26 de agosto de 2012
Distancia: 47km
Desnivel acumulado: 1687mt
IBPindex: 126
Crónica por Jose Eugenio
Santi “el nuestro”, David “elPe”, Vitín “el fogonero”, Jesús “el chifla”, Jesús “el educador”, Juan “Tom ,Tom”, José Luis “el niño”, Javi “Yatedigo, Maldonado” y José Eugenio (que
bonito nombre).
Ante la insistencia del fogonero
por hacer una ruta por Villoslada, no me quedó otro remedio que, después de
desplazarme 4 días al parque para matizarla, preparar una jornada de nuestro particular
duathlón (btt y comida), que resulto ser en mi opinión, una convivencia muy
agradable, ya que unida a la, en parte, novedosa ruta y gran comida que
disfrutamos; el tiempo ideal que tuvimos
para la práctica de nuestras aficiones favoritas fue muy bueno.
A las 7 de la mañana nos juntamos
en los Golem y sin apenas demora nos dirigimos hacia el que iba a ser el punto
de partida de la ruta del día, Villoslada.
Preparamos las bicicletas y
después de llenar los bidones, empezamos el recorrido por el “sendero de la Virgen”. Este sendero tiene
su punto de técnica para nuestro nivel, y en él ya tuvimos nuestras primeras
incidencias en forma de caídas sin importancia y de algún pinchazo, que
solvento el líquido de los tubeless. Chifla, comento que 2 veces oyó salir aire
de sus ruedas y Vitín dio con sus huesos en tierra a pesar de su categoría en
enduro. Reagrupamiento en los corrales y continuamos por el “sendero del
Achichuelo” sin más novedad que los apuros pasados por “Maldonado” al sortear
un paso conflictivo, al cual toreó como si fuera el mismísimo “Gitanillo de
Triana “.
Salimos del sendero y nos
encaminamos hacia un bucle novedoso en el “camino de la Matanza”. La subida sin
ser muy dura ni excesivamente larga, hizo que hubiera un estiramiento de pelotón,
en parte por el ritmo que imprimen Santi y David, y en parte por el pinchazo de
Vitín, que se arreglo con un bote de espuma ( esta vez no era del año de la
chirindanga sino nuevo ).
Llegamos al refugio, y un poco
más adelante descendimos por un sendero apenas transitado, el cual al atravesar
un canchal a pié se tornó en camino, para sin ninguna novedad, situarnos en el
comienzo de la subida que nos llevaría por “ puente Ra “ hasta las cascadas del
mismo nombre.
El caudal del río es muy escaso y
no pudimos contemplar con su verdadero esplendor la belleza del paraje, aún
así, varias fotos, con su respectivo cachondeo, quedaron para enriquecer el
blog de la cuadrilla.
Descendimos para tomar una senda,
que sería a la postre una de una de las zonas más duras de la jornada, el
“sendero de la Majada
de las Disecadas”.
El inicio hay que subirlo andando
y alguno se quejaba de la dureza, pero al montarnos en la burra y empezar a
recorrerlo se dieron cuenta de lo bonita que era esa parte del bosque. Vimos el
chozo y los rediles, y continuamos- poco a poco- (como le recordaba “el
educador” a Santi) hasta coger el camino que por la parte de arriba lleva a
Lomos de Orio. En el sendero recorrido, “el Pe”, como es habitual, se perdió
ligeramente, y le recordamos la suerte que había tenido conociendo a esta
cuadrilla que lo rescata de todas sus lagunas de orientación.
Nuestro amigo Juan tuvo una
pequeña caída sin causarle ningún problema físico, pero si mecánico, ya que le
deparó la rotura del manguito de su tija telescópica, la cual es prácticamente
nueva, dejándola averiada, hasta que al parecer, se la arregle Santi (eso es lo
que me pareció entender) y pueda ponerla de nuevo, pues debe de ser de gran
utilidad en terrenos comprometidos.
Llegamos a la ermita y
aprovechamos para comer algo y coger agua, aún nos quedaba la mitad de la ruta
aproximadamente y teníamos que recuperar energías ya que no era fácil la última
parte que nos esperaba. Que bien se estaba en la escalera de la ermita, daba
pereza dejarla para seguir adelante.
Después de bajar la basura al
contenedor por parte de David y esperar a que “el Chifla” se quedara a gusto,
bajamos para salir a la carretera, dándose cuenta David de que pasábamos justo
por delante del contenedor al que tantos viajes había realizado para depositar
los restos.
- Eso se avisa, -comentaba-, y al
“Niño” se le movían los dientes de tanto reírse con ganas.
- Si es que estas siempre
despistado, le replicaba “el educador”.
Asintiendo David, continuamos
para coger la llamada pista “del Sillar”. Aquí, como en cada sitio que
recorremos sin problemas para ciclar, los sagaces hicieron un hueco importante,
estirando el pelotón con distancia considerable. Alguno no quería esforzarse,
pues su rutina semanal, le había dejado un poco tocado y se dejaba llevar a
ritmo tranquilo.
Sin más llegamos al collado de
“Sancho Viejo”. Las bromas se sucedían sobre la montaña que teníamos a nuestra
izquierda.
-Una vez subimos por allí,- decía
el “Chifla”.
- Tu estás mal de la cabeza,
-respondían los allí presentes-, y como sería su sorpresa que cuando llegamos
“Yatedigo”, “Tom Tom” y yo, y les dijimos que la ruta continuaba hacia arriba,
empezaron la división de opiniones. Unos se acordaban de mí padre y otros se
acordaban de mí madre (“Gitanillo de Triana”, como en los toros, ¿no te
parece?).
Subimos el fuerte repechón,
buenamente cada uno como pudo, y al llegar arriba divisamos unas de las más
bonitas vistas del parque, para toda la cuadrilla, menos para Vitín, que
todavía estaba borracho de la belleza de los Pirineos y no era capaz, con su
orgullo, de valorarlas. ¿Acaso lo haría para tocar las narices o para leña al
fuego en cuestión de las polémicas? –Como le gusta hacer de fogonero.-
En ese punto llamamos al
restaurante para que nos reservaran sitio para comer, no fuera que nos
quedáramos sin nuestros amados caparrones.
Hecha la gestión, dejamos la
cumbre para dirigirnos hacia el alto de “las Peñuelas” y un poco antes de
llegar a él, nos tiramos por un cortafuegos a coger un camino casi en desuso
que en poco tiempo nos llevaría al refugio que esta al pié de “Peña Yerre”.
Este lugar también era bonito por
lo rocoso del monte, así como por los árboles que lo poblaban, era un lugar
para contemplarlo (también para casi todos).
Eso hicimos y antes de partir,
advertí a la cuadrilla de que la bajada desde aquí hasta la presa del pantano
era peligrosa por lo rápida y por la gravilla que tenía. Se rogó un poco de
precaución y partimos. Cual sería la sorpresa, que en la segunda curva, David –
quién si no- ya estaba dando tumbos. Tal vez sería porque destalonó y se fue al
suelo o se fue al suelo por su velocidad en todos los terrenos, él solo lo
sabe.
Abajo esperamos Santi y yo a que
arreglaran la avería, (es que no nos enteramos de ella hasta que no nos lo
comunicaron por teléfono), y una vez que lo hicieron bajaron sin más novedad al
lugar de agrupamiento elegido.
De ahí fuimos por el cuestón del
embalse hasta el chorro de alimentación del río Piqueras. Que fuerza tiene el
agua al salir con esa presión, invitaba el río a darse un remojón por la
singularidad del paraje. Solventamos un problema de presión de la rueda de
David, valga la redundancia, y después de tirarle Santi la bomba a hacer
puñetas, (decía que era una castaña), y de hacernos unas fotitos, continuamos
para coger la que iba a ser la última parte del recorrido, la zona de la
“laguna de la Nava”
y la “vía romana” que enlaza con Villoslada.
Otra vez,- y van muchas las veces
que pasamos por ella-, la laguna estaba más seca que el ojo de un tuerto, ni
gota de agua tenía. Javi, que la visitaba por primera vez, quiso pasar por su
seco lecho para contárselo a su otra cuadrilla el lunes sin falta. Y luego dice
que le damos caña con lo de su otro grupo, pero si no toma café nunca con
nosotros, si se va donde lo tiene gratis. Se lo tiene bien ganado el traidor, o
eso es lo que dicen algunos para tomarle el pelo.
La “vía romana” se nos hizo un
poco técnica aparte de dura en lo que fue su zona de subida. Al llegar al paso
de hombre, todos comentamos, más o menos, que lo bonito del lugar compensaba
las dificultades.
Nos alentamos y advertimos para
afrontar la zona de bajada, y sin más demora nos tiramos por la senda cada uno
a su ritmo, para llegar al pueblo y recuperar la adrenalina que habíamos
soltado en semejante bajadón.
La senda es espectacular, como
creo que casi todos ya conocereís. Sus escalones de piedra la hacen un poco
difícil, pero el grupo, esta vez la pasó sin contratiempos.
La primera parte de la jornada
había concluido, nos quedaba meter las bicis en el coche y darnos un baño en el
río para refrescarnos los calores que traíamos.
La poza en la que nos bañábamos
otros años, estaba ocupada y tuvimos que subir un poco para poder meternos sin
problemas en el río. Indigno el espectáculo que se contempló en esas aguas,
mejor será pasarlo por alto.
Fresquitos y limpios, empezábamos
a pensar en cerveza, creo que todos menos “el educador”, que no le hace mucha
gracia y prefiere un kas.
Mención aparte, merecen algunos
que se lavaron como los gatos de “Villa Carmelo”.
“El Niño” nos dio una lección de
buceo en apnea , al aguantar sin respirar 2 minutos,
(4 segundos en el agua y el resto
fuera, por lo fría que estaba), que capacidad pulmonar tiene el jodido.
Pasamos al Centro de
Interpretación del Parque, vimos un pequeño documental sobre el mismo, y en
apenas 15 minutos ya estábamos echando unos zumos al cuerpo, que de verdad nos
hacían falta, (de cebada, lógico).
Un par de zumos y a comer. Buen
menú a base de caparrones con sus correspondientes guindillas, y carnes rojas o
asados, hicieron las delicias de los allí presentes, todo ello, regado con un
vino reserva de gran calidad, hasta para los cabronazos que le echan gaseosa.
Después de un postrecito, para alguno reforzado porque se le hacia seco-¿eh
Niño?-, y unos espirituosos, (¡como le gustan los espirituosos a la banda!),
con la barriga bien llena y las
mandíbulas resentidas de reírnos por el cachondeo que tuvimos, dimos por
concluida la jornada deportivo-gastronómica. Nos citamos sin más para el
próximo domingo, que ya se sabe cual será la ruta, y después de las despedidas,
“cada mochuelo a su olivo”.
En resumidas cuentas, gran
jornada y mejor compañía.
El lunes, casi con total
seguridad, nos habremos reunido en el “Winniepub” para seguir con las
discrepancias, además de tomar café
comentando las incidencias de la ruta y también enterarnos de que es lo que
hizo la selección en su competición de Azagra. Yo creo que dejarían el pabellón
bien alto, pues se desplazo en parte lo más selecto del ciclismo de montaña que
hay por estas latitudes, (El tío Gerardo, el ñandú de la Pampa y el junco de la
hostelería, entre otros).
Un saludo, y eso es todo, amigos.
Hasta la próxima.
FOTOS AQUI:
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5 comentarios:
Gran crónica Pepón. ¿fogonero?, voy a tener mas motes que el "pelusillas".
Joder, Pepón, tanto tiempo sin querer hacer crónicas y resulta que ni el Matías Prats padre en sus mejores momentos. ¡Qué tío!
!!!!!!Que bien lo hemos pasado¡¡¡¡¡
Saludos,
Barrancas.
Muy bueno Pepito, gran crónica y como dices se ajusta a la realidad, lo pasamos muy bien. Fogonero ó follonero ¿En que cadena sale? da igual...el caso es buscar follones...
El Pe
Qué envidia me dais, muy chulas las fotos.
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