17 de abril de 2014
Jueves Santo: Paseo con los señores Montalvo y Bartolomé
(Logroño-Alto de San Antón-Logroño)
Track: no existe.
Imagen Google: menos todavía.
Kilómetros: 57,98.
Fotos: no se hicieron.
Atraído por el sugerente y atractivo planazo propuesto por “BeautifulName”,
que previamente nos comunicó por e-mail y que rezaba así: “En principio
y si no hay otras sugerencias, yo saldré desde las gaunas a las 8h. con la
intención de hacer una ruta suave como es subir al alto de San Antón. La idea
es estar para antes de las 11h. en casa. Si a alguien le interesa, nos vemos
mañana. Un saludo.”; me presento en el lugar y hora indicados.
Allí, además del
convocante, también acudió “Espantarrifas”.
La escasa afluencia
de bikers a la kedada quizás se debió a que estas fechas son propicias para
largarse uno de vacaciones; a los compromisos familiares y también, sin duda, a
que más de uno prefirió guardar fuerzas para la exigente ruta del día
siguiente: nada más ni nada menos que “LA RUTA DE LA MUERTE” (¡¡huy, qué
miedo!!). Que digo yo, dicho sea de paso, que a qué se debe tan fúnebre nombre;
¿quizás a que se realiza en viernes santo?, ¿quizás por su dureza?....no lo sé,
mañana nos enteraremos.
Tras los 5 minutos
de espera de cortesía salimos dirección a La Grajera callejeando por la zona de
la Cava.
Tengo que reconocer
que al principio me sentí incómodo pedaleando pues me costó seguir el ritmo de
las Canyon de 29” que, sin aparente muestras de esfuerzo en el rostro de sus
propietarios, ruedan que dan gusto las condenadas.
Si a esto le
sumamos que iba a rueda de Bart y éste llevaba las gafas colocadas en el
cogote, al estilo de los “pros”, esta
sensación de estar constantemente observado por un rostro sin labios ni nariz,
produjo en mí una leve desazón que poco a poco fui superando.
Por el Camino de
Santiago nos dirigimos hasta el Alto de San Antón, en las proximidades de
Ventosa. En estas fechas la ruta jacobea se encuentra muy concurrida, por lo
que constantemente tuvimos que sortear peregrinos: “a este lo paso por la
izquierda, a este por la derecha, a este como no se aparte…”; y peregrinas: “a
este te la tiras tú, a esta ya me la tiraría yo, a esta….”
Hasta llegar al
Alto de San Antón no hubo ningún hecho digno de mención salvo el sobresalto que
en ese promontorio se llevó una peregrina, ya entradita en años, a la cual
pillamos “in meanti”.
Desde allí fuimos
bordeando una inmensa viña (que Pepe aseguraba que era de su propiedad) y
diversos caminos, algunos de ellos desconocidos para el hombre sin rostro y
para mí, hasta llegar a enlazar con la pista tantas veces transitada por los
ORdanzas que une las localidades de Santa Coloma con Ventosa.
En este punto
iniciamos el retorno hacia Logroño nuevamente por el Camino de Santiago hasta
Navarrete. Desde aquí continuamos nuestro regreso por sendas y caminos
paralelos a la AP-68. Como colofón, mis apreciados compañeros decidieron
enseñarme una senda que al parecer hace las delicias de más de uno de los
ORdanzas: La Senda del Picadero.
Pepe abrió camino,
yo detrás y cerrando el exiguo pelotón Javi Bart (también identificado en esta
crónica como Espantarrifas, hombre
sin rostro o señor Bartolomé).
Mi entrada a la
senda fue de lo más desastrosa, pero luego, con las magistrales indicaciones de
Pepón, solventé el trámite con un notable alto. No obstante, como me quedó un
mal regusto por el fiasco del principio, sugerí a mis compañeros volver a
repetirla para terminar de doctorarme.
No os lo vais a
creer (y no os lo creáis), pero le tuve que insistir y casi implorar a Pepón
para que accediera a volver a bajar por allí.
La segunda pasada
fue más exitosa que la anterior. Hubo por mí un momento de indecisión en el
último tramo más complicado, pero un grito de ánimo de José Eugenio: ¡¡Venga
Juan!!, con ese timbre de voz angelical que le caracteriza, me dio el valor que
requería para lanzarme.
Conseguí el “Cum Laude”.
Más tarde me enteré
que esa arenga del señor Montalvo fue escuchada por todos los Juanes, Juanillos
y Juanetes localizados en dos kilómetros a la redonda. Y eso que no chilló.
Y ya por fin nos
acercábamos a la capital cuando Javi Bart (a la altura de Prado Viejo), al hilo
de una conversación que estábamos llevando de no sé qué de hinchar las ruedas
con la boca, etc., etc., se apercibe que ha perdido la bomba que llevaba en un
bolsillo del maillot. Sospecha que el extravío se ha producido en la ya por mí añorada
Senda del Picadero, así que, como Pepón cumplió su palabra y no eran todavía
las once de la mañana, y queriendo evitar llegar tan pronto a casa (por si
acaso me caía algún deber), ni corto ni perezoso me despido de mis dos
compañeros y me voy a la búsqueda del accesorio perdido.
Y, en efecto, allí
estaba el inofensivo artefacto (la bomba) en medio de la maldita senda. La
recogí del suelo sin ayuda de los artificieros de la Guardia Civil y regresé a mi
domicilio, ya pasadas las once de la mañana, después de 58 kilómetros de agradable
pedaleo.
Entré en casa
gritando aquello que a ninguna esposa le gusta escuchar mientras está haciendo
el amor: “Cariño, ya estoy en casa”.
Afortunadamente ya
se había marchado.
6 comentarios:
Juan como siempre una matrícula de honor.
Parece que te estás volviendo un descender profesional, hasta repites los tramos complicados...
Juan, ten cuidado que las sendas y descensos tienen un no sé qué o qué sé yo que engancha....
Juan muy bien, como siempre, parece que estuviera allí.
Y la del viernes, sí, miedo mucho miedo.
Salud,
Barrancas.
buena y bonita crónica, pero le faltan las fotos. Entre tres y no llevabais un movil?. David, les vas a tener que vender uno como el tuyo para que hagan fotos !!
Buena crónica, Rodillitas!!! Aunque no podemos contrastarla con la realidad, por falta de apoyo gráfico (aunque tu prosa poderosa la suple con creces).
Qué bonito hubiera sido disponer de un testimonio fotográfico de tu fiasco en la "Senda del Picadero" también conocida como "La de los Hoyos" y que parece ser la guinda de toda salida que se precie.
Tampoco hubiese estado mal una grabación sonora del susurro de ánimo del "Beatifulname" (quienquiera que fuese).
Nunca hay que hacer sangre del que chilla, sino de quién provoca el chillo, en este caso Juan también conocido como "CAGARRINCHI MAN". Seguramente esta más acostumbrado a que le susurren los ánimos, cuando le hacen falta, al oído. Por lo demás la crónica muy buena.
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