches
y al río a refrescarnos. El agua como siempre, del tiempo. Un par de galimbas y
a comer que ya nos hacía falta. Que bien dan de comer en ese restaurante, es de
los que merece la pena visitar de vez en cuando. Tertulia dicharachera
comentando las jugadas más interesantes y regreso a casa no sin antes pasarnos
por el Dover a echar la merecida “espuela”.
En fin, una buena jornada otro
año más, creo que perfectamente documentada por nuestros grandes reporteros
gráficos, y a esperar hasta el próximo si Dios quiere, para que podamos realizarla
otra vez, y ya sabéis, como diría el gran Preciado,
-Hasta mañana, canallas.
FOTOS AQUÍ:
4 comentarios:
Bien Pepe, bien. Crónica que relata a la perfección todo lo que en ella ocurrió y define bien la dureza de los tramos "empedrados", para la próxima esperemos que la prepares mejor quitando los pedrolos del principio y del final de la ruta, aunque sin ellos ya no sería lo mismo.
Pobre "pupitas", no se si por que es una specialized o por que es 29 pero no acaba ninguna ruta sin "rebozarse" ¡Que pena!
Parece mentira, pero siento envidia de la ruta y su dureza.
Bonita y exigente ruta.
La "cara de satisfacción" es la que se me pone cuando sufro falta de oxígeno al cerebro.
Gracias por el apoyo y la paciencia.
Seguro que fue una ruta estupenda, exigente y bien preparada.
Ya siento no haber estado.
Salud Barrancas.
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