Viguera-Vía Romana-Torrecilla-Nestares-Serradero-Daroca……(Once ciclistas)

8 de agosto de 2010.

Distancia: 76km

Acumulado 2010: 2743Km

Desnivel acumulado: 1609Mt

IBPindex: 133

Perfil

Imagen Google Earth

Track y Google

Crónica por: Epi.

Eran las 10:00 a.m. en Canarias, una hora más tarde en la península, hora zulú, del pasado sábado, cuando recibo una llamada de teléfono de un amIgor, cuya identidad mantengo en el anonimato por eso de la Ley de Protección de Datos, para advertirme, el muy graciosillo, de que la ruta del domingo era para HOMBRES. Aprovechó el amable y pícaro interlocutor, para darme alguna consigna que acertadamente puse en práctica en la indicada ruta. A pesar de tan inquietante advertencia yo le respondí: Polló voy.

Quizás por eso, por tratarse de una ruta para hombres, algunos no acudieron a la cita en Las Gaunas. Esta vez una hora antes de lo habitual.

Los madrugadores fueron: Victor “Boss”, Eduardo “Máquina”, Miguel Ángel “Trancas”, Alberto “Solera”, Pepe “Pepón”, Mario “Super Mario Bros”, Javi “Yatedigo”, Ismael “Pantani”, Jesús “Tragaldabas”, Juan “Epi” y Jesús “Chiflachozas”. Como anécdota decir que éste último acudió con la equipación de invierno; quizás alertado por las copiosas nevadas previstas para ese día. Sabina ya lo dice en una canción: “… y más raro fue aquel verano que no paró de nevar…”.

Salimos de la gasolinera con algo de retraso después de, entre gruñido y gruñido, solventar algunos problemas mecánicos.

Llegamos a Viguera por el desarreglado camino viejo de Alberite, Albelda, etc. a un ritmo constante; ritmo, sin embargo, que ocasionó que Miguel Ángel se quedara descolgado. En Viguera, que al parecer se despertaba de una noche de fiestas, paramos a aprovisionarnos de agua mientras esperábamos a alguno que se había detenido a soltar lastre. Además también aprovechamos para observar los bonitos ojos de una jovenzuela que estaba sentada con su amorcito, digo yo, en las escaleras junto a la fuente. La moza en cuestión me recordó a cierta dama de Dornelas do Zézere (Portugal). Como nuestro pipiolo Mario se estaba ya poniendo palote con tan reconfortante canalillo, decidimos salir de allí de una “corrida” no sin antes ser informados por Pepón de su desafortunado extravío de la Negueruela, perdón, de la bomba, en la gasolinera de Las Gaunas. No obstante, para compensar tan irreparable pérdida, se encontró unas pinzas de depilar que sabe Dios por qué axilas y chochos habrá pasado. La verdad que este chico tiene mucha suerte, porque no es la viguera vez que se encuentra algo.

Para entonces, de Miguelón, ya solo teníamos noticias gracias al satélite de Movistar.

La salida de Viguera hacia el Castillo (que no es una fortificación aunque su nombre indiegue lo contrario) se hace por un camino carretero con alguna rampa exigente pero ciclable en su totalidad. Una vez llegado a la altura del promontorio rocoso una señalización horizontal y unas balizas pintadas de violeta y blanco (oscuro y claro para otros) indican el comienzo de la Vía Romana que, a través de una senda, nos acercará hasta Torrecilla.

De esta senda qué decir: 13 kilómetros de O.R.gasmo betetero que, salvo algunos tramos de cierta dificultad técnica, te permiten disfrutar al máximo. Al contrario de lo que algunos recordaban y de lo que otros habían advertido, la senda se encuentra limpia y con un piso perfecto para rodar. No obstante es recomendable mantener una distancia prudencial con los que te preceden para evitar taponamientos.

La recorrimos a buen ritmo con paradas de vez en cuando para facilitar el reagrupamiento. Ello no impidió que por delante fueran tres compañeros veloces como “liesbres”.

- ¿Tú liesbrés?, pregunté yo.

- No. Espera, sí. Ahora, ahora liesbreo. Contestó otro.

Llegados a Torrecilla, a su barrio de Barruelo, paramos a coger agua y a comentar la senda. Tratándose de un O.R.gasmo betetero, como ya he dicho, no faltaron comentarios del estilo de: “Pues la senda semen a hecho corta”, “pues, a mí, semen ha hecho más fácil de lo que esperaba”, etc., etc.

Tampoco pudimos evitar recordar a un insigne ausente en esta ruta, cuyo nombre también voy a omitir que, de haber venido, seguro que en alguno de los pasos complicados se le hubiera hecho un “mudo” en la garganta.

Salimos de Torrecilla hacia Nestares por una cuestaquelamadrequelaparió que a alguno se le atragantó más de lo debido como consecuencia de portar un lastre inesperado.

En Nestares paramos para reponer fuerzas y aprovechamos, igualmente, para solucionar algún problema mecánico. En la parada también dio tiempo para disfrutar de un glamurOso pase de modelos de gafas de sol. La foto de grupo, igual que la de todos los domingos -como diría alguno-, sirvió como pistoletazo de salida para, además de despedir a Chifla, Mario y Javi, -con la bolsa de basura, dicho sea de paso-, ya que se volvían a Logroño por carretera, Castañares, y no se yo por dónde más, para, digo, iniciar el menguado pelotón la segunda parte de la ruta: la subida al Serradero.

Una pista excelente, con un tramo durillo en su primera parte, nos llevó a un buen ritmo constante hasta las antenas de Moncalvillo.

Una vez allí arriba, Pepe y Víctor, como si se trataran de Pepa y Avelino, de Escenas de Matrimonio, nos deleitaron con las habituales desavenencias a las que nos tienen acostumbrados.

El descenso desde las antenas al paso canadiense lo realizamos por un camino, por llamarlo de alguna manera, pedregoso, que ocasionó que se me despegara la dentadura postiza. Tras una breve parada en la fuente del paso canadiense para llenar los bidones de agua con tropiezos, y yo, de paso, para recolocarme la dentadura (cosas de la edad), seguimos el descenso, esta vez descerebrado, hasta Daroca, no sin antes detenernos, en su inicio, para ver una gayola, perdón, cascada, que decía el Boss que allí había.

En Daroca hubo un intento de motín por parte de algunos insurrectos que pretendían, por dar algo más de vuelta, subir a la Dehesa de Hornos por la Senda, pero fue sofocado por el resto con gritos del estilo de :¡¡¡Sagaz!!!, ¡¡¡Pero estáis zumbaos!!!, ¡¡¡Te vas a parecer a Fernando!!!, etc., y otros más que mis encerados oídos impidieron escuchar.

Sofocada la revuela, los insurrectos e insuanos se reincorporaron al grupo y seguimos la marcha hacia Navarrete bordeando la Dehesa no sin antes ser testigos de otro intento de motín menos convincente, si cabe, que el anterior, pero respondido por el resto con igual cantidad de improperios.

La velocidad a la que circulamos en este tramo, entre viñedos, propició la caída de un compañero que solo se hirió el O.R.gullo y el Andanzas, además de llevarse algún rasguño.

Este incidente indecente motivó que aflojáramos la marcha por lo que la velocidad de-creció momentáneamente. Y fue por ese orden, es decir: primero de y después creció.

Ya en la Grajera Eduardo “Máquina”, haciendo honor a su mote y al que todo se le hace poco y poco se le hace todo, decidió abandonarnos unos instantes para hacer alguna senda.

Llegamos a Logroño pasadas las doce y media echando al traste de un solo golpe, primero: la previsión de tiempo de duración de la ruta y, segundo: la excusa de alguno que igual no vino porque tenía que estar pronto en casa.

Como recientes estudios de medicina deportiva indican que la ingesta de cerveza después de un esfuerzo facilita la recuperación del organismo, Jesús, Ismael, este humilde y Victor decidimos comprobarlo. Por no pecar por defecto nos ventilamos en un pis-pas 20 cervezas acompañadas de un par de raciones de patatas bravas.

A Ismael su lote se le hizo poco; y ello es debido a que tuvo que repartir sus 5 cervezas entre sus varias personalidades. Es lo que tiene ser tres en uno.

Re-sumen: La ruta muy bonita pero no fue para tanto.

Re-resten: Pudo haber sido para más, pero no nos dejaron.

EPÍlogo: ¿Os parece deshonroso que un varón orine en la intimidad –y en el water- sentado?