21 noviembre, 2013

Leon dormido por Labraza (13 ciclistas)



Domingo 17 de Noviembre.
17 de noviembre de 2013
Distancia: 44km
Desnivel acumulado: 837mt
IBPindex: 78

Crónica por Fernando "Fer" 
 
Participantes por riguroso orden alfabético:  “Educador” (Jesús), “El Boss “ (Victor), “El Pe” (David), “Esponja” (Dieguito), “Fer” (yo),   “Gran Chef” (Mariano), “Isra” (Israel), “Locomotora” (Marcelo), “Multacar” (Luis),  “Pepón” (Jose Eugenio), “Pleitos” (Toño), “Tahúr por un día” (Santi), “Yatedigo” (Javi).

Me pongo delante del ordenador y tengo más dudas que nunca de cómo afrontar esta crónica. Los tiempos van cambiando, y con ellos los estilos literarios también. Las nuevas y recientes incursiones de jóvenes talentos me hacen pensar que  mi tiempo ya ha pasado, que debería retirarme, apartarme discretamente al lado derecho  del camino  y dejar pasar caballerosamente a las nuevas generaciones por la izquierda (por.. la.. iz...quier...da), o simplemente abandonarme y unirme al selecto club de la insumisión cronística. Mientras lo decido, no me queda más remedio que afrontar el reto, cumplir con la palabra dada el domingo y acatar la orden de nuestro gran mecenas literario David Abizanda.

Tal vez debería empezar hablando de la familia, de cocodrilos o caracoles - cual  documental de la 2ª - pero esto se lo dejamos a nuestro querido amigo “El estudiante”, al que a juicio de algún crítico mordaz le está sentando muy mal el leer tanto por las noches, o tal vez debería empezar estas líneas  diciendo: “Y esto es todo amigos”, siguiendo las últimas corrientes poéticas de la generación de los “Breves”. ¡Cuánto echo de menos en estos momentos a nuestros “clásicos”, a nuestros “maestros”!, ¡Qué  grande nuestro D. Juan! y sus hilirantes crónicas.  

Iniciamos nuestra ruta al amparo de las luces de las Bodegas Franco Españolas, pues hemos decidido ir al Norte, hacia el León Dormido y más allá, hoy no es miércoles ni viernes - días de sortear las tormentas y volver antes de que caiga la oscuridad-, hoy es domingo y debemos ser valientes, ¡ir directos a la batalla!, somos de los que pensamos que  la mejor defensa es un buen ataque, y si hay que volver derrotados y empapados sin haber logrado llegar a la meta, pues nos volvemos y almorzamos ¡Qué pena!

Hoy tenemos chica nueva en el grupo, la rodeamos, le hacemos fotos como si fuera una “top model”, la admiramos como chiquillos que ponen la nariz pegada en el cristal de una juguetería al llegar la Navidad. Me decido a cogerla, la sujeto tímidamente por la cintura y…. se me viene para arriba (la chica), la dejo despacito otra vez en el suelo, no vaya a salir volando. Es una CANYON de carbono, frígida y rígida como ella sola, de exuberantes ruedas, excelentemente vestida por el estilista Shimano XTR y anoréxica perdida. Definitivamente los tiempos y los gustos van cambiando y sin duda yo me estoy quedando atrás. 

Vamos por el camino viejo hasta Oyón, cogemos el camino llamado “De Las Monjas” y llegamos a  Moreda. De aquí, y por el camino que va paralelo a la carretera nos dirigimos  hacia Labraza. Entre la bruma que nos acompaña, aparecen, nítidas y  desafiantes las casas-muralla de esta imponente villa medieval. Salimos brevemente a la carretera e iniciamos el asalto por un camino que sale a nuestra izquierda y sobre un precioso tapiz de verde y húmeda hierba escalamos con esfuerzo hacia la fortaleza.  Estamos asombrados ante la valentía de nuestro amigo Javi, que junto a Santi y sin esperar refuerzos, se lanza el primero al ataque. Debe ser el “síndrome de la bici nueva”, que como en el futbol, y con el cambio de entrenador te hace ganar el primer partido. 

Entramos  en Labraza por una de sus puertas traseras con forma de arco, y como si fuésemos caballeros medievales a lomo de nuestros caballos, tomamos rápidamente la plaza de su iglesia. Pocos lugareños salen a recibirnos a estas horas, alguno se asoma a la ventana, tal vez alarmado por la respiración de Israel, al que le aconsejo desde la confianza y la experiencia, que deje de tomar pacharanes por las noches. Tal como hemos llegado - rápida y furtivamente -, nos vamos a librar otro asalto; esta vez nuestro objetivo son los aerogeneradores.

El día nos parece desapacible, hace frío y viento; el magnífico verano y otoño del que hemos  disfrutado nos ha vuelto comodones, como perros que se acostumbran a dormir dentro del hogar al abrigo de la chimenea, y que luego gruñen cuando se abre la puerta y entra el viento frío.
La exigente ascensión, nos borra todos los malos pensamientos y  nos introduce plenamente en nuestro mundo, en ese mundo particular de sensaciones diversas e incompresibles para el resto de los mortales; el viento frío en la cara se convierte en agradable frescor, la dura ascensión calienta nuestros músculos y nos empezamos a sentir mejor, la bicicleta se convierte en nuestra aliada y la jadeamos como si tuviese vida propia, mientras declaramos al barro que ya empieza a pegarse a nuestras ruedas, nuestro peor enemigo. 

Al llegar a la portilla nos despedimos de Pepe que tiene que regresar pronto a casa. El resto cogemos la senda “Cañero” y peleamos duro para poder subirla sin echar pie a tierra. Hay que elegir bien el terreno para que la rueda traccione con eficacia y busco obsesivamente indicios de vegetación en el suelo para huir del pegajoso barro. El esfuerzo y la cada vez mayor distancia entre nosotros hace que dejemos de hablar. La niebla confiere al agreste paisaje un halo de misterio, y un sonido familiar, pero esta vez más profundo y siniestro, inicia su monótono concierto de instrumentos de viento, haciéndonos rememorar la película de Gorilas en la niebla. Un último esfuerzo nos hace superar el duro tramo final y por fin divisamos a nuestros particulares gorilas, siempre orgullosos, siempre seguros y confiados en su descomunal fuerza.

Aquí aprovechamos a comer algo y  limpiar ruedas y rulinas. Nos introducimos por la bonita y divertida senda de “Las Palomeras” para desembocar rápidamente en el asfalto. Llegados a este punto y rodeados por una más que amenazante lluvia, decidimos no seguir por la ruta prevista; los kilómetros y las condiciones del terreno nos impediría estar duchados y sentados a tiempo en la mesa dominical. De llegar  a misa ya ni hablamos…

Iniciamos un rápido descenso  hacia Logroño, el asfalto mojado y  la gravilla   convierten nuestro deporte en un video-juego interactivo, rápido y divertido, lleno de trampas que te obligan a decidir a cada segundo cual es la mejor trazada, qué rodera es la menos peligrosa, con qué presión hay que manejar los frenos e  intuir o incluso adivinar las reacciones, a veces perversas, de los que dicen ser nuestros amigos de viaje.

Una vez en Oyón nos encontramos a Pepe que nos está esperando tranquilamente tomándose un café; sus obligaciones familiares han cambiado de rumbo y se une a nosotros en el regreso a Logroño…. o  ¿se une a nosotros para el almuerzo en Logroño?…...no me quedó muy claro.

 Como para organizar almuerzos somos unos hachas, y además hoy nos acompaña Mariano, a nadie le sorprende que en menos de lo que alguno tarda en  levantarse cuando hay una cámara cerca, ya estamos en la sociedad 25 degustando unos más que generosos “horneados” de Igor.  Ya os podéis imaginar….algo ligerito y bajo en colesterol. Cuál es nuestra sorpresa – Pepe se hace también el sorprendido -  cuando descubrimos que es Santi, - hoy nombrado “Gran Tahúr” - , el que ha encargado tamaño almuerzo en pago de su ya famosa apuesta con Marcelo. Ya era hora de que una de las “Marceladas”, sirviese para algo provechoso. 

Ni  decir tiene, que el gran protagonista de estas jornadas siempre es “el que invita” y desde aquí os animo a todos a que seáis protagonistas por un día; da igual que la apuesta sea absurda y de claro ganador, como desafiarse a ver quién tiene la voz más fuerte; quién come más pan; quién habla más; quién es el que más trabaja; quién es el que busca los peores atajos… etc, etc. Una buena mesa, la compañía de unos buenos y desinteresados testigos, el móvil en silencio, y sobre todo unos bien colmados pacharanes, harán el milagro de que alguien acepte y nos permitirá una vez más estar todos juntos. Todo menos volver un domingo antes de las doce  a casa y dar un susto a nuestros seres queridos.  

Como nos habíamos quedado con un poco de hambre, concluimos el almuerzo tras el reparto de 24 raciones de Tiramisú, y algunos osados nos fuimos despidiendo bajando las escaleras que hay a la salida de la Sociedad montados en la bici, un test recientemente homologado por la D.G.T., y que garantiza el poder mantener una conversación aceptable con nuestros hijos al llegar a casa. Una vez más tenemos que sujetar entre todos a Toño que se empeña en bajarlas….
Y ahora sí puedo decir:  “Esto es todo amigos”.
Fer
FOTOS AQUÍ:

 

5 comentarios:

vitinbtt dijo...

Tus crónicas siempre espectaculares, da gusto tener a "pesonajes" como tu para que nos amenicen estos relatos.
Pero creo que te ha faltado redactar los entresijos del susodicho almuerzo.

Toño Pleitos dijo...

Ole, Ole y Ole!!! Vaya cronicón!!! Sentimiento y sensibilidad que en estos tiempos que corren buena falta nos hacen. No te retires, Fer. No te declares insumiso!!! Tus amigORs y compañeros te lo imploran.

Anónimo dijo...

Sublime.
Gracias por la mención, Fer.
Yo no soy maestro de nada, a lo sumo lo fui (ya estoy retirado) de la mediocridad.
Un abrazo.
Juan

Toño Pleitos dijo...

Juan, no sabía que habías sido Maestro de Sumo!! Como te llamabas Episorikori??

Por cierto, me alegro que te hayas retirado de la mediocridad. A partir de ahora, a salir con los ORs y a escribir crónicas de las tuyas.

Pepón dijo...

No hay nada como invertir un poco de dinero en la niñez y en la adolescencia de una persona para comprobar hasta donde puede dar de si cuando se hace mayor.
¿A que colegio fuiste Fernando?
"PESONAJES" no eres tu, Fer.
"PESONAJES" y de película de TORRENTE somos a los que te refieres en tu monumental crónica.
Las esperamos como los mocetes esperan a los Reyes Magos. Da gusto leerlas.