10 agosto, 2021

Nuevas sendas por el león dormido (8 Ciclistas)


 

EL LEÓN DE LA ELECTRO

 

UN PORTENTOSO RELATO DE

 TOÑO PLEITOS

27 de junio de 2021

Distancia: 51km

Desnivel acumulado: 1115mt

IBPindex: 85





Track en Wikiloc

Crónica by Toño Pleytos



Tomás, Joserra, Rubén, Javi, Pepón, Felix, Vitín y Toño.



Érase un domingo veraniego, con calor, pero no excesivo, en el que se congregaron 8 ciclistas allá, en el otro lado del Ebro, en las bodegas Franco Españolas (¡¡¡Toño, en las Franco Españolas!!!) toda vez que el Visir nos iba a llevar a hacer unas sendas nuevas cuyo track había descubierto en los arcanos de internet.




El clima general de los que allí nos reunimos era el habitual; caras de sueño, bromitas escatológicas, vaciles varios, con una excepción; José Eugenio mostraba un semblante agrio mientras nos repasaba con su mirada llena de desaprobación.

“Me parece que me voy yo solo. ¡¡¡No puede ser!!! Seis eléctricos… me vais a sacar los ojos”

Así que todos los allí presentes tuvimos que hacerle mimos y carantoñas para que depusiera su anti-eléctrica actitud y nos honrara con su compañía en la ruta que daba comienzo.




El Visir nos guio, según nos aseguró,  por el camino más corto para coger el inicio de la senda de la prueba de Oyón. Dicho camino coincidía parcialmente con el que, hacía pocas fechas, habíamos transitado para alcanzar el hipogeo de Longar y, que nos dejó al pie de la localidad de Barriobusto.

Subimos la exigente sendita de salida de la mencionada localidad y accedemos a una pista, salpicada por abundantes losas de piedra al modo de una calzada romana, que nos conducirá al inicio de la anhelada senda.




La senda comienza, tímida, al lado derecho de la pista, tan tímida que hay de mirarla dos veces para encontrarla, pero una vez que entras en ella, como es de carácter juguetón y picaruelo, te hace empezar a enredarte en sus continuos cambios de dirección, en sus curvas enlazadas, en su suave ascender y, sin darte cuenta o dándote cuenta pero disfrutando, vas transitando su sinuosa trayectoria, pasando por paréntesis relajantes como una finca de amarillo cereal esperando a ser recogido y que desemboca en otro tramo de pista, antes de la  parte final y más exigente de la senda,

En este tramo de pista pudimos apreciar los efectos de las lluvias torrenciales, caídas días antes, en forma de montones de piedras o guijarros que daba la impresión que habían sido allí depositados por algún lugareño con su carretilla.




El tramo exigente, en esta ocasión, contaba con una dificultad añadida; las zarzas, que con las lluvias habían alcanzado una considerable longitud y que te abrazaban “amorosas” como queriendo que no terminaras tu recorrido y abandonaras la senda con la que tanto te habías divertido.

Llegados a La Población repusimos fuerzas en la plaza de la iglesia y ascendimos el duro repecho que nos deja en la entrada de la cara norte del León.




Pasamos de una realidad en la que reinaba dolorosa claridad producida por la luz de un sol que empezaba a castigar con fuerza y que se reflejaba en las blancas piedras por las que ascendíamos a una especie de ensoñación, con la luz apagada, casi a oscuras, en un ambiente húmedo, fresco y acogedor.





Pasamos de la doliente ascensión al gozoso descenso por unas sendas nuevas, sin dificultades, y que permitían que el “flow” se apoderara de nosotros.

El ciclismo es como la vida misma, las penas (o subidas) se nos hacen eternas y las alegrías (o bajadas) no duran nada, pero te permiten rearmarte moralmente para volver ascender porque sabes que cuando termines tendrás tu premio.

En este caso, como casi siempre, es lo que sucedió: después de bajar tocó subir primero por pista y después por una senda de inclinación exigente que nos iba a llevar a la senda de los cazadores y el inicio del parque eólico donde según el sagrado track habíamos de internarnos en la senda de Cañero.





La senda de inclinación exigente, a la que más arriba me he referido, la encontramos gracias al dedo multidireccional de nuestro Gran Javier Bartolomé que te indica una dirección y la contraria con total naturalidad mientras nos decía “ahí, ahí está la senda. ¿Es que no la veis?”.

Bartolo, que hasta ese momento había guardado un perfil bajo, resguardado entre las seis eléctricas de la partida, decidió tomar protagonismo y mientras los demás nos dedicábamos a pasar la mañana montando en bici, él decidió emplear su tiempo, además, en otras actividades más productivas, mostrando su iniciativa y una clara actitud empresarial.





Así, mientras los demás bajábamos y pedaleábamos por la senda de Cañero, él se detuvo a recoger un billete de 50 pavos que permanecía oculto en medio de una curva, entre la vegetación y más adelante mientras los demás rodeábamos un gran charco que se había formado y que parecía una piscina olímpica, él decidió aprovecharlo para lavar a fondo su montura y no se “lavó” el también por que la divina providencia no lo tenía así previsto.




Después de este paréntesis dedicado a la figura del día y llegados al final de la senda de Cañero, Joserra (el componente más espigado de la famosa “I Expedición Benasque”) nos mostró una sendita (que hemos pasado a llamar “de las maderas”) que nace justo al final de la senda de Cañero, a mano derecha, senda que también se debió realizar en su día para prueba de Oyón y que toma su nombre de unos bancales reforzados con listones de madera en unas curvas un tanto expuestas.

La senda no tiene excesivas complicaciones y es una alternativa recomendable para evitar el descenso por la pista que baja hasta Labraza.





Al final de la citada senda de las maderas, fuimos alcanzados por Ramón y su amigo Santi “el jabalí”, que nos acompañaron toda lo que quedaba de ruta: pasando por Moreda, cogiendo el Camino de Santiago por la Papelera del Ebro y subiendo el último repecho y, por lo tanto, el más odiado; el del Cementerio, que pudimos franquear gracias a la visión que ya era recurrente en nuestro magín; la de los huevos con jamón acompañados de una buena pinta o de refrescante tintorro de verano.






Esto ha sido todo, hasta la próxima amigos y ruego vuestro perdón, que no merezco, por la tardanza en escribir estas líneas.


FOTOS AQUÍ:

https://photos.app.goo.gl/38yfivj4WpZugBng8

4 comentarios:

vitinbtt dijo...

La verdad es que da gusto leerte Toño.
Te perdono la tardanza porque solo te ha costado 40 días hacerla, si hubiesen sido alguno mas no se yo....
Creo que disfrutamos por las sendas que no conocíamos del Leon Dormido y también con la que baja desde la del Cañero, un buen descubrimiento.

Igor San Juan dijo...

Acostumbrados como nos tienes a no dejar meterte la rueda esta tardananza me parece excesiva pero seguro que estará bien fundamentada y la crónica merece su espera no me ha gustado tanto como la de pepon pero vas por buen camino

Pepón dijo...

Toño ya sabes que me gusta ser sincero y debo decirte que después de cuarenta días de demora me esperaba mucho más. ¿Qué te ha ocurrido?. Me ha dado sensación y más conociendo tu capacidad que nos has colocado una crónica de aliño para pasar el trance, aún así no te ha quedado mal pues como a Messi en la cancha difícil es que te salga un día malo con tus artes literarias, no así con tu montura ya que con tus patinetas nos amuelas los recorridos casi el 100% de las mañanas.
Otra gran jornada y van...

Luis dijo...

Buena crónica, Toño. Hay que repetir esa ruta, que me la perdí