29 octubre, 2014

Urbasa 2014 (18 Ciclistas)



Urbasa 2014. ¡¡Ya viene, ya!!


26 de octubre de 2014
Distancia: 40  km.
Desnivel acumulado: 620 mt.
IBPindex: 34


Crónica por Juan “Epi”.


La excusa.
Hacía tiempo que no escribía para el blog de los ORdanzas (ni para nadie); prácticamente desde que éste registraba 175436 visitas. Así que, para esta ocasión, solicité la ayuda de mis musas. A mi llamada no acudieron ni musas ni pocas. Al parecer, mi inactividad “epistolar” hizo que emigraran hace tiempo a plumas más prolíficas. Por lo tanto, escribo esto con la única neurona que “dicen” tenemos los humanos del género masculino. La mía, además, deteriorada.

Los previos.
La “inscripción” a última hora de una biker hizo que me replanteara mi equipación. De todos es sabido que uno de mis anhelos, que siempre recordaba e imploraba una y otra vez a mis “compamigos” de ORdanzas, era que ¡¡cuándo cojones iban a traer una chica al grupo!!. Y mi sueño estaba a punto de cumplirse.
Yo que soy algo presumido, nada más conocer a través del correo electrónico su presencia, me surgió la misma pregunta que le hace una tanga a otra: ¿y mañana qué coño me pongo? Podía ir con la equipación oficial de ORdanzas o, más apropiado, de Ágata Ruiz de la Prada. Opté por esta última: un discreto maillot de tonos apagados con predominio de “los grises” (los policías no, los colores). Así, discreto, no llamaría la atención.
La hora de quedada era a las 07:00 a.m. en el Seminario, así que tocaba madrugar. Afortunadamente el oportuno cambio de hora de esa misma madrugada hizo que esto no fuera tan traumático.
Pasados unos minutos de las seven, una vez hizo acto de presencia la ragazza y su Cía., y repuesta la peña del shock que les supuso verme vestido de esa de guisa (de Prada), salimos del Seminario “ordenados” como adelantó el organizador unos días antes.

El viaje.
El Camping de Urbasa está en Urbasa. Quizás este detalle puede parecer baladí, pero demuestra el ingenio y la rapidez de reflejos del propietario al ponerle nombre a su establecimiento. Éste (el camping) se encuentra a unos 80 kilómetros de Logroño, que es prácticamente la misma distancia  que hay desde Logroño hasta allí. Durante el trayecto amenicé y amenacé a mi copiloto con música variada de Pink Floyd, Chayanne, Pecos, Ana Belén, etc. y etc., mientras que éste me daba palique y, de vez en cuando y sin malicia (supongo), me tocaba la pierna derecha depilada, al igual que la izquierda, dos días antes. Ese inocente, fugaz e inocuo contacto (sin transferencia de fluidos) no impidió que mi libido se despertara de su letargo y llegara al Camping con la tienda de campaña montada. Allí decidí cambiarme de equipación. Como nunca se sabe dónde y cuándo va a “saltar la liebre”, siempre acostumbro a llevar en el coche unos Manolo Blahnik para regalar, unos preservativos con sabor a tutifruti (caducados) y una equipación completa de los OR. (el culotte debajo de unos vaqueros ajustados produce un efecto óptico valorado positivamente por las miradas lascivas: te marca más paquete y te sube un poco el culete). Al parecer en mi último escarceo olvidé reponer el maletero y no me quedó más remedio que ponerme lo primero que pillé.

La ruta.
Empezamos con un frío del carallo pero poco a poco fuimos entrando en calor. El sitio es espectacular: un paraíso (pero no de los que los Pujol y otra fauna de su especie están acostumbrados a depositar sus ahorrillos). Sendas, pistas, tramos pedregosos, ramas y más ramas, praderas empapadas de humedad, etc., etc., se intercalaron a lo largo del recorrido bicicloturístico. Solo faltó en este bucólito escenario que en cualquier momento aparecieran Mary, Laura y Carrie bajando descontroladas por alguna de esas praderas, acabando la pequeña de los Ingalls rodando por ella.
En un par de ocasiones nos desviamos de la ruta para observar en primer lugar un Dolmen y, después, unas formaciones rocosas muy curiosas ubicadas en un sombrío hayedo.
Desde el punto más alto de la ruta tuvimos unas vistas impresionantes. Si te ponías de puntillas casi se llegaba a ver cómo rompían las olas en el espigón de Lekeitio.
Algún despiste y error en la interpretación del track, cosa rara en este grupo betetero, hizo que tuviéramos que saltar alguna valla. No era posible pasarlas por el medio pues la proximidad de sus alambres espinosos entre ellos las convertían en eficaces vallas anti-tripas.
Mediado el recorrido el organizador del evento nos tenía reservada una grata sorpresa. Conocedor de que a estas alturas de tan exigente ruta nuestras piernas estarían ya agarrotadas y machacadas de tanto pedaleo por esos tramos pedregosos y extensos pastos que, como bien dijo un compañero, hacían el efecto velcro con nuestras cubiertas, decidió “acertadamente” obsequiarnos con una larga sesión de fangoterapia. Detalle éste que todos le “agradecimos” a él personalmente y a su familia con el pensamiento.
Algunas de las inundadas roderas que aderezaban este particular Spá tenían tal altura que se podría hacer en ellas el próximo campeonato del mundo de clavadistas. Comprobé que varias hacían hasta eco.
Solventado este terapéutico tramo, procedimos a regresar “ipso facto” a nuestro lugar de inicio pues las prisas arreciaban a algunos.

Las averías y caídas.
Mencionar que, afortunadamente, en este capítulo hay poco que mencionar. En cuanto a averías un pinchazo y poco más que se solventó siguiendo estrictamente el protocolo establecido para no caer en errores de antaño: ¡¡jorder!!, ¡¡me cago en la puta!!, ¡¡tira y calla!!, ¡¡métele un poco de espuma, cojones!!, parece que pierde aire, ¿quién, la rueda?, ¡¡no, mi culo!!, ¡¡acabas antes poniéndole una cámara!!, ¡¡si ya lo decía yo!!, etc., etc., etc.; y, por lo que respecta a las caídas solo reseñar un par de salidas laterales de la bici sin que el glúteo ni ninguna parte del cuerpo llegara a tocar suelo, por lo que no puntuaron.

La comida.
Nos asombró la rapidez del servicio de camareros/as tanto en la barra como en el comedor del Bar-Restaurante de este alojamiento turístico llamado Camping. Para cuando nos sacaron el primer plato ya nos habíamos comido tres cestañitos de pan y esnifado las miguitas. Nos empezamos a preocupar un poco, pero solo un poco, cuando nos enteramos que los comensales de la mesa de al lado habían entrado a desayunar a las 9 de la mañana y seguían allí, a las 3 de la tarde, esperando que les sacaran la mermelada.
Cada vez que alguna de las camareras salía de la cocina cargada de platos esperábamos que éstos fueran para nosotros; y con ojos espectantes y el estómago gruñendo nos decíamos: ¡¡Ya viene, ya!!, pero tristemente descargaba su nutritiva carga en mesas de otros clientes. Afortunadamente esta escena “solo” se repitió unas 35 veces, más o menos.
El condumio estuvo aceptable y sobre todo abundante, tanto es así, que nos permitimos el lujo de tirar algo al suelo para que se alimentaran los pajarillos y otros bichillos que pululaban por allí.
Menos mal que habíamos acordado el menú, que por eso quizás lo único que respetaron de lo pactado fue el precio. Lo que menos nos gustó, no obstante, fue el precio de las veintitantas cervezas que nos tomamos entre todos. Por este motivo salimos de allí escopeteados y por la puerta falsa.

Los asistentes.
Salvo un intruso que se coló en la ruta, que nadie le conocía ni le invitó, decir que disfrutar de la compañía de esta gente no lo paga ni Blesa con una tarjeta ORpaca.



The end (el fin).
Sin duda acabé satisfecho de volver a ¿pedalear? con esta buena gente a pesar de que terminé con mi cuerpo sin que quedara un centímetro cuadrado sin arañazo. Porque mi mujer sabe que fui con vosotros que, sino, bien hubiera podido pensar que llegaba a casa después de pasar un día de orgía y desenfreno con la mujer araña o con la madre de Andreitacómeteelpollo, que también debe de ser una fiera.




4 comentarios:

vitinbtt dijo...

Que decir de la crónica, como siempre, GENIAL, eres un auténtico plumilla.
Cuando se va con Tate, ya se sabe, Tateaventura, esta vez toco terapia de barro.
Juan, creo que el pequeño Nicolás no se coló, mas bien pienso que lo llevaste tu, en todas las fotos que sale está contigo, tu eres su valedor.

Anónimo dijo...

Gracias Víctor.
Por otra parte, sería injusto nos agradeceros a David y a ti el buen trabajo de photoshop que ilustra esta crónica.
Saludos,
Juan

Toño Pleitos dijo...

Gran crónica, Maestro!!! Después de obsequiarnos con esta pequeña delicia, nos queda el regusto amargo de que no lo hagas más a menudo (no solo croniquear sino, incluso, compartir más salidas)Por otra parte, has conseguido que rememorara sensaciones hace tiempo perdidas como las que me producían las ingles de las ingalls (con lo de las ingles, me refiero al sobaco de la entrepierna).
Felicitar también a los de los "efectos especiales".
No quiero olvidarme de Tate, que nos obsequió con una ruta rica en texturas; el efecto velcro de las praderas, el crujiernte de las ramas, ramitas y hojas, el fluido y viscoso del fango. En fín, Tate has hecho honor a la fama que te precede.
Gran ruta, gran crónica y espléndida compañía!!!

Anónimo dijo...

......y a Dieguito por el vídeo.
Juan.