3 de Julio de 2016
Distancia: 48km
Desnivel acumulado: 1236mt
IBPindex: 15
Cronica por Pablo
Miguel (sobrino), David, Jero, Edu Jaba, Pablo, Ricardo, Pepon, Alvaro, Jony, Tate, Diego, Luis, santi, Javi Bartolo, Tonho, Miguel, Jesús.
6:35 AM, suena la alarma del móvil
por tercer día consecutivo. “No me lo puedo creer, ¿ya?” – Pensé mientras me
levantaba a apagarla. Mis músculos estaban todavía en rebelión así que decidí volver
a la piltra a gozar de 15 minutitos más de sueño, que al fin y al cabo son los
mejores. Un acto de poca valentía por mi parte, pues me rendí ante el sueño
pudiendo haberlo solucionado con un poco de agua fría. 6:50 AM, vuelve a sonar.
“Vamos joder, que no llegas”- Me vuelvo a decir. Tras levantarme, desayuné
rápidamente y me preparé todos los enseres que me hacían falta. Entre tanto,
noté algo raro. No era un domingo cualquiera. Había algo que hacía que el día
fuese diferente, o al menos eso parecía. Alguna perturbación en el universo
hacía que una sensación diferente se apoderara de mí. Decidí no darle demasiada
importancia y subo al trastero a por mi “burrita”. Llené el botellín en la
fuente y puse rumbo a la gasolinera de Las Gaunas, el punto de quedada.
En el camino, me encuentro a Javi
(Bartolo) con el que voy conversando hasta que llegamos al encuentro con los
demás integrantes de esta gran cuadrilla, mientras vemos como bajan numerosos
grupos de chavales por Avda. Madrid, los cuales seguramente no tendrían ya
mucha sed. Todos reunidos, felicitamos a uno de los jefes de la banda, por no
decir al jefe de la banda. ¡Felicidades Pepe! Así que ahí estábamos unos
cuantos: Mikael, David, Jero, Eduardo, Ricardo, Pepón, Álvaro, Jony, Tate,
Diego, Luis (Chubasquero), Santi, Javi, Toño (Portento), Miguel Ángel, Jesús y
yo. Tras unos chistes sobre la vestimenta de nuestro compañero Luis, el cual
llevaba chubasquero y habiendo dejado los 5 minutos de cortesía para algún
rezagado; nos subimos en nuestras monturas al grito de: ¡Vamos, vamos, vamos!
de algún impaciente. Salimos de la gasolinera y nos dirigimos al camino que
lleva a Alberite, mientras Jero decía sus típicos: “¿Cuánto falta?¿Cuándo
llegamos?”. Frases que echaba un poco de menos, pues llevaba un tiempo sin
salir los domingos. Pero dejémonos de frases por un momento y empecemos con lo
que me atañe, narrar la ruta.
Con ritmo tranquilo y numerosos
chascarrillos emprendimos el camino a Alberite. Decidí ponerme en la cabeza del
grupo, nada más que por mantener un poco de conversación. Y así fue, hasta que
se adelantó David para decir que bajásemos un poco el ritmo. Nada más digno de
contar hasta que llegamos a este pueblo de la cuenca del Iregua. Tocaba subir a
Clavijo, pero no por las bodegas, esta vez por una cuesta desconocida para mí,
paralela a la encementada de las piscinas, en la cual hice como es habitual una
patineta. Quizás por torpeza, por el sueño que tenía o por una combinación de
ambos factores. Un buen calentón sin duda para poner las piernas a punto, las
cuales tampoco podía forzar mucho, ya que tenía que terminar toda la ruta. Una
vez culminada la subida por parte de todos, nos acercamos al camino que lleva a
la peña de Clavijo para subir por esas infernales curvas que a muchos nos hacen
añorar nuestro querido Camino Verde. Pero poniendo todo lo que hay que poner,
decidí emprender la subida con los Pros manteniendo un buen ritmo. Unos
intentan subir por un atajo que les hace saltar una curva de las tres que hay
en la peña, pero el resto que no estábamos para atajitos, subimos por el
camino. Una vez pasado el escalón, casi al llegar al parque, veo que alguno de
estos bajan para buscar a los rezagados o bien por el simple hecho de subir
otra vez (que igual se les hacía corta la ruta). Yo sin embargo, espero en el
mirador del parque mientras veo a mis compañeros alcanzar la cabeza de este
pequeño pero matón gigante.
Desconozco la razón, pero recordaba
de manera muy clara los detalles de ese día; algo raro en mí, ya que no suelo
tener muy buena retentiva o al menos eso creo. Una vez estamos todos arriba
aprovechamos como diría Ricardo, “a echar un bocao” y a llenar los bidones;
mientras éste nos abandonaba de forma silenciosa para ir adelantándose. Ahora
sí, empezaba lo bueno. Pero… Vuelve esa sensación que me estaba reconcomiendo
la cabeza, nada más que por curiosidad de qué podía ser. Y sí, todavía no se
había oído nada de crónicas por ningún lado. Inusual en las rutas, ya que
siempre se escuchan algunos chistes al respecto. Un par de minutos más tarde
emprendemos el camino que nos lleva a “La Hoya”. Pero antes de salir de Clavijo
seguido por David, oigo un: “…crónica…chiquillo…” Así que se pone a mi lado y
me propone hacer la crónica, mi primera crónica. Así que pensándolo un par de segundos dije que sí.
Efectivamente, ese fue el motivo de la extraña sensación. Continuamos con la
ascensión mientras vemos como los Pros van en cabeza y yo hablo con Santi de
temas diversos.
Llegamos al cruce del camino con la
Senda de Ramón. Pasamos la senda sin problema y al terminarla, un giro a la
derecha y una cuesta en condiciones con alguna que otra piedra. Llegamos a lo
que fue el cuestón del día, mucha piedra suelta y buena pendiente, por lo que
los “torpes” o “no tan pros” la subimos con la bici en la mano. La pendiente
disminuye, así como la cantidad de piedras, por lo que ya nos podemos subir a
las bicis sin problemas. Tras unos metros tomamos un desvío a la izquierda para
alcanzar la parte más alta de toda la ruta. Un alto con unas vistas que hacen
que merezca la pena sufrir un poco para verlas. Echamos otro “bocao” y hacemos
la foto de grupo. Ya arriba todos los integrantes, me informa Ricardo de que
vamos a bajar por una senda, pero la mayor parte con la bici en la mano. Así
que yo, asumo mi papel de torpe y decido dejar paso a los Pros. Ya en la zaga,
emprendemos la bajada y surge el primer percance del día. No fue un percance en
sí, sino más una pequeña tontería. Se le estaba soltando a Ricardo la pieza que
sujeta el botellín. Una vez solucionado esto, ahora sí, empieza la senda. En la
zaga, todo es más bonito, dejamos una distancia de seguridad, bajamos
tranquilamente disfrutando del paisaje… Pero las cosas pintaban demasiado bien,
eso parecía verano azul. El desnivel se incrementa y la dificultad técnica lo
hace de la misma forma. Llega el momento de hacer senderismo. Con las bicis en
la mano, cinco torpes o mejor dicho, cinco btteros con dos dedos de frente,
bajamos tranquilamente, con cuidado y haciendo humor de la situación hasta
llegar al camino que viene de Clavijo, donde esperaban impacientes los demás.
Todos reunidos otra vez, nos
acercamos hasta unas sendas que van por debajo del camino, sin gran dificultad,
pero eso sí provocaron como las anteriores la aparición del algún “tatuaje” en
las piernas, brazos o incluso en la nariz. De las sendas, nos dirigimos a
Clavijo y una vez ahí rellenamos los bidones en la misma fuente que lo habíamos
hecho anteriormente. Y aparece el segundo problema mecánico. Un fallo en el
freno trasero de David. Una vez solucionado, ponemos rumbo a Albelda (a muy
buen paso por cierto) por un camino asfaltado. Una vez allí, salimos del pueblo
y fuimos al camino del Iregua para llegar a la N-111 (vía de servicio). Durante
un tiempo íbamos a un buen ritmo, marcado por Diego y Jony así como por Álvaro,
que gozaba de su bici nueva como un niño; pero era hora de relajar un poco. Tomamos
un desvío a mano derecha para pasar por uno de los numerosos túneles al otro
lado de la carretera y una vez cruzamos, volvíamos a subir para llegar a las
sendas cercanas al Pico del Águila.
Las piernas empezaban a llamarme la
atención para que bajase el ritmo, así que otra vez voy a la zaga, sin prisas,
comentando alguna cosa con los que me acompañaban en esa posición. Y otra vez,
llegan las sendas. Nos volvemos a distribuir en nuestras posiciones (aunque yo
ya iba en la posición adecuada) y llega la parte final de la ruta en la que
torpes y pros gozamos de un poco de senda. Poco más digno de contar en este
tramo de sendas sin un percance. La última subida, la última senda. Llegamos a
los campos de golf de la Grajera, ruta hecha, buenas sensaciones y mucha
diversión. Alguna que otra discusión por el lugar del almuerzo, ya que Pepe
prefería ir al sitio habitual de los domingos y otros querían cambiar e ir a la
Terraza. Pero sin mucha palabrería, al final unos por un lado y otros por otro.
Otros como yo, a casa que ya empezaba a calentar de más. Y aquí me despido, una
gran ruta, como todas las que llevo haciendo con esta cuadrilla y un placer
poder acompañaros en vuestras andanzas por La Rioja. Siempre un honor llevar el
maillot de Andanzas.
Un saludo,
7 comentarios:
Buena crónica Pablo. Cuando te sueltes un poco ni te cuento.
Otro gran día de Btt.
Salud,
Barrancas
Pedazo de crónica, está muy bien Pablo y eso que es la primera; ¡¡¡excelente!!!
Siempre hay alguién dispuesto a aportar lo que tiene al grupo y siempre existe el caso contrario, que lo poco que tienen que aportar ni se molesta en hacerlo.
Una pena no poder acompañaros y saber lo que hizo el PORTENTO aunque en un vídeo ya he visto que bajaba "sobrao".
Y lo del almuerzo que decir..., nosotros estuvimos fenomenal acompañando a Pepe el día de su cumpleaños.
Muy buena crónica Pablo, la has hecho muy bien aunque lo malo es que te has metido en la espiral y cuando entras ya es casi imposible salir, a partir de ahora estas dentro de la rotación, bienvenido.
Pasamos otra buena mañana de bicicleta aunque la senda de la encina es bastante complicada para casi todos nosotros, aún así lo pasamos muy bien.
Muy buena crónica, Pablo, y como dice Pepe, ya estás metido en el chino de David, que es el que da la orden, a la hora del turno de las crónicas.
Sigue andando en bici como lo haces, y con tu juventud, verás que pronto pillas a los pros, eso sí, siempre con cuidado.
Saludos.
Buena crónica Pablo, espero que te lo pases muy bien con nosotros y que sigas haciendo crónicas.
El Pe
Muy buena crónica, Pablito!! Se ve que le has puesto interés y que la has repasado a conciencia para que todo (contenido y continente) estuviera en su justo término. Incluso diría yo que "el del bocao" te ha supervisado algunos puntos (es una suposición, no puedo afirmarlo).
Nada que añadir a lo dicho salvo que llevamos durante toda la ruta un muy buen ritmo, sobre todo en las subidas. No creo que esto se debiera a la ausencia del Torpedo. O quizás, sí? Quién sabe...
Otra gran mañana de bici en la mejor compañía. Alguién da más?
Pablo, muy bien contado. He disfrutado leyendo tu crónica tanto como en la bici el domingo. Ya eres un pro. A ver si no dejas de salir con nosotros. Eres el futuro.
Luis.
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