1 de mayo de 2017
Distancia: 66km
Desnivel acumulado: 1148mt
IBPindex: 1101
Crónica por Israel.
No
acostumbro a salir en bici sin dejar un día o dos de descanso, mayormente por
el fiasco que siempre me han resultado las rutas cuando no dejo a mis piernas
descansar lo suficiente.
Pero bueno,
aprovechando el lunes festivo, me lanzo a salir a la aventura empezando por
arrastrarme desde la cama a mis abluciones matutinas y mirar la previsión del
tiempo en el móvil. Me entero entonces
de que el festivo día del trabajo coincide con el cumpleaños de Tate teniendo
el pobre que celebrarlo trabajando en su guarida de la Grajera en compañía de
gamos, patos, fochas y ardillas, en vez de con la fauna habitual con la que
suele, no tantas veces como debiera, salir a disfrutar de bicicleta, montaña y
sana amistad. Felicidades Tate.
Ya en Las
Gaunas aprovechamos los buenos días y el besamanos acostumbrado para ir
comentado el parte de bajas. Vaya temporadita llevamos, con otras dos buenas
“cornadas” bien recientes. La caída de Eduardo “gominolas” el pasado viernes
con un hombro en ese momento aún sin recolocar, ánimo Eduardo, y el aparatoso
revolcón de Saúl el día anterior, sin mayor gravedad, pero con unos rasponazos,
cortes y moratones de aúpa, qué valiente y duro es. Yo aún estaría allí arriba llorando
abrazado a un aerogenerador.
Con la enfermería del grupo llena hasta los
topes uno siente ser un descreído y no tener santo patrón, hado, dios o
semidiós al que encomendarse. Sobre todo viendo a Javi como, en un gesto ya
habitual tanto en él como en Ricardo, echar mano a su pecho y acercándolo a sus
labios besar con devoción el relicario de plata con la uña incorrupta de Pepón
que lleva colgando a su cuello.
Qué bonito tiene que ser confiar ciegamente
en un poder superior al que rendir adoración, me siento tentado en pedirle a
Pepón un mechón de su cabello para llevarlo trenzado en mi coleta pero al
volverme hacía él lo veo musitando una oración ante un escapulario con la
efigie bordada de Valverde que discretamente esconde en el bolsillo del maillot.
Siento que he podio atisbar una parte del misterio, del complejo panteón
ciclista al que soy ajeno, sobrecogido guardo silencio y emprendemos ruta.
Unos kilómetros después ya estamos
acercándonos a Viguera, hasta aquí nada destacable, David lleva desde la salida
enumerándonos las muchas pruebas a las que se ha apuntado y los muchos días
seguidos que lleva saliendo. Está claro que este hombre es inmune a la
sobrecarga. Cicla con la misma soltura de siempre aunque apreciamos que está
más huraño y agrio de lo habitual. Parece que madrugar un día tras otro para
zurrarse la badana no afecta a sus piernas aunque sí a su siempre alegre
carácter. Esperemos que nadie cometa hoy la torpeza de cuestionar su indudable
atractivo, tema en él siempre sensible, o puede arder Troya.
Subimos a Viguera por su odiado rampón de
cemento donde el grupo me saca un buen trecho que ya, a partir de aquí, no hará
más que crecer en cada cuesta que afrontemos. Subiendo asfalto dirección a las
canteras tomamos enseguida a nuestra izquierda la pista casi senda y bien
durita, del “atajo a la cantera” que como no podía ser de otra manera nos lleva
a la misma. Diego atajando por lo más duro en un alarde de fuerza lo sube con
insultante facilidad, solo con verlo te cansas.
En la cantera el señor marqués nos comunica
que sintiéndolo mucho tiene dejarnos ya que le han preparado una recepción en
honor a su reciente cumpleaños en el salón noble del palacete lo cual, dice, es
una obligación debida a su título pero que él de mil amores hubiera preferido
quedarse aquí en el monte entre el ganado y la plebe. Como siempre su llaneza y
campechanería nos conquista despidiéndole entre hurras, bravos y vivas al señor
marqués.
Llegamos al plato fuerte del día una larga
subida con intensa pendiente terminando en un duro rampón de cemento. En un
instante vuelvo a quedar solo, aprovecho para ir esbozando esta crónica en mi
magín. Me siento inspirado, vienen a mí las ideas al rápido ritmo de mis
jadeos, las musas me bendicen con comentarios aun más mordaces que los de Toño;
recursos literarios propios de la profesionalidad del negro que escribe por
Bartolo; un toque cáustico de Vitín con su ya famosa “retranca de Islamabad”;
creo, en mi ingenuidad, llegar incluso a rozar la excelencia y gloria del
propio Fervantes… En este estado de gracia termino de subir la cuesta y al ver
a los compañeros, ellos ya bien descansados, intento un último esfuerzo a fin
de llegar con algo más de gallardía. Pero ¡ay!, la falta de oxigeno al cerebro
me provoca un principio de embolia e impide que mis ajadas neuronas sean
capaces de fijar la memoria reciente, mis ideas se deshacen, escapan de mi
mente, de ellas solo queda esta triste y mediocre crónica…
Apesadumbrado no alcanzo ni a protestar
cuando se ordena seguir la marcha mientras mis estertores aun resuenan por la
sierra y seguimos subiendo en fuerte pendiente hasta llegar a Peña Saida. Lugar
donde descansamos un momento, comemos algo, admiramos las vistas y Dieguito
sigue haciendo la cabra encaramándose a la peña para hacerse “selfis” y cosas
de esas de “jovenos”. Sabiendo que volveremos en nuestro devenir a pasar por el
mismo lugar David decide esconder entre unas matas el saco de bombones que
lleva a su espalda ya que amenazan con derretirse por el calor. Ciertamente el
día ha salido muy sano con mucho sol aunque fresco, perfecto para ciclar y
disfrutar.
A partir de aquí tenemos unos escasos nueve
kilómetros para volver al mismo sitio. Primero por una divertida senda en
rápido sube baja hasta bajar a una portilla, que amablemente abrió David pero
cerró antes de que yo llegara, y coger una cómoda pista en ligera bajada
durante tres kilómetros con preciosas vistas frente a ella de Montalbo en
Cameros. En este momento se intentó sonsacarme información sobre la cercana
ruta que en su día investigamos con Vitín bajo juramento de guardar absoluto
secreto. No se quién habrá sido el inconsciente que se ha ido de la lengua,
pero os aseguro que creí sentir como los ojos de Vitín desde la cabecera de la
manifestación del 1 de mayo en Logroño y como un solo hombre los de todos
quienes en ella le seguían, se volvían hacía mí atravesando montañas, bosques y
valles clavándose con furia en mi nuca. Acojonadito me hice el tonto y negué
todo.
Dejamos la pista a nuestra izquierda y
empezamos a subir por una larga y durísima senda que…, espera,… ¿quién es el
ciclista que me precede en la senda y sube como un cohete? Va tapado hasta las
orejas, el único de largo… ah, es Miguel el sobrino de Luis al cual no había
vuelto a ver prácticamente desde la salida en la cual con una sonrisita y gran
cinismo me comentó:
•
- Vaya paliza la de ayer, eh. Estoy hecho polvo
así que hoy iremos juntitos, atrás, despacito…
Para acto seguid salir zumbando y no volver
a verlo en todo el día, cómo arreó el pájaro.
Bien, a lo que estamos, la senda nos acerco
a Peña Saida que enseguida volvimos a dejar atrás no sin que antes David,
ansioso, rescatara sus chocolatinas y las contara tres veces.
Por fin, oh sí por fin, empezamos la
bajada. Pronto nos encontramos recorriendo Senda Preciosa, una gozada, como
siempre divertida y técnica, cada vez que la recorro la disfruto más. En
seguida enlazamos con la Senda de Cerro Arao y aún más diversión, gozando entre
pinares, sorteando piedras y disfrutando de la adrenalina.
En alguna parte que no logro ubicar de la
bajada yendo todos juntos, por tanto justo después de uno de los frecuentes
reagrupamientos, pasábamos por una zona en bajada llena de palos cuando Pepón,
siempre atento, gritó
•
- ¡¡Alto, cuidado, para!!
Por supuesto, clavando freno, de inmediato
paramos todos y vimos como Pepón señalaba un palo atravesado de mala manera en
el cambio de David que seguro lo hubiera dañado de haber dado una sola pedalada
más.
Cuando Pepón se agachaba a fin de retirar
el palo, Toño paso peligrosamente y a toda velocidad zigzagueando entre
nosotros. Yo ojiplático le observe aterrado, alguno daba manotazos al aire como
quien quiere espantar a un mosquito especialmente molesto, otros cerraron los
ojos temiéndose lo peor. Pepón, del que pasó a centímetros de su cabeza y por
tanto aún aleteándole las orejas, le recriminó severamente su imprudente acción
mientras los demás asentíamos ceñudos.
Pero Toño impertérrito nos miro largamente
y dijo:
•
- No os dais cuenta que desde mi portentosa
velocidad y afilados reflejos me es prácticamente imposible diferenciar cuando
estáis parados o en movimiento. Es más,
al pasar entre vosotros aún le he cogido un bombón a David me lo he comido, he
envuelto una piedra en el papel y lo he metido en el bolsillo a Miguel.
Acto seguido se dio la vuelta y desapareció
dejando una nubecilla de polvo. Nos miramos uno a otros tan sorprendidos como
ofendidos por su actitud pero decidimos dejarlo correr ya que a fin de cuentas
estas pequeñas alimañas de metabolismo acelerado como el ratón, la musaraña o
el “portento” común, aunque molestas y dañinas, no suelen vivir mucho tiempo.
Llegamos sin mayores incidentes salvo una
caidilla sin consecuencias de Toño (sí, que yo lo vi, matraco) y un ligero
despiste a la cantera de Viguera. Terminamos la divertida bajada volviendo, por
el mismo camino ahora de bajada, al punto donde dejamos la carretera horas
antes.
Ya desde desde aquí y tras atravesar
Viguera otra vez, todo fue volver a Logroño por los caminos tanta veces
transitados, esta vez por la senda de Tate, hasta nuestro abrevadero habitual
el bar +quemigas donde dimos por finalizada la ruta, pero no el disfrute.
Ale “guapis”, hasta la siguiente.
8 comentarios:
Muy buena crónica Isra. La pena es que se haya perdido la que imaginaste durante la ruta pues, si esta es buena qué decir de la que se te olvidó por la embolia sufrida en el hormigón de Peña Saida. Te propongo que a tus numerosos gadgets añadas un dispensador de oxígeno y una grabadora con un dispositivo accionador situado en el manillar (aunque bien mirado a lo mejor te sale más a cuenta -a ti y a todos tus compañeros- comprarte una ebike...)
La ruta dura y exigente (sobre todo teniendo en cuenta que hicimos San Tirso el día anterior) pero espectacular y agradecida por la belleza de los parajes y la brillante -como el envoltorio de los bombones de David- mañana de la que disfrutamos.
Hacía tiempo que no realizaba una salida "petit comité" después del espectacular aumento del grupo en los últimos tiempos y, la verdad, que también tiene su encanto, aunque son destacables -y paradójicas- las ausencias de los funcionarios y cargos sindicales precisamente en su día; el del trabajo.
Gracias Toño por tus acertadas apreciaciones y como siempre amables comentarios.
No dudes que si un día opto por comprarme una ebike serás el primero en enterarte cuando así, por fin, pueda pasarte por encima.
No puedo decir nada mas que una palabra: EXCELENTE. "Mea" (como diría uno que yo conozco) encantado la crónica, muy buena descripción de los "pollos" que ibais y muy bien explicados los lugares por los que transitasteis.
Como no estuve no puedo decir nada de los que asististeis, pero si puedo decir que me dio mucha rabia no salir (pero lo primero es lo primero; como diría nuestro inútil presidente de gobierno) y después de leerla "cochina envidia".
Muy bien Israel, yo también con mucha pena. Cada día disfruto más, pero tiene razón Vito, sobre todo si lo primero es de mayo
Israel, me descubro ante tan magnífica crónica y me disculpo por no haber asistido a la ruta ni haber leído antes tan magnífica narración, pero algunos tenemos otras ocupaciones que la de andar, andar y andar otra vez en bicicleta. ¡qué barbaros! os da igual que sea el día del padre, de la madre o del cuñao. Ya veo que Toño no deja un día de hacer de las suyas, pero me temo que este chaval ya no tiene remedio.
Otra vez mis felicitaciones Isra por esta excelente e ingeniosa crónica.
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