14 abril, 2016

Sendas de Saida (16 Ciclistas)


10 de abril de 2016
Distancia: 57km
Desnivel acumulado: 1002mt
IBPindex: 89

La Llamada

El día anterior terminó comentando con unos amigos la última vuelta de tuerca que habían dado las productoras a los programas de atontamiento que periódicamente nos programan nuestras queridas televisiones: “Quiero ser Monja”

Pero lo sorprendente fue cuando al día siguiente recibí….. La Llamada.

Pensé que estaba en un sueño, que estaba influido por la conversación del día anterio, pero parecía tan real. Y de nuevo oí La Llamada. No había lugar a dudas, era para mí. No puede ser, dije yo, a estas alturas de la vida. Pero La Llamada seguía insistente, y una voz del más allá o más acá me repetía: “Levántate”. No quería creerlo pero era real. Hasta podía sentir cómo algo, o alguien, tiraba literalmente de mí. Y la voz se dejó oir de nuevo, más clara y fuerte: “Te vas a levantar ya, petardo?” Y por fin lo entendí todo. La Señal no dejaba lugar a dudas; tenía que acudir a La Llamada.

Nada más salir de casa, un rayo de sol tempranero partía las nubes en dos y señalaba un punto en el horizonte. Sería otra señal? Todavía no entendía su significado, pero estaba claro que estaba recibiendo un mensaje.

Al juntarme con los amigos, varios me señalan con el dedo. Me dirigen miradas extrañas, con una mezcla de complicidad y malicia. Pero cuando me señaló David, el del nombre bíblico, supe que por alguna extraña razón, yo era el Elegido.

Aún no comprendía muy bien lo que estaba ocurriendo cuando se oyó una Voz profunda que pronunció una sola palabra: “Alabamos”. Y todos, yo incluido, comenzamos a seguir a La Voz.

Intento relajarme un poco charlando con el resto de amigos a los que alguien llamaba compañeros; casi me pareció entender que les llamaba discípulos….. Pero el momento de relax fue efímero; al poco tiempo algo me impedía respirar con normalidad, tenía el pulso acelerado y parecía como si el corazón me fuera a salir del pecho.

Y de nuevo retumbó La Voz: “Tranquilos”, fue la única palabra que exclamó, y, como por ensalmo, todos los discípulos aminoraron la marcha al unísono.

Iniciamos la primera ascensión del día, y rápidamente me di cuenta de que seguir esta vocación iba a ser más duro de lo que pensaba. Todos iban alegres cantando y dando palmas y yo sufría, penitente.

Al llegar a Viguera, un breve respiro y un corto trago de agua antes de oir de nuevo a La Voz pronunciar en tono grave y autoritario: Alabamos. Y otra vez a alabar, cuesta arriba, claro. Y otra vez la respiración jadeante, el pulso desbocado y el corazón en la garganta.

Al poco, como si fuera obra de un gigante que hubiese dado un enorme tajo a la montaña, se abrió a nuestra izquierda una subida en fuerte pendiente. No sé si La Voz volvió a pronunciar palabra, quizá me estaba volviendo sordo, pero sentí cómo una fuerza sobrenatural tiraba de mí irremediablemente hacia el cuestón.

El resto de novicios iban todos en procesión subiendo por el camino como si subieran al mismo monte Calvario, hasta que llegamos a otro paraje en el que parecía como si el mismo gigante anterior se hubiera tirado un descomunal y terrorífico cuesco, de tan desolado y devastado que estaba.

Y de nuevo los penitentes que continúan su Via Bicis, siguiendo detrás del Cofrade Menor (que era el más joven). Algún tipo de confusión debió de darse para que de repente los feligreses siguieran a un infiel que les llevó por el mal camino hasta que se dieron cuenta del error, y volvieron a la Fe. Y Fe es lo que hacía falta para continuar pedaleando por esa senda amarga, expuestos a mil peligros y sufriendo penurias.

Cuando llegamos a Cerro Arado parecía que habíamos alcanzado la cima, pero tras unos breves momentos de descanso, de nuevo La Voz se dejó oir: “Alabamos”. Las caras de algunos lo decían todo, aunque ellos no dijeran ni mú, pero todos continuamos el ascenso. Algunos continúan con la bici en la mano y el alma en los pies, pero la mayoría conseguimos llegar hasta Peña Saida con el orgullo intacto y las piernas destrozadas. Tal era la alegría por haber llegado hasta allí arriba que alguno cayó al suelo como desmayado.

Ahora venía la bajada, primero por una senda muy pendiente hasta el collado. Saco fuerzas de donde no había y de unos geles de glucosa y me tiro para abajo adelantando a los que sólo había visto de espaldas hasta entonces, y de nuevo La Voz: “Andeváaaaas”. Pero ya no oigo; he entendido La Llamada. Era la llamada del desnivel negativo, del trazado estrecho y sinuoso, del viento en la cara, de la adrenalina disparada.

Tras reagruparnos en el collado y comprobar que ningún hermano se ha perdido ni echado a perder, seguimos bajando por la senda que nos llevará de vuelta a Cerro Arado. Algún penitente, a falta de cilicio, se mortificó golpeándose contra el suelo para expiar sus pecados (el de la vanidad por ser el que más rápido sube, el de la vehemencia por ser el de más edad, y el de la incredulidad, que hasta tuvo que golpearse dos veces hasta creer), pero sin herirse más allá que en el amor propio.

De nuevo La Llamada, esta vez a voces, de la adrenalina del descenso, acompañada de gritos de júbilo llenos de emoción, y de nuevo La Voz: “Parad”. Y paramos, claro. De nuevo todos juntos, entonamos cánticos y salmos mientras bajamos por la última senda del día a la sombra de cerro Traidor quien, a pesar de tan sombrío nombre, es ecuánime y pone a cada uno en su sitio en lo que respecta a las habilidades a la hora de bajar, de la misma manera que Peña Saida había puesto a cada uno en el suyo a la hora de subir.

Una vez, abajo, con el alma henchida de gozo y los cuádriceps hinchados del esfuerzo, queda el último tramo: el Tramo de la Verdad, donde los más fuertes tiran como posesos, los menos fuertes aguantan a rueda y los menosmenosmenos fuertes suplicamos a los amigos que no tiren a más de 30 km/h para no quedarnos sólos. Y de nuevo La Llamada. Esta vez nítida, clara y cuyo mensaje puedo, al fin, comprender sin lugar a dudas: “Gerardo, prepara la mesa que vamos a almorzar.”

Y el Cielo se apiadó de mí y mandó a toda una legión de runners (nombre con el que se denomina a la gente que corre vestida de fosforito pero que así, en inglés, queda más fino y es más corto) que vinieran en sentido contrario, lo que ralentizó bastante el regreso y pudimos llegar todos juntos.
Y al final, apeados de nuestras bicis, despojados de cascos y guantes, sentados a la mesa, ya no hay el más fuerte, ni el que más sube, ni el que más se cae. Ahora todos somos iguales; igual alguno come más pan y algotro bebe más clarete y más ceregumil, pero, por lo demás, calva arriba o calva abajo, todos iguales.

Hasta otra, amigos.

PD. Cuando parecía que estaba todo claro, recibí La Llamada. Mensaje nítido, claro, sin dobles sentidos, sin lugar a dudas: “Cuando vengas compra pan”.



6 comentarios:

vitinbtt dijo...

Diego ya era hora de que vinieses algún día con la cuadrilla y como no podía ser de otra manera te tocó la crónica, que por cierto está muy bien.
Otro día mas en el que "El Portento" pudo con "El Murrio" pero parece que esta situación tiene los días contados ya que se le va notanto notablemente la mejora a este último.
Dieguito se nos fue a Clavijo cuando los demás nos íbamos a almorzar pero aun así llego a acompañarnos a los cafés y al "ceregumil".
Otro día mas disfrutando de los amigos.

israelogro dijo...

Por fin te dejas ver Diego.
Menudo susto me diste cuando subiendo la senda de "el áspero" se te derrumbo la senda bajo tu rueda delantera y te quedo colgando del barranco, te fue de un pelo.
Buena crónica para una ruta divertida y preciosa.

Toño Pleitos dijo...

Diego, muy buena crónica. Espero que tu fe y tu propósito de enmienda sean tan firmes como los glúteos del Murrio. Sería una pena que el domingo nos encontremos tu terminal apagado o fuera de cobertura. Ese pecado no contará con la divina indulgencia.
Buena ruta y mucha senda (la del áspero de subida; un descubrimiento).
PD. David, que tengas una rápida y féliz recuperación y vigila tu dieta (es un consejo de la DGT).

Llamamé....y yo también. dijo...

Que lastima te tiene que dar que solo recibas "llamadas" de año en año por lo bien que te lo pasas cuando sales con nosotros según lo que escribes. Lastima de difunto. Tu como los otros "difuntos" siempre nos tendrás para el siguiente día que recibas la "llamadita".
Espectacular ruta y acompañada por una meteorología perfecta para la jornada, incluso nos daba el sur en el culo a la hora de la vuelta.
Domingo del lujo, y van.............

Anónimo dijo...

Buenas, soy un chico de Eibar, 31 años, me trasladado a Logroño y ando en btt, estoy buscando gente para ir a andar, os dejo mi teléfono por si tenéis algún grupo de wasap, gracias de antemano
620426941

Fer dijo...

Menos mal que vienes poco Diego, porque la crónica es larga de narices. Con tu cronica alguno tiene para tres temporadas.Buemo, ya sabes que me he alegrado mucho de que vinieses y comprobar que sigues en forma. Un abrazo