28 agosto, 2014

Villoslada 2014 (10 Ciclistas)



24 de agosto de 2014
Distancia: 53km
Desnivel acumulado: 1388mt
IBPindex: 115
Crónica por Jose Eugenio.

Ha pasado ya un año de la última ruta que preparamos la cuadrilla por este bonito paraje del Parque Natural de Cebollera y aquí nos encontramos otra vez, dispuestos a afrontar el nuevamente duro recorrido que nos deparará este lugar. Casi con total seguridad, vayamos por donde vayamos la dureza siempre nos va a acompañar así como los hermosos paisajes que de ellos la zona está prácticamente saturada.
Habíamos quedado a las 6:30 h. en los Golem con la intención de salir de Villoslada una hora después, y con buena puntualidad emprendimos la ruta 10 madrugadores amigos en una fría mañana con apenas 8º de temperatura. La expedición estaba compuesta por Vitín, David,Israel, Roberto, Eduardo, Santi, Jesús, Diego, Tate y Pepón.
La más que transitada Senda de la Virgen hizo que al poco rato entráramos en calor y no comenzamos con buen pie, pues en apenas un par de km. tuvimos el primer percance de la mañana. A Santi se le rajó la cubierta por el flanco y tuvo que colocar una cámara para solucionar la avería. Empezábamos la ruta con un poquillo de mala suerte pero después de una pequeña demora, salimos de la senda con el primer atracón de piedras en nuestras espaldas.
A continuación subimos por el bello camino del Arroyo de las Rameras, era la primera vez que lo hacíamos en una quedada del grupo y resulto ser bastante entretenida y hermosa la subida hasta que se acabó el terreno ciclable y hubo que subir un poco con la bici en la mano para empalmar con la Pista del Sillar.
Llenamos los bidones en un caudaloso manantial y continuamos hasta el Collado de Sancho Viejo, un lugar con unas vistas formidables en las que se divisa gran parte del parque y que aparece en innumerables fotos que con el paso de los años hemos ido plasmando el grupo, casi hasta nos saluda su letrero de las veces que lo hemos visitado.
Este año la bajada al pantano la íbamos a realizar por el Sendero de Pajares el cual no está muy transitado y resulta un poco pestoso en su descenso. Nuevo percance al quedársele a Vitín la cadena atascada en los piñones y aunque relativamente sencilla su reparación nos llevó un tiempo solucionarla. No fue la última avería en esta zona ya que al “reservado” Roberto se le estropeó la nuez de la tija del sillín y “horror”, ya se veía con la obligación de tener que hacer el resto de la ruta sin sillín con lo incomodo que se siente en esa circunstancias. Apareció el “manitas” de Diego y en un santiamén le solucionó el problema pudiendo continuar la ruta sin no más que algún reajuste de vez en cuando para matizar la reparación. Reseñar que esta “simple” avería se llevó a cabo gracias a la “buenísima” herramienta de la que dispone Roberto. -Hombre prevenido, vale por dos-.
Terminamos la senda campo a través y cogimos el camino que rodea el pantano para llegar a la carretera de Soria en el cruce con la de Laguna de Cameros. Llegado a este punto aprovechamos para comer y Santi, visto que no solucionaba el problema de su cubierta rajada, opto con paciencia y por carretera, regresar a Villoslada dando por finalizada la ruta. Más tarde subiría en coche a esperarnos a la Venta de Piqueras.
Unos 500 m de carretera y tomamos el desvío hacia la Casa Forestal la Pineda, para tomar, primero por un cortafuegos y luego por un empinado camino el rumbo que nos llevaría a la cresta de la Cañada Real Soriana.
En este tramo ya iban apareciendo los primeros síntomas de cansancio pues aparte de la pendiente, la temperatura era de la que espabilaba a los tábanos, alguno ya los sufrió en sus carnes, y no ayudaba a rematar las cuestas. Un mal apañado camino de “saca” de madera nos dejó en la zona de la cañada llamada Cumbrero de Valdetejada y en una corta distancia y por una pista en muy buen estado por la que se agradecía pedalear, llegamos a la cima del Puerto de Piqueras.
En este punto cumplimos con la obligación casi más importante de la jornada, llamar al restaurante Corona de Villoslada para que nos guardara sitio para comer. Así lo hizo el bueno de Eduardo y después de confirmarnos la reserva y comer unas barritas nos lanzamos en fila india por la vía romana que desemboca en la Venta de Piqueras. Este tramo es bastante sencillo de realizar y en apenas unos minutos ya estábamos en la Venta para coger algo de resuello.
Unos botellines de cerveza nos refrescaron el gaznate y el ventero que conocía a Vitín le dijo que esperáramos un poco que nos iba a sacar algo para picar. Sin tiempo material para entretenernos, nos agasajó con unas buenas lonchas de jamón no sin las protestas de un servidor, pues como ya conocéis a la cuadrilla, en cuanto les nombras que nos van a sacar comida se acomodan y ya no los mueve nadie.  Apenas teníamos el tiempo justo para realizar la ruta y una demora en ese lugar quizás hubiera hecho que no la pudiéramos realizar entera. Aparte de ese motivo, también había componentes del grupo que tenían que cumplir con la obligación de comer con su familia y no debíamos retrasarnos bajo ningún concepto. Hubiéramos hecho “la madrugada del pellejero que le da el sol en la barriga y se piensa que es el lucero”, así que seguimos por la calzada romana para en unos pocos minutos llegar a San Andrés.
Nos quedaba apenas hora y media de ruta y en este lugar confirmamos que nos daba tiempo para hacer todo el recorrido. Israel aunque cansado mostraba su cara de satisfacción por como iba realizando el recorrido y con un poco más de esfuerzo se veía capaz de culminarlo.
El tramo de San Andrés a Lumbreras es un poco sinuoso y con un par de repechos de cierto porcentaje, aun así se hace con relativa facilidad, lástima que para estas alturas alguno ya empezaba a estar harto de tanta piedrita y se le notaba con ganas de acabar.
Bueno... Lumbreras y para abajo por el camino del río, repechón técnico y a la carretera para, ahora sí, hacer el tramo último y archiconocido por la mayoría del sendero de la Laguna de la Nava.
Este año también tenía un poco de agua lo que hace que el paraje tenga más belleza, y lo que le da más belleza en sí, son la cantidad de rocas que lo hacen verdaderamente entretenido a la hora de circularlo. Lástima que a David una de esas rocas le dejara una señal parecida a la que le dejaría Sergio Ramos después de hacerle una entrada con los tacos por delante.
Paradita en la portilla y a por el complicado último tramo. Este año se pasó sin apenas incidentes y culminamos la ruta a las 2 de la tarde cansados pero satisfechos por la jornada.
Destacar el mérito de Tate pues hizo la ruta con una mítica bicicleta “coronas” con sus relativas limitaciones lo que no le impidió acabar como un campeón a pesar de las dificultades por las que atravesamos.
Jesús se dio cuenta de las benevolencias de su 29 y de lo bien que se comportaba en estos complicados terrenos, los escalones comentaba que los superó como nunca.
Guardamos las bicis en los coches y al río a refrescarnos. El agua como siempre, del tiempo. Un par de galimbas y a comer que ya nos hacía falta. Que bien dan de comer en ese restaurante, es de los que merece la pena visitar de vez en cuando. Tertulia dicharachera comentando las jugadas más interesantes y regreso a casa no sin antes pasarnos por el Dover a echar la merecida “espuela”.
En fin, una buena jornada otro año más, creo que perfectamente documentada por nuestros grandes reporteros gráficos, y a esperar hasta el próximo si Dios quiere, para que podamos realizarla otra vez, y ya sabéis, como diría el gran Preciado,

4 comentarios:

vitinbtt dijo...

Bien Pepe, bien. Crónica que relata a la perfección todo lo que en ella ocurrió y define bien la dureza de los tramos "empedrados", para la próxima esperemos que la prepares mejor quitando los pedrolos del principio y del final de la ruta, aunque sin ellos ya no sería lo mismo.
Pobre "pupitas", no se si por que es una specialized o por que es 29 pero no acaba ninguna ruta sin "rebozarse" ¡Que pena!

Miguel_Bike dijo...

Parece mentira, pero siento envidia de la ruta y su dureza.

israelogro dijo...

Bonita y exigente ruta.

La "cara de satisfacción" es la que se me pone cuando sufro falta de oxígeno al cerebro.

Gracias por el apoyo y la paciencia.

Anónimo dijo...

Seguro que fue una ruta estupenda, exigente y bien preparada.
Ya siento no haber estado.
Salud Barrancas.