28 abril, 2017

Travesía de Lodosa (10+6 Ciclistas)


23 de abril de 2017
Distancia: 52km
Desnivel acumulado: 1060mt
IBPindex: 60


Crónica por Alvaro.


Vitin, Valero, Israel, Toño, Alvaro, Igor San Juan, Ana, Jero, David, y Carlos; los que fueron y no la realizaron: Pepe, Javi, Dieguito, Jabalí, Miguel”cuñao” y  Mikael.

Pasada ya la Semana Santa y con alguna que otra torrija y limonada aún en proceso de digestión, llega el gran día en el que nuestros compañeros de Lodosa, otro año más, se cascaron su ya tradicional marcha.
Bocadillo de chistorra, bocadillo de chistorra, eso era la único que pensaba cuando me desperté. Este año me tocaba ir y volver en coche desde Logroño, pero un grupo de intrépidos se despertaron unas horas antes para salir desde el Rioja Forum: Ana, Igor, Pepe, Javi, Diego… quienes a sabiendas del frio que iban a pasar, realizaron la peregrinación hasta la línea de salida. Un pequeño calentamiento antes de darlo todo.
En este día se manifestaron las 3 especies que convivieron en esta salida dominical del grupo:
El Homo completus; dígase de aquellos que parten de madrugada dirigiéndose a Lodosa, se zurran el lomo con los navarricos y regresan a su correspondiente domicilio en el mismo medio de desplazamiento en el que partieron, en bici.
El Medius Homo: dígase de aquellos que parten de madrugada dirigiéndose a Lodosa, se zurran el lomo con los navarricos y regresan a su correspondiente domicilio en otro medio de desplazamiento en el que partieron, en coche.
Y el Homo Delicadus: dígase de aquellos que parten de mañana dirigiéndose a Lodosa, se zurran el lomo con los navarricos y regresan a su correspondiente domicilio en el mismo medio de desplazamiento en el que partieron, en coche.
Hecha esta aclaración, el grupo de Homo completus, en el que no me encontraba yo, debió partir de Logroño con una temperatura cercana a 0 grados y palabras textuales del señor David por wassap para ayudar a mi readacción fueron:
 “La ida comandada por Pepón, Dieguito se ha puesto malo y hemos pasado frio.”
Con tal cantidad de información y al verme abrumado por la misma, creo que lo mejor es mencionar que Pepón ya está ciclando, muy buena noticia. Diego ya pasó el mal trago y para el resto, agradecer, creo que hablo en nombre de todos, las fotos y los ánimos que nos dieron a todos en una de las rampas.
A eso de las 8:00 había quedado el grupo de Medius Homo con los coches para recoger en su casa a la cenicienta (Toño). Cual séquito de carruajes esperando a las puestas de palacio estábamos Victor y yo en la puerta de la doncella. Una vez en marcha nos dirigimos a Lodosa para recoger el dorsal y la fantástica bolsa del corredor. Ciertamente esta carrera no tiene rival en cuanto la atención al aficionado, obsequio de gafas, cantimplora, mochila, pimientos asados, barrita, avituallamientos y recorrido terrible.
Una vez recogidos nuestros dorsales y montadas las bicicletas vamos en búsqueda del reto del grupo, pero ya habían tomado el café y estaban colocados en la línea de salida. Nos colocamos los últimos del montón de gente, cerca de los pros: Canals, Rica… Parecía que la carrera iba a salir al revés. Con la señal, intentamos avanzar buscando al resto de compañeros, entre el grupo veo un chubasquero de la OR , es Jero que parece utilizar en esta carrera su táctica de ahogar psicológicamente al pelotón haciéndose media marcha con el chubasquero puesto. Te sofocaba solo de verlo. Poco después puede ver a David quien rápidamente me dijo: “te toca crónica”, no sirvieron de nada mis quejas alegando que no había salido desde Logroño, que no iba a volver, que no había estado al café… Me  aseguró un resumen por wassap, y lo ha cumplido. Así que eso de que es el hombre sin palabra, se va a acabar. Entre el pelotón puede distinguir a Carlos con su flamante bici nueva y a Isra pero no pudimos saludarnos hasta el final.
Subimos en pelotón la primera rampa asfaltada hasta los depósitos de agua y una vez ahí empezó la a acelerarse el pelotón estirándose como una goma y formando una gran cortina de polvo que hacía difícil la marcha. Como todos sabemos el terreno de Lodosa cuenta con un grandísimo nivel de sendas y repechos que poco a poco van haciendo mella en las piernas, por eso la gran mayoría iba guardando para lo que estaba por venir.
En la siguiente subida había algo de público, entre los que se encontraban nuestros compañeros de la OR, quienes nos hicieron fotos, dieron ánimos y corearon a nuestro paso. Estos señores no tienen precio.
Un par de subidas más y se produce la primera caída, una bajada rápida con canto suelto hace de las suyas y uno de los participantes se pega un leñazo de película. Nos paramos tres personas y mientras dos llamaban por teléfono otros intentábamos retirar la bici, casco,  gafas y demás, que se habían quedados en el medio del camino. El chico recibe a sus compañeros de equipo y proseguimos la marcha.
Una buena dosis de btt es lo que nos esperaba, alguna novedad y clásicos como la senda a media ladera de derechas que hizo gozar y sufrir en las mismas dosis a más de uno. Entre los tramos que más éxito tuvieron hay que destacar la subida final a la cruz, mítica donde las haya.
A lo largo del recorrido había un gran número de fotógrafos colocados estratégicamente buscando instantánea perfecta. Esto es otro de los puntazos de la organización, porque a todos nos gusta tener un pequeño recuerdo. Y qué decir para los amantes del postureo…
Una vez en meta según vamos llegando nos dirigimos a la tradicional chistorrada, menudo festín de tortilla, cerveza, pasta, fruta… Una vez hechos los deberes tocaba recuperar y tomar una buena cerveza con los amigos. Probablemente una de las cosas más baratas y que mejor saben en buena compañía.
Tras el festival gastronómico los tres grupos de Homo completus, El Medius Homo y Homo Delicadus tomaron sus correspondientes medios de transporte e hicieron honor a su nombre.
Una vez más lo hemos conseguido, hemos pasado otra gran jornada compartiendo con quienes hemos elegido, los amigos y haciendo lo que más nos gusta. Un lujo al alcance de muy pocos.



24 abril, 2017

Sendas entre Viñedos(10 Ciclistas)


17 de abril de 2017
Distancia: 45kmt
Desnivel acumulado: 683mt
IBPindex: 35


Crónica por Javi “El Marqués”

Vitín, Ana, Miche, Israel, Javi, Igor San Juan, Dieguito, Luis, Fer,  Edu “gominolas” y Galo.

Lunes de Pascua
Sendas entre viñedos

Llego el último día de Semana Santa, el “Lunes de Pascua”, en algunas partes se tiene por costumbre comer un dulce típico la "mona", nosotros sin embargo quizás no nos comamos ese dulce, pero eso sí, seguro que lo celebramos de algún modo.

Acaban las procesiones, el olor a incienso, el fuerte y penetrante sonido de los tambores y la normalidad parece llegar a nuestras vidas.
Después de 4 días de duro pedalear, "Boss" decide por su cuenta y riesgo someternos a una nueva prueba, nada que unos duros gladiadores no podamos sobrellevar, y nos prepara una ruta repleta de sendas.

¡¡¡ Muy Interesante ¡¡¡
En esta ocasión somos 10, al igual que los 10 mandamientos, y nosotros en comunión con el tercero “Santificamos las fiestas”, a nuestra manera, pedaleando, como bien sabemos hacerlo, haciendo y deshaciendo historias, subiendo y bajando, yendo y viniendo cual voluntarios penitentes que en plena unión con la naturaleza nos dedicamos a trotar mundos nada imaginarios,  más bien reales y tangibles, no recomendados para quienes no tengan como nuestro heroico grupo una férrea y clara convicción del valor, del sufrimiento y del sacrificio.

Vaya recital, como se lo ha currado, la verdad que muchas de ellas eran inéditas, pasaran a nuestro repertorio bicicletil para gozo y disfrute de las nuevas generaciones, debo de decir que tan solo él las conocía, o al menos eso creemos los que como yo nos dedicamos a seguir la rueda de quien en ese día ejerce de guía, una auténtica maravilla, una de esas mañana que hacen del día algo para nunca olvidar.

Víctor el guía, por lo general es quien se preocupa de buscar, enlazar e investigar todos esos recorridos para que podamos disfrutar cada mañana y en cada momento de tantos y tantos instantes de pedaleo, del grupo, y de la amistad que se va forjando a través del sufrimiento, sino fuese por él, no saldríamos de la Dehesa de Navarrete, Clavijo y poco más.
Gracias Víctor, “eres un crak”.

A las 8 como de costumbre nos presentamos en Franco Españolas, la mañana vislumbra sorpresa, emprendemos hacia Oyón y sin calentar siquiera nuestras fornidas piernas propias de una escultura romana nos adentramos en la subida al monte el Corvo, la que hay detrás de la gasolinera del cuarto puente, cumbreamos y continuamos por caminos que bordean el monte por las urbanizaciones de chalets. Las vistas son una maravilla.

Continuamos la subida al monte en el que hay una Cruz y como no podía ser de otro modo, “el incidente del día”, Galo se cae estando casi parado y se hace daño en la mano, sufrido como es intento continuar, pero no pudo ser, tuvo que retornar a boxes y abandonar el grupo.
Galo recupérate rápido, te echamos de menos…

Llegamos arriba, “por fin”, ahora a bajar por el otro lado de la Cruz, la bajada la conocemos, con muchos escalones y un terreno muy seco y movido, un galimatías hasta bajar al camino que va a Lanciego. Seguimos por Oyón y continuamos haciendo otras dos trialeras, esta vez un poco más técnicas para finalizar otra vez en las urbanizaciones. Salimos de Oyón dirección Moreda para hacer una bajada con mucha pendiente pero muy noble, todos la bajamos sin sorpresas, seguimos por el Camino de Santiago y otra vez hasta Oyón. A partir de ahí todo es nuevo, sendas muy atractivas con subidas y otra vez trialeras algo más técnicas, la verdad que una gozada. 

De nuevo toca subir, en esta ocasión un montecillo para bajar a lo más alto de una viña donde nos encontramos un altar, muy bien preparado, alicatado incluso. No sabemos su cometido, suponemos que para divisar lo atractivo del paraje y de la multitud de viñas. Aprovechamos para repostar, nuestros cuerpos necesitan de combustible y por supuesto de la consabida foto de grupo.

Ya solo quedaba hacer otras dos sendas “casi nada”, con sus dos trialeras esta vez algo más exigentes pero que las hicimos sin ningún problema ni padecimiento  y para terminar la senda del monte el Corvo que nos enseñó en su día Ismael para bajar por la trialera complicada que hay encima de la gasolinera del cuarto puente, es peligrosa, el terreno está francamente mal, creo que solo la bajaron Fernando Alcalá, Dieguito  y Víctor.

Finalizamos en Villa Carmelo tomando unas merecidas cervezas y  un piscolabis y ,que casualidad,  aparecieron Pepón y Félix.

Una muy buena mañana de Lunes de Pascua, como siempre un honor el compartir pedaleo con tan insigne grupo.

Hasta la próxima amigos….

21 abril, 2017

La Hoya-Cordal de Albelda (8 Ciclistas)


16 de Abril de 2017 
Distancia: 54km
Desnivel acumulado: 923mt
IBPindex: 79


Crónica por el Grandísimo Fer(vantes)



 Clavijo, La Hoya, Cordal  y una coplilla.
Ana, Victor, Jesús, Igor, Marcelo, Dieguito, Eduardo y  Fer



Un dicho popular español dice así: “En el pecado se lleva la penitencia”. Mi pecado y gordo fue no ir a la Ruta de la Muerte. Allí, hubiese tenido la oportunidad de disfrutar de unos paisajes únicos y  de visitar a viejos amigos: los muros derruidos del monasterio de La Granja, las cruces del cementerio de Matute, Cervancos, la Calderona, el Haya la N , el Muélago, los caparrones……. y seguramente hubiese recibido el honor de escribir una de las crónicas más agradecidas de nuestro calendario. Mi penitencia, igual de gorda que el pecado, es la de tener que redactar la  del domingo, recibiendo el encargo de un rencoroso y vengativo Mulá de Pakistán, herido en su orgullo por no haber asistido a su querida ruta del Viernes Santo, por los montes de  Anguiano y Matute.
El domingo fue un recorrido de transición, lleno de ausencias, sacado de un turbante raído y descolorido, del que a modo de chistera, últimamente salen recorridos sin sentido, unos hechos al revés y otros zurcidos con mil atrezos, junto a sendas inventadas, que después de hacerlas, como la Cueva de Alí Babá, desaparecen a la vista de los hombres y es inútil volver a buscarlas.
Por  Alberite subimos a La Unión, hoy no cogemos el habitual camino que arranca a la izquierda desde la finca de olivos, sino el de más adelante. En la fuente del pueblo nos abandona Marcelo, que poco a poco tiene que ir cogiendo forma, para que podamos seguir disfrutando de sus “cosas”: una rica prosa, si es hablada, o de sus Marceladas, si son representadas.
Ascendemos por la senda hasta las antenas, Dieguito tira a tope, Jesús le sigue, Igor detrás también aprieta y yo… hago lo que puedo. Mientras cogemos aire en este privilegiado mirador, contemplamos abajo el Valle del Ebro y a nuestra misma altura, el Castillo de Clavijo. Tal vez sean estas murallas, nuestro destino más socorrido y su imagen la más reflejada en nuestra retina, pero con nieve, entre brumas, o seco por el sol, su enriscada belleza no deja nunca de sorprendernos.
Hoy lo veo más viejo que nunca, sus almenas, roídas y desgastadas se me antojan la risotada de un anciano, o más bien, la mueca  de una calavera boca arriba, que aunque parezca querer reírse, hace ya muchos años que dejó de vivir.
Cuando quiero darme cuenta, ya se han ido todos y los veo abajo cruzando la carretera hacia el pueblo. Aquí echo de menos a Jero, que se hubiese quedado rezagado conmigo. ¡Una foto, una foto, sacarme una foto! y  con su natural e inimitable postureo, le hubiésemos tenido que sacar su foto número doscientos cincuenta  con el castillo de Clavijo como paisaje de fondo.
Por el cementerio cogemos la soleada pista de Trevijano,  que en progresiva ascensión se va tapando con la protectora sombra de los pinos. A la derecha arranca el empinado y traicionero camino que nos llevará a La Hoya. Sus duras y resecas rampas son como la radiografía que un médico hace a su paciente, aparentemente sano por fuera, vestido y perfumado por el tomillo y el romero, pero  enfermo por dentro, aquejado del peor mal que pueden tener nuestros montes, la falta de agua.
Vitín inicia la ascensión, tras su rueda se situa Diego y yo detrás. Me río para mis adentros, con una cubierta trasera que hace tiempo debía haber sido cambiada y con exceso de presión, va a resultar interesante aguantar el ritmo cochinero del Boss, única persona en La Rioja que consigue subir cuestas  en “parao”. Nos arrimamos todo lo que podemos a la parte izquierda, buscando el contacto con la floreciente roca, superando los numerosos resaltes del terreno y huyendo de la polvorienta y blanquecina tierra, que nos provocaría una inmediata pérdida de tracción. Cuando la última rampa ya está superada y el terreno se vuelve más amable, me permito levantar la vista para relajarme y contemplar las copas de los pinos, me despisto y echo un leve y fugaz pie a tierra. El cotilla de Dieguito, vieja del visillo suplente, se da cuenta, se ríe y me dice: echas el pie en lo más fácil… y ahora voy yo y lo “casco”.
En lo alto del cogote, mientras unos comen algo y otros practican puntería con los nidos de la procesionaria (inocentes e indefensas  criaturitas), yo aprovecho para contemplar desde esta privilegiada atalaya, mi finca de recreo, herencia de familia, que incluyendo los términos de  Viguera, Peña Bajenza y las laderas soleadas de Moncalvillo, se desliza por el valle del Ebro, pasa por la Villa de Logroño y llega hasta Calahorra, donde empieza la finca del Obispo. Por cierto, tengo que decirle al nuevo guarda – un tal Tate - que me tiene que tapiar el Pico del Águila. Cuatro  pichaflojas en bicicleta, no se han enterado de que es un coto de caza y me lo están dejando sin perdices de tanto subir y bajar.
El sol nos acaricia ahora con fuerza y algunos nos quedaríamos aquí un ratito más, como lagartijas adormecidas encima de una piedra, dejándonos  engullir por el suave sopor del -no hacer nada- , capaz de ralentizar las manecillas del reloj, de anular la señal de los GPs y de lanzar a un agujero negro todos los móviles del universo. Aquí también echo de menos a Israel, hombre  sin prisas, disfrutón de la vida, pero al que se le estará cambiando el color con solo leer estas divagaciones mías.
Iniciamos con pereza el descenso, unos aprietan  más el freno, otros un poco menos, pero todos logramos descender sin percances por esta empinada y resbaladiza ladera. Hacemos ahora el Cordal, pero en dirección contraria a la que normalmente lo hacemos y llegamos a la portilla, en la que hoy no paramos. Seguimos descendiendo y en una de las bajadas más pronunciadas y de peor terreno, cuando más pegado estaba a la rueda de Dieguito, por lo que os podéis imaginar que no íbamos despacio, una zarza traicionera le da en la mano al mocete, le rompe su guante nuevo y lo zarandea, me revota a mi mano izquierda ¡imposible esquivarla! me agarra la muñeca como si fuese el tentáculo de un pulpo ¡me desequilibra!, doy dos bandazos, la velocidad que llevo me ayuda a no caerme, pero me deja la piel ensangrentada y el corazón encogido. Cuando nos reagrupamos, alguien comenta que también le había enganchado - ¡más cansa y peligrosa la zarza que la mano de un novio!-.    
El regreso a Logroño lo hacemos por los Mogrones, atravesamos el Parque del Ebro por la senda junto al río y terminamos almorzando en La Terraza. Cuando nos despedimos me doy cuenta que no hemos tomado ceregumil, algo que solo pasa cada mil almuerzos, mal fario que solo puede propiciar desventuras y desgracias a esta cuadrilla. Ya os decía yo, que esta ruta era de puro compromiso, así que os pido disculpas por ésta crónica si no está a la altura de vuestras expectativas y por intentar arreglarla un poco, os dejo esta humilde trova:




No piensen vuestras Mercedes
que me averguenzo de ustedes
                                                pero ser sinceros los ausentes
                                                si no es de buen penitente
aguantar la compañía presente.

  Un Cóndor desplumado
           Junto  un zagal descerebrado.
                                                        Un  policía engominolado
                  y un carretero osco y despechado.

Un Vasco sin chapela
                                                        ¡a mí me la pela!
                               pero entender que ya es mucho aguante
     tener una mujer al volante.

                                                       Y si esto no fuese poco
         he de soportar con gran sofoco
                                                     a un Visir venido a más
en ausencia de su Ayatolá.

Hasta la próxima amigos.

Fer Alcalá


17 abril, 2017

"Muerte 2017"- Cervanco-Muélago (16 Ciclistas)


14 de abril de 2017
Distancia: 45km
Desnivel acumulado: 1802mt.
IBPindex: 154 



Crónica por SuperMario

En esta ocasión nos reunimos en Anguiano: Enrique, Unai, Roberto, Jorge, Diego, Toño, Víctor, Santi, Tony, Pablo, Anita, Israel, Javi Blasco, Miguel “cuñao”, Eduardo y Mario.


Como todos los años en estas fechas nos congregamos en el bello pueblo de Anguiano otro viernes santo, un año más viejos, un año más experimentados, un año más... Puntuales a las 08:00 de la mañana estamos ya todos dispuestos a disfrutar del ya famoso rutón de la muerte. la mañana aparentemente comienza muy fresca pero las aplicaciones de nuestros smartphones nos dicen que el día acabará calentando.


Puntuales como un reloj nos ponemos en marcha calentando la maquinaria poco a poco, enfilamos las primeras sendas y caminos cuando de repente nuestro compañero Miguel nos deleita con una pequeña escena graciosa en la cual tras resbalarse y caerse lentamente sin consecuencia alguna para él, su mochila amarrada a su espalda golpeó contra el suelo con tan mala suerte que se le perforó el bote de espuma dentro de la mochila con lo que nos preparó una espuma party que nada tiene que envidiar a las de la Amnesia o Pachá Ibiza.


Ya en el pueblo de Matute reagrupamos y comenzamos el primer ascenso de la mañana nada mas salir del pueblo para llegar a las peñas de Matute, que posteriormente nos llevarán por un ascenso progresivo y precioso con unas vistas espectaculares hasta el cerro Peñalba. 

Los incansables sagaces suben y bajan a recoger a los mas rezagados para continuar la marcha hacia el barranco Cervanco, un subidón muy duro con una pendiente constante con un promedio del 18% en algo mas de dos kilómetros, el terreno está complicado, está todo muy seco de lo poco que llueve, la trasera derrapaba en cualquier situación y las piedras están  muy sueltas, no hay descanso alguno con lo cual a cada paellera que avanzas te vas vaciando y vaciando hasta que llegas al último rampón donde no te queda otra cosa que apretar los dientes para mantener la bici recta y con velocidad suficiente con el chivato de la temperatura encendido, solo queda rezar para que ningún obstáculo te frene la delantera y te arruine la ascensión.


Una vez en la cumbre y mientras los últimos van llegando  los mecánicos reparan el pinchazo en un flanco de la rueda trasera de Javi Blasco. En este punto paramos comemos y bebemos mientras recuperamos el aliento brevemente,  proseguimos nuestro viaje esta vez por una senda de bajada llamada la Calderona,  divertida, muy divertida a la vez que rápida y con un par de tramos peligrosos,  la salida de la senda un pelín desorganizada.  


Nos encamina hacia el barrio de cuevas para seguidamente enlazar al punto de partida inicial, enfrente del restaurante donde íbamos a degustar los ya famosos caparrones paramos, unos a tomar café, otros a rellenar agua y otros para arreglar de nuevo la cubierta de Javi Blasco que le estaba fugando aire de nuevo, esta vez nuestros mecánicos optan por montarle cámara.

Reemprendemos la andadura por carretera para abandonar el pueblo y empezar una leve ascensión por una pradera que nos acaba dando a una pista la cual no abandonaríamos hasta la cumbre, aquí me comentan que Javi Blasco de nuevo pinchó con lo que se vio obligado a retirarse definitivamente volviendo a Anguiano al coche.


Las fuerzas empiezan a ir mas bien justitas, los sagaces estiran el grupo a sabiendas de lo que les viene encima, (como tiran los cabr..)  la subida era exigente, un 7-9% continuado pero muy larga, unos 9 kilómetros de ascensión hasta el árbol tan característico en forma de N donde paramos a echar la foto de grupo.



Comemos, bebemos y recuperamos fuerzas para volver a arrancar y continuar la subida unos dos kilómetros hasta el punto geodésico de la cumbre,  allí nos adentramos en una senda difícil, peliaguda, con unos 14 millones de palos desperdigados por el camino donde
relativamente tuvimos muchísima suerte de no averiar nuestras monturas salvo un pequeño pinchazo de Pablo amigo de Toni; la senda se hace larga y tediosa, pero recibimos nuestra recompensa con unas vistas increíbles, desde ese punto nos tiramos hambrientos hacia Anguiano como balas por una pista muyyyy rápida que nos lleva a Anguiano sin apenas darnos cuenta. 





En Anguiano nos esperaba nuestro querido Ricardo que se acercó a compartir el plato caparrones con nosotros, y una merecida ducha, un vermut rápido y un buen menú con un primer plato obligado, de caparrones claro..