1 de septiembre de 2019
Distancia: 49km
Desnivel acumulado: 1711mt
IBPindex: 167
Crónica por Ricardo.
Estamos a primeros de septiembre
y cualquier biker que se precie ya sea de Andanzas u O.R. sabe, como muy bien
dijo nuestro jefe hace pocos días en el periódico LA RIOJA, que tenemos marcadas en
rojo ciertas fechas en el calendario.
Hoy es una de esas y vamos a
Villoslada de cameros a realizar la ruta, que como cada año nos prepara nuestro
amigo Pepón, con gran cariño, entrega y disposición.
Esta vez nos juntamos en el lugar
de la quedada cuatro intrépidos ciclistas:
Víctor, Pepón, Javi Bartolomé y
yo mismo Ricardo.
Hacemos los kilómetros de
carretera hasta el pueblo sin ningún problema y para las ocho menos cuarto de
la mañana estamos allí. La mañana por aquí no esta fría del todo, pero tenemos
nuestras dudas sobre que ropa ponernos pues, aunque hay bastante niebla (que no
nos dejara disfrutar de los paisajes del parque) la temperatura no es mala.
Después de vestirnos y prepararnos de avituallar vamos a la ruta propiamente
dicha.
Salimos este año, por la senda de
La Virgen ,
según reza en el cartel que hay junto a la portilla, es una senda por la que
realizamos la salida otros años y ya conocida, pero no por eso menos
interesante.
Tiene unos 4km. en ligera
pendiente ascendente y durante su trayecto te encuentras bastantes piedras,
tanto sueltas como clavadas en el camino, que junto a algunos charcos, zarzas y
palos hace complicada, a algunos, su ciclavilidad. Otros nos dan una lección de
conducción y de su dominio de la bici, ya que hay que tener bastante técnica y
fuerza para pasar algunos tramos.
Después de asustar a una cierva que por allí
andaba, llegamos a los corrales que al final de esta senda están y somos
recibidos por los ladridos de los perros que guardan esos lugares.
Ya nos aviso Pepón de la dureza
de la ruta de este año y para empezar la primera muestra.
Iniciamos una subida de unos tres
Km. que es impresionante. Es el sendero que conduce hasta la ermita de Lomos de
Orio. No es que sea duro, es lo siguiente.
Aparte de la pendiente, en
algunos tramos la cantidad de piedrilla suelta hace muy difícil la ascensión.
Para que se haga una idea quien lea esta crónica, yo jamás he visto a Pepón
poner un pie en tierra, y son muchos años de rutas, pero aquí no le quedó otra,
algo que hubiéramos hecho los demás de no ser por nuestras monturas eléctricas.
Casi sin querer hemos formado dos grupos, Javi y yo por delante, y Pepón y
Víctor por detrás. Víctor, aunque también lleva eléctrica, no abandona a Pepón
en todo el camino y lleva su mismo ritmo, pues es otro fenómeno que lleva el
uso de la batería casi al mínimo. Después de un primer tramo despejado, nos
introducimos en un bosque de robles que es una maravilla.
Y así poco a poco, llegamos a una
pista que cruza el sendero y abandonando éste, vamos hacia el collado de Sancho
Viejo, no sin antes parar a coger agua y tomar un bocado en el arroyo de Las
Rameras.
Llegados ya, al collado,
iniciamos una bonita bajada hacia la cola del pantano que no podemos disfrutar
del todo, pues la niebla es aquí, si cabe, más densa y tenemos que parar para
quitarnos hasta las gafas, pues se empañan y no se ve ni torta.
Unos mastines, que hacían su
trabajo, nos obligan a acelerar pero concluimos la bajada, con el vadeo del
río, sin novedad.
Y si lo de antes fue duro
prepárense para lo que viene.
Es la denominada subida al puerto
de La Cola.
Ya lo avisó, y nos lo vuelve a
decir, ahora son 7Km. que impresionan a más no poder.
No tengo los datos, pero estoy casi
seguro, de que no baja del 12% de media, a lo que si sumamos el estado del
terreno, pues no he visto tantas piedras en mi vida, se hace bastante
complicado ciclar.
Piedras sueltas, clavadas en el
terreno, formando algún escalón, raíces, hierba, tenemos todos los
ingredientes, para que la subida sea durísima.
Tenemos la suerte de que aquí ya
no nos molesta la niebla, se ha quedado abajo, en el valle y ya podemos empezar
a disfrutar un poco de los parajes.
A los 4Km. de la subida, paramos
Javi y yo a esperarlos y a hacer alguna foto y en cuanto llegan continuamos con
lo que nos queda, que a partir de aquí es un poco más llevadero. Al cabo de un
rato llegamos arriba, por fin.
Paramos para contemplar lo que
tenemos en todas direcciones.
A nuestra derecha se encuentra la
“mesa de cebollera” majestuoso lugar desde donde se puede ver todo el parque
que lleva su mismo nombre, siempre y cuando no lo impidan las nieblas, como
hoy, aunque los que hemos tenido la suerte de estar por estos lares otras
veces, tenemos grabadas en la retina las espectaculares vistas.
De frente, las tierras sorianas,
que por caprichos del destino podemos contemplar con toda claridad, pues de
este lado de la alambrada ni gota de la niebla.
Divisamos con toda claridad el
embalse de Cuerda del Pozo, aunque quizás por aquí sea más conocido como “playa
pita”.
A nuestra espalda hemos ido dejando
las nieblas, y a nuestra izquierda queda el alto del Tornillo, lugar hacia el
que nos dirigiremos en cuanto disfrutemos un poco de todo esto y repongamos
fuerzas.
Es la primera parte de la
jornada, pero imagínense, si pueden, lo que ha sido.
Llevamos 25Km. (escasos) y en
nuestro GPS nos marca ya más de 1400m. de desnivel positivo acumulado. Si la
ruta suma unos 1600 pues casi que está. Ahora a disfrutar un poco más si es que
se puede.
Es hora de ponernos nuevamente en
marcha. Hasta el alto del Tornillo aún nos queda un tramo.
Son unos cuantos toboganes que,
aunque no son nada difíciles de recorrer en algunos tramos si que tienen
bastantes baches, algún charco y como no piedras, muchas piedras y
piedrecillas.
Este tramo se nos hace ameno, ya
que Javi anda todo el día preguntando donde fue donde salieron unos ciervos
hace 6 años y las risas son constantes. Así entre chanzas y risas llegamos al
punto donde hay que pasar una portilla, al otro lado una enorme pradera, ya
casi toda ella agostada, y yo personalmente tengo la sorpresa de la mañana.
Las abejas. Como las echaba de
menos. Las temo. Si antes le digo a Pepón que lo bueno era que no había de
estos animalitos por aquí, antes aparecen…
Las rodeamos sin molestarlas y
sin ningún contratiempo iniciamos ahora un suave y bonito descenso por la
pradera, ya tocaba gozar un poco.
Seguidamente a esta pradera,
continuamos un fuerte descenso por un ancho camino que, aunque tiene alguna
“cosita” se puede bajar muy bien. Me comentan los compañeros, que ya lo conocían,
que por aquí no ha pasado nadie parece ser, desde que estuvieron ellos, pues
han crecido las hierbas y las escobas casi nos tapan enteros en algunos sitios.
Hemos llegado otra vez a la cola
del pantano de Pajares y ahora rodando tranquilamente por la pista que lo rodea
nos acercamos a su presa, para bajar al chorro que sale a toda presión y
disfrutar de su vista. Efectuamos algún comentario sobre darse un bañito, pero
el año que viene. Salimos de este paradisiaco lugar y nos incorporamos con
muchísimo cuidado a la nacional 111. Pasamos el empalme de Lumbreras y
enseguida como a unos 150mts. Nos incorporamos a un último y maravilloso
sendero que nos dejara en Villoslada, es el sendero de La Nava.
Yo solo lo había efectuado una vez, y tenia un
vago recuerdo, pero es genial.
Cuando dejas la carretera, te
incorporas a un buen camino con unas maravillosas vistas, enfrente el pueblo de Lumbreras con su ermita
en lo alto, es una foto de postal.
Luego te adentras en la laguna de
La Nava (yo
siempre la he visto seca), para desembocar en lo que es el sendero propiamente
dicho.
Y aquí si que hay que tener
habilidad, técnica, pericia, fuerza y algo más para pasarlo todo entero
montado. Es un sendero precioso, con sus escalones, piedras (más piedras),
raíces y obstáculos por todos los lados, pero divertido a más no poder.
Un gran final a una gran ruta.
Y si la ruta ha sido grandiosa lo
que nos esperaba después no le ha ido a la zaga.
Nuestro estupendo baño en el río
como nos trajo nuestra madre al mundo (aunque tengo que reconocer que a mi me
daba un poco de pereza) con unas risas constantes y unas espectadoras de lujo
en el puente viendo los cuerpos desnudos de esos cuatro adonis.
Después las cervezas de rigor y
la suculenta comilona que nos metimos entre pecho y espada. Alubias, cabrito
asado, postre, vino y gaseosa, café y licores varios. Un festival vamos. Ahora
tocaba dar un paseo por el pueblo.
Si no acabamos ese día en el
cuartelillo fue de milagro. Entre lo que viene a continuación y lo del río. Y
lo que viene es lo siguiente.
Andando por el pueblo, como
descuidados y sin prisa por hacer la digestión, vamos fijándonos en los bonitos
edificios del pueblo (casi todo casas, claro) pero también nos choca la
iglesia. Entramos y después de que Pepón pusiera una monedita admiramos su
retablo de madera, precioso la verdad.
Salimos y al lado nos choca una
casa en especial, vemos la puerta abierta y para dentro.
Pensamos que era una casa rural,
pues tenia en lo que es el portal una decoración súper antigua y muy bonita.
Allí había antiguos carteles anunciadores de licores, celemines medias fanegas, una bañera de latón, planchas de hierro, carteles
de corridas de toros de los años 40 (allí estaban los maestros Bienvenida y
Parrita, entre otros), mesas y sillas de forja y yo que se cuantas cosas más.
Hasta una pared del edificio era original, pues era la piedra del monte.
Y en esas estábamos, disfrutando
del entorno y del momento, cuando aparece un señor, el señor Francisco García de Vinuesa, dueño de la casa y que se porto de maravilla con
nosotros, ya que lejos de abroncarnos y despacharnos (cosa a la que tenía todo
el derecho) nos invito a charlar un rato con él y nos dio toda clase de
explicaciones, por todo lo cual le estamos profundamente agradecidos.
Y así pasamos el día. Con que
poquito se conforma uno. Que maravilloso y estupendo.
Salud,
Barrancas.
4 comentarios:
Grandísima crónica Ricardo, en consonancia con la espectacular ruta que ciclamos el primer domingo de septiembre (como desde hace unos cuantos años).
Como hace 6 años (cuando se realizo esta ruta por primera vez) estamos 4 amigos para hacerla, de estos, repetimos 3 no hace falta mucho mas para pasártelo de puta madre, siempre lo hemos dicho, aun así, nos hubiese gustado que alguien mas se animase.
Agradecer a Pepón el mimo con el que prepara todas y cada una de las rutas que "organiza" por Villoslada.
El agua estaba este año helada.
El paseo por el pueblo fue, se puede decir, asombroso.
Muy bien Ricky, he disfrutado de la lectura casi tanto como vosotros en la bici. Me habría gustado acompañaros.
Pepón valiente aventurándose con tres Echeniques, pero ya no eres el que fuiste. Mira que echar pie a tierra...
Ostras Calderas que bonita crónica, como he disfrutado leyendo las peripecias de la jornada que has relatado con absoluta precisión y muy buena narrativa. Debo darte las gracias por haberte encargado de la crónica pues si me hubiera tocado a mí seguramente hubiera escrito algo que a más de uno le hubiera molestado. También debo de dar las gracias a Víctor y a Javi por acudir incondicionalmente a la ruta y valorarla con el agradecimiento mostrado. Será también digno constatar que probablemente LA RUTA MÁS BONITA JAMÁS ANDADA será la quedada en vigor con más celebraciones en La Rioja si exceptuamos El Pavo y El Mantible, mientras tenga piernas y voluntad la seguiré preparando aunque la participación sea escasa.
Otra gran jornada y van...
Una pena volver a perderme la Ruta más bonita jamás contada, joder si es que tengo que cambiar de trabajo para poder disfrutarla, me acuerdo como si fuera ayer de la primera edición, con su baño en pelotas en el río, y la reunión de. Ios amigos que esperábamos la fecha para enmarcarla en el calendario en rojo como cita ineludible pasara lo que pasara, Pepe sé que es una ruta elaborada con cariño y en la responsabilidad de dejar el pabellón bien alto para que la gente disfrute, cosa que no está al alcance de todos yo no fui, pero gracias por el esfuerzo.
Ricardo, con tu crónica me has hecho que me duelan las piernas, jope que subidas, bueno que tengo eléctrica, que no me puedo quejar.
Un saludo a Los cuatro jinetes que surcaron los montes de Villoslada y alrededores y se lo pasaron requetebién, que envidia más sana.
Saludos.
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