01 junio, 2018

EZCARAY 2018 (7 Ciclistas)



EZCARAY 2018
Distancia: 39km
Desnivel acumulado: 1396mt
IBPindex: 109



Crónica por Israel

Tate, Israel, David, Alvaro, Toño, Vitin y Dieguito


Recordáis la escena del desembarco de Normandía en “Salvar al soldado Ryan”, pues las bajas de ciclistas para realizar la ruta en Ezcaray este año ha sido similar, una sangría continua. La última baja Pepón, que al igual que el soldado simplón que saca la cabeza de la trinchera en el último segundo de la batalla para que se la vuelen, él se asomó al whatsapp esa misma mañana para avisar de que no subía. 

Total, que de los quince que esperaba nos quedamos en menos de la mitad para mi disgusto. No así para David que ya se estaba relamiendo pensando en hacerme cumplir mi promesa de que el año que solo subamos cuatro nos vamos a comer al Echaurren, pero aún no David, este año no.

No, no me decidía porque ruta hacer este año. Mucha nieve, demasiada agua y meses sin salir en bici por la sierra precisamente por la demasiada agua y mucha nieve. El miércoles de esta misma semana engañé a Tate y a David Villaverde para hacer una rutilla previa de prueba que repetimos en gran parte este domingo. Eso sí, después de quitarle unos 10 kms y unos 700 m. de desnivel acumulado ya que en el ordenador pasando el ratón por el mapa todo es fácil de subir y bajar, pero luego la realidad del monte se impone.

A eso de las ocho y cuarto partimos los siete valientes desde el polideportivo dirección Ojacastro cruzando un crecido río Oja. En la aún fresca mañana nos encaminamos por la vía verde, aunque enseguida pasamos a otro camino paralelo más bajo y cercano al río que nos lleva igualmente hasta el puente de Ojacastro, un camino en nada mejor al que transitábamos salvo que tiene peor firme, mucho más barro y roderas mil, no nos lo podíamos perder. Entramos brevemente en el pueblo para coger la carreterita agrícola dirección Arbiza y Tondeluna que en breve también dejamos por nuestra izquierda para empezar la primera subidita del día, el Barranco del Ángel.



Unos seis kilómetros en fuerte subida empezando por un buen tramo en el que la pista queda anegada por el Arroyo de Ángel que en su tramo final se aburre de discurrir paralelo a la pista y se decide a invadirla para darnos la bienvenida y alegremente empaparnos los calcetines, el muy cantamañanas. Pronto dejamos atrás la ermita del Ángel en nuestra subida y vamos entrando en el barranco bajo las ya frondosas hayas con sus hojas nuevas de un verde brillante, pura clorofila.


Un buen rato nos costó remontar el barranco hasta poder llegar al Camino de la Dehesa que nos acerca al Acebal de Valgañon. Este tramo de unos nueve kilómetros es el más tranquilo del día, primero durante unos cinco kilómetros una suave subida en pista de tierra y después, dejando esta, cuatro frescos kilómetros recorriendo los verdes prados de la Dehesa de Valgañón ya en bajada hasta el inicio de la senda que nos acercará al pueblo. 



Durante este largo tramo podemos disfrutar de unas impresionantes vistas del San Lorenzo, el Otero, el Torocuervo,… y prácticamente todos los picos aún nevados del Circo Glaciar del Oja viejos conocidos nuestros y que se recorren en la añorada Ruta del Cordal de la Demanda, ruta anteriormente conocida como El Peponazo.


El tiempo estaba respondiendo a nuestros deseos, que no a la previsión según la cual ya tendríamos que estar bajo una gran tormenta, el sol brillaba con intensidad veraniega, aunque no era suficiente para recalentar una mañana primaveral sin rastro de viento e ideal para nuestra aventura ciclista.


Nos despedimos de las muchas vacas, ovejas y potros que pastan en este paraíso de dehesa y nos metemos de cabeza en el cerrado bosque desde el que inicia el descenso la senda del Acebal de Valgañón.

 El mucho barro inicial nos ralentiza y nos hace temer por la adherencia del firme, pero en cuanto descendemos los acebos y otros árboles frondosos dan paso a carrascales más abiertos, la senda se seca y se vuelve disfrutona aunque no exenta de cierto peligro, como siempre se nos vuelve corta ya que perdemos metros muy rápidamente. En un tramo lleno de raíces David pierde rueda y se da un revolcón sin mayores consecuencias salvo su orgullo y una maneta de freno algo tocada. Dieguito, nuestro “descender” oficial de la jornada tanto por equipación, se trajo la máquina de bajar, como por pericia bajo disparado seguido bien de cerca por un Álvaro siempre valiente, los demás fuimos bajando a nuestro trantrán intentando alcanzarlos.


 Reagrupamos en la portilla que da por finalizada la bajada técnica y seguimos todos juntos la senda cerrada y llena de crecidas plantas hasta la entrada del pueblo.
Valgañón; agua, tentempié y andando. Poco disfrutamos de este bonito pueblo sede de la mítica Valdeminochi prueba bien apreciada por todo ciclomontañero que se guste de las buenas rutas, duras y bien organizadas, recomiendo que no os la perdáis.

En breve seguimos marcha ahora dirección Zorraquín primero por un camino de hierba y pronto por una húmeda y encajonada senda tapada por avellanos que aún sin terminar de echar todas sus hojas ya cierran el techo de una senda de la que emergemos en su tramo medio para tomar aire atravesando un prado alto que nos deja el apreciar el bello entorno. 


Rápidamente nos sumergimos otra vez en la senda ahora convertida en un alegre arroyo por el que también nosotros discurrimos hasta terminar desembocando en la pista en la que nos despediremos del riachuelo que nos ha acompañado un buen trecho. Qué bien se lo pasó Dieguito en este tramo saltando, chapoteando y haciendo cabriolas termino con cara alegre y brillante de haber disfrutado de lo lindo no así los que le seguían que terminaron empapados y con serias caras llenas de barro de tanto salpicón y ¡tanto niño ya, coñe!


Subimos por el Camino de las Majadas con una pendiente media del 11% que transcurre primero entre prados luego bajo pinos para terminar abruptamente en un cortito repecho de mal aspecto que no pudimos ni intentar subir ya que varias hayas caídas nos hicieron tener que trepar sorteándolas bici al hombro. Tras la breve yincana seguimos recorriendo este hayedo hasta que una corta bajadita nos deja en la dura pista que sube dirección Ibaya. La pista que los ciclistas de la zona llaman el “mortirolo” siguiendo la costumbre ciclista de bautizar con dicho nombre la subida más puñetera de su zona, esta sube desde Valgañón hasta el Collado de Ibaya.

Nosotros de los algo menos de ocho kilómetros de recorrido de esta subida disfrutamos solamente de tres, precisamente los centrales más duros que es donde nos la encontramos. Entramos en la pista en fuerte pendiente de firme suelto y con agua corriendo sobre pelados cantos. No todos pudieron pasar este primer tramo sin tener que echar pié, yo lo conseguí a costa de dejarme los riñones en el intento que ya no se me recuperaron en el resto de la jornada e hicieron para mí del resto de esta subida y las siguientes un sufrimiento. Otros parece que la tomaron con mucho mejor talante como David que poniéndose en pie dejo a todos atrás saltándose tres kilómetros después el desvío que teníamos que coger y subiendo como un poseso hasta el cruce en que marca su final del “mortirolo”. 




El resto de compañeros mucho más abajo nos íbamos amontonando según llegábamos al desvío a tomar y dábamos voces e intentábamos llamarle al móvil, un móvil que muy hábilmente dejo en el coche, hacíamos sonar silbatos intentando hacer que el muy matraco bajara ya que ninguno tenía muchas ganas de seguir subiendo el cuestón en su busca. Ya preocupado Álvaro enfila tras el volviendo enseguida ya que David asustado y sintiéndose perdido había decidido bajar sobre su rodada.


Mientras esperábamos Dieguito sacó de su mochila un gadget de los suyos, un mini dron cuquísimo con el que pasamos un ratillo haciéndonos fotos y grabando vídeos. Le comenté que mejor guardar batería para grabar en el punto más alto de la ruta y seguidamente nos metimos en la senda bajo hayedos que enlaza la pista en la que estábamos con la pista que también sube al collado de Ibaya pero esta desde Ezcaray.


Esta sendita bajo hayedo me parece preciosa y divertida de recorrer no así a Tate que no paraba de refunfuñar e incluso se había presentado voluntario para subir a buscar a David con la condición de no bajar y esperarnos arriba para saltarse esta senda que tanto le disgusto el miércoles, pero de eso nada aquí no se separa nadie para saltarse nada y menos Tate que tantas emboscadas nos ha preparado. Cruzamos el sendero con firme algo inclinado y roto clásico de los pasos entre hayas hasta llegar a la bonita fuente que anuncia su final al convertirse poco después en un bonito camino bajo pinos que nos lleva hasta la última subida.


Entramos en la pista que sube hasta Ibaya y seguimos subiendo unos tres kilómetros en los que paramos un momento a coger agua de la fuente del depósito y continuamos hasta el cruce donde giramos a la derecha. Enseguida vemos la torre de prevención de incendios de El Hombre ya cerca. Otros dos kilómetros más, pasando por el cruce donde un rato antes debió de estar David con cara de apampláo cuando se escapó en solitario despiste, y ya un sube baja final hasta llegar al punto más alto del día, la cima de El Hombre a unos 1450 m.



Dieguito intenta poner en marcha su dron sin conseguirlo. No enlaza o no prende o no inicia, vamos que no vuela. Toño coge el pequeño dron entre sus amorosas manos y hace el gesto de lanzarlo a volar cual pajarito caído del nido, Dieguito viendo que su chisme peligra lo recoge raudo. Sacamos la pertinente foto de grupo y nos extasiamos con las inmejorables vistas. Vaya día nos está haciendo, pero un trueno lejano nos hace espabilar y nos preparamos para realizar la última bajada de la jornada.


Iniciamos este descenso de cinco kilómetros que en minutos nos hace perder 800 m. de desnivel bajando hasta el pueblo. Empezamos bajando por una pista que pronto se convierte en cortafuegos con mucha pendiente, los humanos la bajamos con cuidado para no descontrolarnos, cruzamos por donde terminamos el enlace de hace un ratito y llegamos a la entrada de la senda. Todos esperamos a Dieguito que baja como un bólido desde El Hombre y asustados le dejamos prioridad en la senda.



Esta senda divertida como siempre está dividida en tres partes muy distintas primero una bajada rápida y ancha entre pinos, después tras cruzar la pista y salir del bosque un sendero más técnico y sinuoso hasta volver a salir a la pista donde esta se convierte en la carretera que sube del pueblo a la ermita de Santa Bárbara. Remontamos esa carretera un par de cientos de metros hasta la ermita desde donde nos lanzamos al divertido zigzag de Santa Bárbara con sus siete u ocho cerradas curvas que nos dejarán prácticamente en Ezcaray.



Todos disfrutamos con la bajada, David justo delante mío en un momento dado bajó su tija se agacha y desaparecer precipitándose como otro mozalbete más tras Alvaro y Diego dejándome muy atrás, que tío. Toño no disfruto tanto recibiendo su merecido ya que en lo más alto se rio de mi baja forma y de que ya no puedo ir detrás de él silbándole alegres melodías como acostumbro para alegrarle las rutas. Vitín le oyó y en justo castigo se dedicó toda la bajada a ir un palmo detrás suyo silbando a todo pulmón seguramente la internacional u otra alegre balada sindicalista para disgusto de Toño que bajaba echando más humo por las orejas que por los recalentados frenos. Tate bajo algo más prudente ya que el miércoles en esta misma bajada destalonó y se dio buen revolcón del cual aún no estaba totalmente recuperado.


Cruzamos el pueblo por su plaza llena de gente y con música en su quiosco y ya con ganas de vermú nos dirigimos a ducharnos yo a mi casa y el resto al polideportivo donde quedamos media hora después.

Tras la ducha pasé un momento de pánico ya que no encontraba la cartera, cuando ya me disponía a huir a Logroño dejando a todos allí tirados y mientras sonaban insistentemente los mensajes exigiendo mi presencia recordé haberla dejado en el casco cuando abrí el garaje. Una vez reunidos todos de nuevo nos dispusimos a tomar un buen vermú de casi una hora para después acudir ya bien alegres al local donde comimos.

Ya a los postres se unió a nosotros David Villaverde con el cual nos fuimos al café Troica donde tomaron unos cafés, otros un batido, con o sin nata, Tate y yo nos lanzamos a degustar un riquísimo mojito lleno de hierbabuena, se ve que no nos habíamos hartado de verde en la larga jornada de bici.

Y hasta aquí el relato de la ruta de Ezcaray de este año, mi agradecimiento a aquellos que acudieron y espero que otro año seamos más. Un saludo especial para Josu con el deseo de una rápida recuperación ya que justo el día anterior se rompió la clavícula en la Orbea Gran Fondo de Vitoria impidiéndole estar con nosotros.


Adiós guapis.


6 comentarios:

vitinbtt dijo...

Gran crónica Israel, aunque para tenerla te la he tenido que pedir unas cuantas veces "melón".
¡Qué gran mañana echamos!, menos mal que al final pude acudir y disfrutar de la ruta que con tanto esmero nos prepara todos los años el Gran Israel. Cada año diferente, este año no subimos a la cima, pero realizamos dos subidas con bastante injundia, sobre todo la segunda que nos hizo sufrir de lo lindo, todo esto se compensó con sendas bajadas espectaculares: Praderas, hayedos, cortafuetos, sendas etc.
En definitiva, me lo pasé genial y para acabar una gran comida con una sobremesa llena de "traganatas" algunos avergonzados y otros sin ningún pudor.
Muchas gracias Israel eres un anfitrión cojonudo.

Fer Alcalá dijo...

¡Madre mía que crónica más larga!. No me extraña que te haya costado tanto el hacerla. David seguro que se duerme antes de terminarla. Como se nota que conoces el terreno y que preparaste la ruta con mucha ilusión. Para mi fue una pena el no poder ir y más viendo las fotos de lo bien que lo pasasteis. Prometo asistir el próximo año.

Saul dijo...

Buena cronica Isra.
El año q viene intentare ir...con lo q me gusta ademas Ezcaray y sus alrededores...

Toño Pleitos dijo...

Gran jornada en Ezcaray y buena crónica: prosa fácil y aptitudes descriptivas (aunque he echado en falta tu habitual pimienta -será que tu estado de forma no te permite alcanzar la chispa necesaria, jeje).
Por una vez voy a mostrarme totalmente de acuerdo con el Visir; este Israel es un gran anfitrión, no solo por la ruta que cada año prepara o por la invitación de su cumpleaños sino por como disfruta de todo y como nos invita, con su actitud, a disfrutar de todo a los demás y a encontrarnos como en casa.
Grande Israel!!!

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
israelogro dijo...

Gracias por los comentarios y sobre todo por acudir otro año más a la llamada de la demanda espero que el próximo año estemos alguno mas, pero sobretodo los mismos.
Prometo condensar mis próximas crónicas, tendré que dedicarles más tiempo para ello ya que a mí, de natural, me salen largas y lentas igualito que ando en bici.
Gracias a todos.