30 agosto, 2012

VILLOSLADA 2012 (9 Ciclistas)


26 de agosto de 2012
Distancia: 47km
Desnivel acumulado: 1687mt
IBPindex: 126
Ante la insistencia del fogonero por hacer una ruta por Villoslada, no me quedó otro remedio que, después de desplazarme 4 días al parque para matizarla, preparar una jornada de nuestro particular duathlón (btt y comida), que resulto ser en mi opinión, una convivencia muy agradable, ya que unida a la, en parte, novedosa ruta y gran comida que disfrutamos; el  tiempo ideal que tuvimos para la práctica de nuestras aficiones favoritas fue muy bueno.
A las 7 de la mañana nos juntamos en los Golem y sin apenas demora nos dirigimos hacia el que iba a ser el punto de partida de la ruta del día, Villoslada.
Preparamos las bicicletas y después de llenar los bidones, empezamos el recorrido por el “sendero de la Virgen”. Este sendero tiene su punto de técnica para nuestro nivel, y en él ya tuvimos nuestras primeras incidencias en forma de caídas sin importancia y de algún pinchazo, que solvento el líquido de los tubeless. Chifla, comento que 2 veces oyó salir aire de sus ruedas y Vitín dio con sus huesos en tierra a pesar de su categoría en enduro. Reagrupamiento en los corrales y continuamos por el “sendero del Achichuelo” sin más novedad que los apuros pasados por “Maldonado” al sortear un paso conflictivo, al cual toreó como si fuera el mismísimo “Gitanillo de Triana “.
Salimos del sendero y nos encaminamos hacia un bucle novedoso en el “camino de la Matanza”. La subida sin ser muy dura ni excesivamente larga, hizo que hubiera un estiramiento de pelotón, en parte por el ritmo que imprimen Santi y David, y en parte por el pinchazo de Vitín, que se arreglo con un bote de espuma ( esta vez no era del año de la chirindanga sino nuevo ).
Llegamos al refugio, y un poco más adelante descendimos por un sendero apenas transitado, el cual al atravesar un canchal a pié se tornó en camino, para sin ninguna novedad, situarnos en el comienzo de la subida que nos llevaría por “ puente Ra “ hasta las cascadas del mismo nombre.
El caudal del río es muy escaso y no pudimos contemplar con su verdadero esplendor la belleza del paraje, aún así, varias fotos, con su respectivo cachondeo, quedaron para enriquecer el blog de la cuadrilla.
Descendimos para tomar una senda, que sería a la postre una de una de las zonas más duras de la jornada, el “sendero de la Majada de las Disecadas”.
El inicio hay que subirlo andando y alguno se quejaba de la dureza, pero al montarnos en la burra y empezar a recorrerlo se dieron cuenta de lo bonita que era esa parte del bosque. Vimos el chozo y los rediles, y continuamos- poco a poco- (como le recordaba “el educador” a Santi) hasta coger el camino que por la parte de arriba lleva a Lomos de Orio. En el sendero recorrido, “el Pe”, como es habitual, se perdió ligeramente, y le recordamos la suerte que había tenido conociendo a esta cuadrilla que lo rescata de todas sus lagunas de orientación.
Nuestro amigo Juan tuvo una pequeña caída sin causarle ningún problema físico, pero si mecánico, ya que le deparó la rotura del manguito de su tija telescópica, la cual es prácticamente nueva, dejándola averiada, hasta que al parecer, se la arregle Santi (eso es lo que me pareció entender) y pueda ponerla de nuevo, pues debe de ser de gran utilidad en terrenos comprometidos.
Llegamos a la ermita y aprovechamos para comer algo y coger agua, aún nos quedaba la mitad de la ruta aproximadamente y teníamos que recuperar energías ya que no era fácil la última parte que nos esperaba. Que bien se estaba en la escalera de la ermita, daba pereza dejarla para seguir adelante.
Después de bajar la basura al contenedor por parte de David y esperar a que “el Chifla” se quedara a gusto, bajamos para salir a la carretera, dándose cuenta David de que pasábamos justo por delante del contenedor al que tantos viajes había realizado para depositar los restos.
- Eso se avisa, -comentaba-, y al “Niño” se le movían los dientes de tanto reírse con ganas.
- Si es que estas siempre despistado, le replicaba “el educador”.
Asintiendo David, continuamos para coger la llamada pista “del Sillar”. Aquí, como en cada sitio que recorremos sin problemas para ciclar, los sagaces hicieron un hueco importante, estirando el pelotón con distancia considerable. Alguno no quería esforzarse, pues su rutina semanal, le había dejado un poco tocado y se dejaba llevar a ritmo tranquilo.
Sin más llegamos al collado de “Sancho Viejo”. Las bromas se sucedían sobre la montaña que teníamos a nuestra izquierda.
-Una vez subimos por allí,- decía el “Chifla”.
- Tu estás mal de la cabeza, -respondían los allí presentes-, y como sería su sorpresa que cuando llegamos “Yatedigo”, “Tom Tom” y yo, y les dijimos que la ruta continuaba hacia arriba, empezaron la división de opiniones. Unos se acordaban de mí padre y otros se acordaban de mí madre (“Gitanillo de Triana”, como en los toros, ¿no te parece?).
Subimos el fuerte repechón, buenamente cada uno como pudo, y al llegar arriba divisamos unas de las más bonitas vistas del parque, para toda la cuadrilla, menos para Vitín, que todavía estaba borracho de la belleza de los Pirineos y no era capaz, con su orgullo, de valorarlas. ¿Acaso lo haría para tocar las narices o para leña al fuego en cuestión de las polémicas? –Como le gusta hacer de fogonero.-
En ese punto llamamos al restaurante para que nos reservaran sitio para comer, no fuera que nos quedáramos sin nuestros amados caparrones.
Hecha la gestión, dejamos la cumbre para dirigirnos hacia el alto de “las Peñuelas” y un poco antes de llegar a él, nos tiramos por un cortafuegos a coger un camino casi en desuso que en poco tiempo nos llevaría al refugio que esta al pié de “Peña Yerre”.
Este lugar también era bonito por lo rocoso del monte, así como por los árboles que lo poblaban, era un lugar para contemplarlo (también para casi todos).
Eso hicimos y antes de partir, advertí a la cuadrilla de que la bajada desde aquí hasta la presa del pantano era peligrosa por lo rápida y por la gravilla que tenía. Se rogó un poco de precaución y partimos. Cual sería la sorpresa, que en la segunda curva, David – quién si no- ya estaba dando tumbos. Tal vez sería porque destalonó y se fue al suelo o se fue al suelo por su velocidad en todos los terrenos, él solo lo sabe.
Abajo esperamos Santi y yo a que arreglaran la avería, (es que no nos enteramos de ella hasta que no nos lo comunicaron por teléfono), y una vez que lo hicieron bajaron sin más novedad al lugar de agrupamiento elegido.
De ahí fuimos por el cuestón del embalse hasta el chorro de alimentación del río Piqueras. Que fuerza tiene el agua al salir con esa presión, invitaba el río a darse un remojón por la singularidad del paraje. Solventamos un problema de presión de la rueda de David, valga la redundancia, y después de tirarle Santi la bomba a hacer puñetas, (decía que era una castaña), y de hacernos unas fotitos, continuamos para coger la que iba a ser la última parte del recorrido, la zona de la “laguna de la Nava” y la “vía romana” que enlaza con Villoslada.
Otra vez,- y van muchas las veces que pasamos por ella-, la laguna estaba más seca que el ojo de un tuerto, ni gota de agua tenía. Javi, que la visitaba por primera vez, quiso pasar por su seco lecho para contárselo a su otra cuadrilla el lunes sin falta. Y luego dice que le damos caña con lo de su otro grupo, pero si no toma café nunca con nosotros, si se va donde lo tiene gratis. Se lo tiene bien ganado el traidor, o eso es lo que dicen algunos para tomarle el pelo.
La “vía romana” se nos hizo un poco técnica aparte de dura en lo que fue su zona de subida. Al llegar al paso de hombre, todos comentamos, más o menos, que lo bonito del lugar compensaba las dificultades.
Nos alentamos y advertimos para afrontar la zona de bajada, y sin más demora nos tiramos por la senda cada uno a su ritmo, para llegar al pueblo y recuperar la adrenalina que habíamos soltado en semejante bajadón.
La senda es espectacular, como creo que casi todos ya conocereís. Sus escalones de piedra la hacen un poco difícil, pero el grupo, esta vez la pasó sin contratiempos.
La primera parte de la jornada había concluido, nos quedaba meter las bicis en el coche y darnos un baño en el río para refrescarnos los calores que traíamos.
La poza en la que nos bañábamos otros años, estaba ocupada y tuvimos que subir un poco para poder meternos sin problemas en el río. Indigno el espectáculo que se contempló en esas aguas, mejor será pasarlo por alto.  
Fresquitos y limpios, empezábamos a pensar en cerveza, creo que todos menos “el educador”, que no le hace mucha gracia y prefiere un kas.
Mención aparte, merecen algunos que se lavaron como los gatos de “Villa Carmelo”.
“El Niño” nos dio una lección de buceo en apnea , al aguantar sin respirar 2 minutos,
(4 segundos en el agua y el resto fuera, por lo fría que estaba), que capacidad pulmonar tiene el jodido.
Pasamos al Centro de Interpretación del Parque, vimos un pequeño documental sobre el mismo, y en apenas 15 minutos ya estábamos echando unos zumos al cuerpo, que de verdad nos hacían falta, (de cebada, lógico).  
Un par de zumos y a comer. Buen menú a base de caparrones con sus correspondientes guindillas, y carnes rojas o asados, hicieron las delicias de los allí presentes, todo ello, regado con un vino reserva de gran calidad, hasta para los cabronazos que le echan gaseosa. Después de un postrecito, para alguno reforzado porque se le hacia seco-¿eh Niño?-, y unos espirituosos, (¡como le gustan los espirituosos a la banda!), con la barriga  bien llena y las mandíbulas resentidas de reírnos por el cachondeo que tuvimos, dimos por concluida la jornada deportivo-gastronómica. Nos citamos sin más para el próximo domingo, que ya se sabe cual será la ruta, y después de las despedidas, “cada mochuelo a su olivo”.
En resumidas cuentas, gran jornada y mejor compañía.
El lunes, casi con total seguridad, nos habremos reunido en el “Winniepub” para seguir con las discrepancias, además de  tomar café comentando las incidencias de la ruta y también enterarnos de que es lo que hizo la selección en su competición de Azagra. Yo creo que dejarían el pabellón bien alto, pues se desplazo en parte lo más selecto del ciclismo de montaña que hay por estas latitudes, (El tío Gerardo, el ñandú de la Pampa y el junco de la hostelería, entre otros).
Un saludo, y eso es todo, amigos.
Hasta la próxima. 
     

  

5 comentarios:

vitinbtt dijo...

Gran crónica Pepón. ¿fogonero?, voy a tener mas motes que el "pelusillas".

Cuarentena dijo...

Joder, Pepón, tanto tiempo sin querer hacer crónicas y resulta que ni el Matías Prats padre en sus mejores momentos. ¡Qué tío!

Anónimo dijo...

!!!!!!Que bien lo hemos pasado¡¡¡¡¡
Saludos,
Barrancas.

Anónimo dijo...

Muy bueno Pepito, gran crónica y como dices se ajusta a la realidad, lo pasamos muy bien. Fogonero ó follonero ¿En que cadena sale? da igual...el caso es buscar follones...

El Pe

Miguel_Bike dijo...

Qué envidia me dais, muy chulas las fotos.