7 de febrero de 2016
Distancia: 56km
Desnivel acumulado: 917mt
IBPindex: 70
COITUS INTERRUPTUS
BY TOÑO PLEITOS
Victor, Pepe,
Miguel, Javi, Eduardo, Santi, Fer, Dieguito, Tate, Eduardo “El Quinto”, Tomas, Luis, Toño y Miguel “Sobrino”.
La mañana
comenzó rara, rara.
Al ir a entrar
en la cocina para desayunar, a las 7 de la mañana oigo unas llaves en la puerta
de mi casa y para mi asombro veo entrar a un abejorro con los ojos rojos y que
me sacaba la cabeza (lo cual, como todos estaréis pensando, no es muy difícil).
- Qué miras, papá? Anda quítate de la puerta
de la cocina y déjame entrar a cambiarme.
Coño,
carnaval… A ver si me despejo y logro llegar a la gasolinera sin perderme.
Una vez
desayunado, aseado y vestido, por arte de lo que los psiquiatras denominan el
subconsciente, porque yo consciente no soy ni lo he sido nunca, subo al
trastero a por la burra y me sorprende, antes de abrir la puerta que da acceso
a los trasteros, ver luz en el pasillo.
Que raro! quién
coño habrá subido a los trasteros un domingo a las ocho menos cuarto -pienso
para mí y, ahora para vosotros, querido público- y sorprendo a un vecinito con
su novieta haciendo esas cosas que todos o casi todos hemos hecho en lugares
insospechados y/o agrestes (por ejemplo en Mojón Alto) cuando no disponíamos de
lugares adecuados en los que dar rienda suelta a nuestra desenfrenada libido.
En estas
ocasiones, lo mejor es actuar como si la pareja sorprendida fuera invisible y
eso hice, así, como el que va a comprar el pan de todos los días, pasé, abrí la
puerta del trastero cogí burra, casco y zapatillas y con el ánimo un poco
turbado me largué sin decir ni mú.
Ya en Las
Gaunas y según me acercaba divisé, entre todas las caras de los ciclistas que
allí se habían reunido, una sonrisa radiante, sin fin, como la del gato de
Alicia en el País de las Maravillas y detrás de esa sonrisa estaba Víctor, por
lo que algo malo me temí (nada bueno puede motivar la ladina sonrisa del
pakistaní).
Efectivamente,
antes de dar los buenos días me planta: “David
no viene, por lo de la rodilla, pero me ha dicho que, según el chino, te toca
la crónica”.
Allí estaba
reunido un grupo variopinto de bikers, entre los que destacaban nuevas caras
como la del sobrino de Luis; Miguel y su amigo Eduardo (sí, otro más, este es “Eduardo
I en su casa y V de Andanzas”) y otras caras que empiezan a hacerse familiares
como la de Tomás Canondale. Por el contrario, también hubo ausencias clamorosas
como las de Daviz (el runner que nunca llegó a serlo), Israel (no sé si el de
“Leaving Las Vegas” o el “Living la vida loca”) y Ricardo (el enfermo
selectivo; para la bici, sí, para “fibra de pájaro”, ni de coña) y algunos más
que me dejo en el tintero y que no pasaron de caimán.
Con eso y todo,
nos reunimos 14 ciclistas que iniciamos una marcheta ligera y cómoda hasta
Viguera siempre comandados por Dieguito “El Euskobiker” y jaleados por Luis,
por eso de que tiene que estar en casa antes de las 12 so pena de convertirse
en calabaza.
Una vez
coronada la cuesta y sin casi dejar respirar a los rezagados nos lanzamos en
busca del camino de las canteras, en cuyo último rampón pudimos contemplar el
funcionamiento de un complejo mecanismo incorporado a las Orbeas por el cual,
una vez detectado un nivel determinado de cansancio en el ciclista, la
bicicleta se acuesta automáticamente y te deja recuperar el resuello.
Reagrupados
nuevamente nos dirigimos a la senda de Miraflores o de Los Corrales, senda
bonita de bajada y espectacular de subida, sobre todo con el terreno en las
condiciones de humedad exactas para permitir la ascensión.
Completado el
tramo de senda, con sus pendientes pronunciadas al principio y algún paso
difícil por las piedras y la humedad, al final, salimos a una pradera con todavía
inclinación considerable y sucesivos escalones que nuestras piernas sufrieron
hasta cumbrear en una planicie verde y soleada. Allí, con la compañía de unos
potrillos y la delicada música de los gorjeos y trinos de los pajaritos, en ese
idílico escenario sacado de una película de Walt Disney procedimos a comer
frugalmente y a hacernos la consabida y, en este caso anticipada, foto de
grupo.
El
emplazamiento más idóneo para dicha foto era en la cruz de Viguera (nuestro
destino) pero hubo que anticiparla porque los “dos ideólogos del compromiso”
(Vitín y Pepón, Pepón y Vitín, tanto monta, monta tanto) nos dejaron
prematuramente e inconcebiblemente para ver un partido de fútbol (que poca
vergüenza!!!).
Verles partir
a los dos era como ver a Pablo Iglesias vestido de smoking (vamos, que
chirriaba más que un gozne de una puerta en una película de miedo).
También nos
abandonó el ínclito Marqués de Chorrapelada alegando que debía acompañar al
Gran Jefe con el fin de comprobar el resultado de la gimnasia de fortalecimiento
de muñecas que hacía en el gimnasio de su sobrino para poder palmear mejor y
más fuerte.
Allí los vimos
alejarse… una estampa digna de verse, el trio del arte cada vez más lejos con
el delicado aleteo de orejas de Dumbo, el rítmico e insinuante movimiento de
caderas del Torpedo de Islamabad adquirido en sus clases de spinning y con
Bartolillo brincando y retozando a su alrededor cuan perrillo faldero.
Los
supervivientes de la espantada, guiados por Diego, bajamos por una senda de
inicio complicado por la presencia de pedruscos y escalones, para ser ciclable
más adelante aunque con una más que respetable inclinación en su último tramo.
Después subimos un repechón y nos encontramos con unos excursionistas
almorzando y con las vistas espectaculares del valle del Iregüa.
Descansamos un
rato, hacemos el photocall con la consabida cruz y realizamos una segunda y más
reducida foto de grupo. En ella podéis observar los síntomas de la enfermedad
epidémica que afecta a los funcionarios municipales; el vértigo (Tate es el
botón de muestra y el retal, Eduardo (Ayuntamiento) que está postrado en casa
sin poderse mover).
Emprendemos el
descenso hacia la ermita de San Marcos y, al principio, la senda está bien
marcada y cada uno baja como puede sin mayores problemas. Posteriormente
entramos en un territorio “freeride” como nos lo definió nuestro guía Dieguito
y que, en castizo, quiere decir que tires para bajo por donde te dé la gana y
en la ermita nos vemos.
Esto dio lugar
a la elección de tres rutas distintas (por lo menos) la primera y más exitosa
elegida por Santi (y solo por Santi) y después las comandadas por Tate y
Dieguito (que no terminaron de convencer a nadie por ser impracticables).
Reunidos todos
en la ermita y después de comprobar que los pobres Miguel y Eduardo seguían
vivos y que no habían asesinado a Luis, empezamos la vuelta para Logroño.
En este punto
y como todavía eran las 11, Luis “El Sagaz” sugirió hacer el Parkinson y entre
dimes y diretes llegamos por Los Mogrones (no podía ser de otra forma siendo
Tate de la partida) a la encantadora localidad de Albelda donde tuvo lugar la
penúltima escisión del grupo.
Esta vez cinco
compañeros nos abandonaron y los restantes 6 (Santi, Diego, Miguel, Luis, Tomás
y un servidor) subimos por la Raposa hasta el inicio de la senda del Parkinson.
Decir que la
senda estaba mucho mejor que en otras ocasiones y que, ya que estábamos de
sendas, hicimos después la del acabose, para concluir la mañana, que tan rara
había empezado, como deben terminar estas cosas: almorzando los tres elegidos
(Dieguito, Santi y un servidor) unos huevos con jamón.
En ocasiones,
solo en algunas ocasiones, lo que mal empieza bien acaba.
Esto es todo
amigos…
8 comentarios:
Crónica excelente, en esto no tienes que mejorar ya que lo haces muy, muy bien, pero, aunque seas un verdadero "Portento" encima de la bici, en los descensos "necesitas mejorar" las fotos no mienten, te va como anillo al dedo "El Patineta".
Muy buena la crónica Toño, se te ha olvidado mencionar el incidente de las piedras en la mochila de Eduardo.Respecto a lo de la escisión del grupo por un partido de fútbol tiene delito, pero no digo nada salvo: leña al mono que es de goma
Que crack del teclado !!! No has contado el susto que te diste cuando apoyaste la bici en la cruz y casi marcha para la finca del "golosinas".
Gran mañana !!!
Bien, chaval, bien. Pero sigo malito.
Salud,
Barrancas.
Me alegro que pasaras tan excelente mañana como se interpreta en tu gran crónica. Debo decir que escribiendo tienes un arte y un salero sin igual, siempre espero ansioso tu genial relato, enhorabuena, eres la ostia.
Debo de decir que en cuanto al abandono para ver el fútbol no debes de ser ni celoso ni reprochón, pues al BARÇA lo conocí antes que a vosotros y mi sentido de la responsabilidad me dice que tengo que tener con él más responsabilidad y quizás más compromiso. Al final, como he comprobado, los amigos dejan de andar en bici por una u otra causa y desaparecen pero el BARÇA siempre esta ahí.
Luis ¿leña al mono?, no seas vengativo y mas vale que aclares el caso de las piedras no se donde.
Con esta crónica te doctoras como el puto amo de la prosa ciclista. Sobresaliente,citas hasta a los ausentes.
Con esta crónica te doctoras como el puto amo de la prosa ciclista. Sobresaliente,citas hasta a los ausentes.
Toño, como siempre he disfrutado muchísimo leyendo tu crónica. Tal vez no sea la mejor de las tuyas, pero posiblemente si sea en la que con más profundidad has incado el cuchillo. Estas que te sales, tanto en la bici como con la pluma, pero anda con cuidado no te salgas un día a la cuneta.....o te saquen...
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